Un empresario de diálogo fluido con funcionarios del gobierno comentaba esta semana la perplejidad que pudo percibir precisamente en uno de ellos, ante la falta de definiciones sobre el futuro de los habitantes de la administración kirchnerista. A escasos días del inicio del nuevo mandato, sólo hay presunciones y nadie puede arrogarse la virtud de conocer lo que otros no. La certeza más concreta es sin dudas que apenas dos personas deben tener una aproximación precisa sobre los nombres que tiene en la cabeza Cristina Fernández: Carlos Zannini y Máximo Kirchner.

En su sinceramiento, ese funcionario confesaba también cierta cuota de sorpresa por la presencia cada vez más continua de la Presidenta en actos, donde emite discursos bastante extensos en los que baja línea persistentemente. Como otros colegas de la gestión K, esperaban que esa exposición permanente mermara una vez concluida la campaña, pero lejos estuvo eso de suceder. Por el contrario, los discursos son diarios y cada uno deja tela para cortar. Aun las referencias más livianas no deben ser pasadas por alto.

Cuando chicaneó a su ministro de Economía y compañero de fórmula por su pertenencia medianamente reciente a Puerto Madero, la anécdota quedó en el mote de “concheto” que Cristina le endilgó, pero merecería más atención el pasaje donde le dijo “si te puse de vicepresidente…”. Por si hace falta, la Presidenta le recordó a todo el mundo que es ella y nadie más que ella quien decide, hace y deshace en su administración.

Un día después, en un diálogo descontracturado con el verborrágico Hugo Chávez, lo corrigió cuando el caribeño habló de su nuevo período de “ocho años”. “Cuatro años son más que suficientes”, enfatizó Cristina, en una referencia que merecería un estudio más profundo. ¿Estuvo dirigida a una sociedad que acaba de votarla masivamente, para mostrar un gesto de desprendimiento? ¿O bien vale para aquellos que en su gobierno siguen pensando en la eternidad, sólo alcanzable con su figura?

Tal cual anticipáramos la semana pasada, en los días recientes no se develaría el misterio sobre los nombres del equipo para esta nueva gestión. No lo haría desde Venezuela, y pasaría allí dos días de una semana corta. Será en Buenos Aires y con las figuras designadas delante suyo. Y estirará los tiempos al máximo. Hay quienes aventuran que podría llegar a utilizar Cristina el mismo mecanismo que con su vicepresidente, que se enteró junto al resto de los mortales, recién cuando ella lo anunció públicamente. Parece mucho.

El tema es que esta semana es muy corta, en razón del último feriado puente del año. Y Cristina asume el sábado. ¿Será posible que recién después de su reasunción haga los anuncios? Al tratarse de una continuidad de gestión, no tiene porqué reformar su Gabinete en simultáneo. Pero las vacantes obligadas imponen anuncios para antes del sábado.

Dos modificaciones son seguras: el jefe de Gabinete, ante la asunción de Aníbal Fernández como senador, y el ministro de Economía, por la jura de Amado Boudou como vicepresidente. Para el primero de los cargos cada vez suena con más fuerza el nombre de Julio De Vido. No porque se haya filtrado algo, sino porque está claro que el titular de Planificación Federal ha reforzado su perfil las últimas semanas, en las que se ha mostrado como el ministro más activo y eficaz.

Su caso es curioso: se decía que estaba cansado y quería dejar la función pública a fin de año, y que Cristina no lo tenía tan en cuenta como su esposo; pero de un tiempo a esta parte no sólo le volvieron las ganas para seguir, sino que se lo vio potenciado. Hasta se lo mencionó para el Ministerio de Economía, pero con las características que tiene hoy esa cartera, más poder tendría donde hoy está. Y no se ve factible que Cristina disponga una reconfiguración de Economía, dándole más funciones para que De Vido las ejerza. De ahí que suene casi como número puesto para la Jefatura de Gabinete.

En Economía era para muchos número puesto el subsecretario Hernán Lorenzino, el elegido de Boudou para sucederlo, pero los últimos días parece haber menguado un tanto la estrella del vicepresidente electo en el firmamento K, de ahí que se vean opacadas esas posibilidades. Y sigue sonando con fuerza el nombre de Juan Carlos Fábrega, el titular del Banco Nación, cuyo cargo es a su vez apetecido por Guillermo Moreno.

Entre las figuras que podrían desembarcar en la futura administración cristinista habrá que tener en cuenta al embajador en España Carlos Bettini, a quien la Presidenta quiere cerca desde su primera asunción. Habrá que ver si logra vencer las resistencias que hasta ahora aquél ha mostrado.

El misterio alimenta versiones de todo tipo, aun las más disparatadas. Como la que circuló esta semana referida a un supuesto ofrecimiento presidencial a José Alperovich para que fuera ministro de Economía. El hombre es contador público y fue ministro de Economía en Tucumán, la provincia que hoy gobierna. Pero ya Cristina hizo que su vicegobernador, Juan Manzur, volviera a tomar licencia para seguir como ministro de Salud. ¿Quién asumiría si también el gobernador debiera hacer lo mismo para ser funcionario nacional, y cómo reaccionarían los tucumanos ante tamaña desprolijidad?

Sí se confirmó el nombre de la esposa de Alperovich, Beatriz Rojkés, como presidenta provisional del Senado, y como tal segunda en la línea sucesoria.

Paralelamente se van conociendo los nombres de quienes ocuparán cargos clave en el Congreso. Miguel Pichetto seguirá al frente del bloque oficialista en el Senado, en tanto que Aníbal Fernández deberá desempolvar su título de contador para hacerse cargo de la estratégica Comisión de Presupuesto. Marcelo Fuentes, jefe de Néstor Kirchner en sus tiempos de militancia, conducirá la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado.

En Diputados, se descuenta que Agustín Rossi seguirá como titular del bloque oficialista, a menos que le juegue en contra haber impuesto en Santa Fe a un hombre propio como Luis Rubeo en la presidencia de la Cámara baja provincial, contrariando los deseos de Cristina, que había bendecido a María Eugenia Bielsa.

También es número puesto Julián Domínguez como nuevo titular de la Cámara de Diputados, quien dejaría el Ministerio de Agricultura y Ganadería en manos del actual subsecretario de Pesca, Norberto Yahuar, de activa participación en la pelea con el dasnevismo en las elecciones chubutenses.

Y ya que volvimos al Gabinete, se especuló esta semana con un corrimiento de la ascendente Débora Giorgi, y la eventual coronación del acercamiento con los empresarios con la sesión del Ministerio de Industria. El elegido no era otro que José Ignacio de Mendiguren, pero el titular de la UIA -que ya fue ministro de la Producción entre 2002 y 2003 con Eduardo Duhalde- no quiere saber nada con volver a la administración pública. Dicen que -cuestión de no dejar pasar ninguna oferta- los empresarios habrían sugerido como alternativa al vicepresidente de la entidad, Federico Nicholson, recibiendo como respuesta un no rotundo.