Ciento cuarenta y un votos a favor obtuvo el oficialismo para aprobar el Presupuesto 2012, dando vuelta definitivamente la página del año anterior, cuando el kirchnerismo prefirió prescindir de esa herramienta legislativa optando por utilizar la norma de 2010, que en la práctica hasta lo beneficiaba por partida doble: le permitía al Ejecutivo manejar los recursos de la misma manera como venía haciéndolo, y de yapa, victimizarse adjudicándole a la oposición la obsesión de tratar de impedirle gobernar.

Pero esa es historia vieja que no viene al caso. Sí vale el dato de la cantidad de votos cosechados a la hora de aprobar la ley de leyes en la Cámara de Diputados, para mensurar el poder de fuego con que cuenta hoy el oficialismo. No es el número que tiene en total el kirchnerismo en ese Cuerpo que le fue adverso los últimos dos años y donde cuenta con 115 legisladores propios. Pero existe un número creciente de aliados -permanentes y circunstanciales- que le aseguran un tránsito desahogado al menos hasta las próximas legislativas.

Una situación similar se da en el Senado, si bien allí la diferencia es más exigua. La catarata de votos cosechada en octubre no se trasladó literalmente a la Cámara alta, donde el oficialismo apenas mejoró en uno su cantidad, pero consolidó aliados. De ahí que los 33 legisladores con los que cuenta formalmente se eleven considerablemente a la hora de las votaciones. La del Presupuesto también es aquí una señal ejemplificadora: 44 a 26 fue el resultado de la victoria.

Parece que en la Cámara alta las huestes que dirige Miguel Angel Pichetto ni siquiera necesitan depender del voto de su insólito aliado táctico, Carlos Menem, quien en la maratón legislativa de esta semana estuvo presente en el recinto, contrariamente a lo que venía sucediendo en los últimos años.

En todas las votaciones, aun en las más complicadas que tuvo esta ajetreada semana legislativa, el oficialismo contó con mayorías amplias. Por más que en algunos casos se trató de temas muy ríspidos, siempre zanjó las situaciones con holgura.

Pruebas al tanto: con el Presupuesto, en Diputados el resultado fue de 141 votos contra 104; mientras que la cuestionada emergencia económica -prolongada ahora hasta 2013- marcó una distancia similar, con 139 votos contra 100. En el Senado, el resultado fue 46 a 26.

La norma contra el lavado de dinero marcó una diferencia muy holgada: 167 diputados a favor, 59 en contra; en el Senado, el resultado fue de 47 a 15. Con la Ley Penal Tributaria, pedida por Cristina tanto en la apertura de sesiones ordinarias de marzo pasado, como en su reasunción, el 10 de diciembre, la aprobación fue unánime en Diputados y el Senado, con 217 y 63 votos afirmativos, respectivamente.

El Estatuto del Peón Rural generó movilizaciones de UATRE, fuertemente perjudicado, pues sus dirigentes aseguran que su aplicación partirá al gremio en al menos cuatro partes, además de arrebatarles el manejo de la gran caja que administra el RENATRE. Pero a la hora de la votación, en Diputados se impuso el proyecto oficial por 174 votos contra cuatro, mientras que en el Senado el resultado fue 68 a 1.

La ley que limita la venta de tierras a extranjeros fue aprobada en la Cámara baja por 153 votos contra 26, mientras que en el Senado el resultado fue 62 a 1. En tanto que en otra de las leyes más polémicas, la de Papel Prensa, el resultado fue de 135 votos afirmativos, 92 negativos y 12 abstenciones en la Cámara de Diputados, mientras que en el Senado el kirchnerismo se impuso 41 a 26.

Por último, la Ley Antiterrorista, que ha levantado gran polémica incluso entre sectores cercanos al gobierno, registró la menor cantidad de votos positivos para el kirchnerismo en Diputados, 134, mientras que en contra se pronunciaron 90 y hubo dos abstenciones. En el Senado, el oficialismo ganó 59 a 22.

Todos estos números son una clara muestra de que más allá de las polémicas que envolvían a varias de estas iniciativas, trabadas por la oposición a lo largo del año, hoy el kirchnerismo tiene fuerza suficiente en el Congreso para dar cuenta fácilmente de todo. La diferencia más ajustada la hizo con el Presupuesto, y fue en Diputados nada menos que de 37 votos. Toda una señal de la imbatibilidad que rodea hoy al cristinismo a partir de la gran diferencia que obtuvo en las últimas elecciones.

Queda claro que dominado como está el Congreso Nacional hoy, puede allí prosperar el proyecto que al Ejecutivo se le ocurra. Y mientras dure el efecto de los resultados de octubre, el Ejecutivo tendrá autoridad para enviar lo que le plazca.

Expuesto este panorama que exhibe el resultado de una oposición absolutamente disgregada y sin fuerza, el sindicalismo hoy asoma como el único “contendor” capaz de medir fuerzas con alguna expectativa frente al gobierno nacional. Un sindicalismo personificado en Hugo Moyano y sus aliados (nuevos y viejos), deliberadamente puesto en la vereda de enfrente por la propia Presidenta de la Nación. Así lo dejó claro el jefe de la CGT, cuando esta semana dijo a corresponsales extranjeros en nuestro país que “la relación está suspendida, por parte de ella”.

Esto es, le tiró la pelota a Cristina en cuanto a responsabilidades por lo que pueda pasar en el futuro, por un lado, pero dejó claro que el riesgo de una confrontación de momento no existe. Ante la pregunta puntual, no auguró un paro nacional, aunque no le cerró las puertas para un futuro, en el caso de que la situación así lo imponga.

No dijo nada novedoso el líder camionero; no hay hoy razones ni margen político que ameriten una medida semejante contra un gobierno que acaba de revalidar fuerzas de la manera como lo hizo. Pero otro será el cantar para después de marzo, cuando comience la discusión en el ámbito de las paritarias, y para cuando ya hayan llegado las facturas de los servicios con valores “reales”, esto es, sin los subsidios.

Los gremios tienen un temor que va más allá de no ver satisfechas sus expectativas en la mesa de las negociaciones salariales. El gobierno ha trasparentado sus dificultades de caja no sólo con la eliminación de subsidios. También hay gestos claros, como el hecho de que contrariamente a lo que era uso y costumbre en tiempos del kirchnerismo, este año no hubiera ningún “bono” para los jubilados y pensionados en estas fiestas. Esa medida hubiera significado un desembolso de 4.100 millones de pesos que el gobierno ha preferido ahorrar, para los tiempos más ajustados que vienen.

En ese marco, los gremialistas temen que un próximo objetivo pueda ser la caja de las obras sociales. Un escalofrío debe haber sentido más de un dirigente sindical al ver la suerte que corría el “Momo” Venegas, titular del gremio que por ahora tiene más afiliados del país, y la caja que acaba de perder.

Quienes vislumbran la posibilidad de una movida en ese sentido aclaran que eso no es tan sencillo, pues para estatizar los fondos de las obras sociales se necesitaría una ley. Para quienes así piensan, sólo basta con mirar los números de las votaciones expuestos en esta misma nota.

@josedimauro