Maestro en el manejo de los tiempos, el kirchnerismo lo hizo de nuevo. Una vez más logró rodear de un marco de misterio una de sus jugadas y por 24 horas mantuvo en vilo a propios y extraños, incapaces de determinar cual sería el anuncio que formularía la presidenta de la Nación en ese acto convocado en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos. En fin, esa era la única precisión previa que había para el evento: el lugar, además de la hora de convocatoria.

La novedad fue que la cita excedía el elenco habitual de concurrentes a la Casa de Gobierno para ese tipo de actos. Alcanzaba a la oposición, que no ingresaba a la sede gubernamental desde hacía largo tiempo. En efecto, hay que esforzarse para recordar la última vez que los referentes de la oposición se hicieron presentes allí. Algún memorioso puso como fecha el homenaje a Raúl Alfonsín, cuando se descubrió ese busto que tan mal retrata al primer presidente de esta etapa democrática. En esa oportunidad concurrió la cúpula radical; este martes estuvo buena parte de la oposición, con excepciones bien marcadas.

Deben haberse esforzado los encargados del protocolo para conseguir las direcciones adonde mandar las invitaciones para esos inéditos asistentes.

El kirchnerismo lo hizo de nuevo. Con esa convocatoria logró dividir una vez más a la oposición, y de eso se regodeaba a lo largo de ese martes más de un oficialista, mientras la prensa hacía leña de ese árbol caído desde hace tiempo. En realidad, no tenía porqué unificar criterios la oposición en ese aspecto: todas las decisiones que adoptara respecto al convite eran aceptables; desactivado el Grupo A, que no sirvió para marcarle la agenda al oficialismo en su momento, hoy la oposición busca su destino y no necesariamente debía entrar en estado deliberativo ante el llamado presidencial.

Sí llamó la atención el internismo sin fin que atrapa al radicalismo, que desnuda una falta de liderazgo que deberá ir resolviéndose conforme pase el tiempo y se aproximen las elecciones. Mientras desde Diputados se anticipó la decisión de concurrir a la Casa Rosada, desde el Senado, el nuevo jefe del bloque aclaraba que no estaban dispuestos a ir a lo que definió como “una cita a ciegas”.

En efecto, la Presidencia no adelantó siquiera cual sería el eje del acto y parte de la oposición lo consideró un destrato. “No te invitan a un lugar sin decirte para qué es”, señaló a Parlamentario un diputado partidario de la no concurrencia a la Rosada.

“Pese a que no existe información precisa acerca del contenido del encuentro, la presencia partidaria obedece a la reivindicación histórica que implica el reclamo de soberanía argentina sobre la isla, objetivo central de nuestras posiciones en política internacional”, expresó mediante un comunicado el bloque de diputados radicales. Ricardo Gil Lavedra, jefe del mismo, había adelantado que iría junto al titular del Comité Nacional, Mario Barletta. Los senadores cambiaron de opinión a menos de dos horas del acto. En otro comunicado, la bancada señaló: “El bloque asistirá esta tarde al acto en la Casa de Gobierno. Frente a la información oficial de que en el acto se realizarán anuncios relacionados con la situación de nuestras Islas Malvinas, y que a su vez, el partido ha sido convocado por los canales institucionales correspondientes, el bloque designó al senador Juan Carlos Marino -vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto- para acompañar al presidente del partido, Mario Barletta, al acto en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos del Bicentenario”. Esclavo de sus palabras y fiel a su convicción inicial, Luis Petcoff Naidenoff cedió así su lugar institucional al pampeano Marino.

La Coalición Cívica actuó de la misma manera que lo había hecho cuando después de la derrota de 2009, el kirchnerismo amagó con abrir el juego y llamó al diálogo a la oposición. En esa oportunidad prevaleció en la CC la tesitura de Elisa Carrió y resolvieron no concurrir a charlar con Florencio Randazzo. Esta vez el partido que ahora conduce Adrián Pérez -pero siempre bajo la orientación espiritual de Carrió-, adoptó la misma tesitura. La representante de la Coalición Cívica en la Cámara alta, María Eugenia Estenssoro, argumentó su ausencia señalando que el tema de las islas “es demasiado doloroso como para hacer de ella otro show”. Dijo también que “antes de asistir a un acto de la Presidenta, sin saber siquiera qué se quiere anunciar, el Gobierno debería discutir en profundidad su política hacia las Malvinas con los bloques de la oposición”.

Malvinas, ¿o qué?

Como los medios, los políticos daban por sentado que el motivo convocante era la cuestión Malvinas, pero nadie en realidad sabía concretamente si ese sería realmente el eje. Sólo eran elucubraciones y cualquier filtración en el sistema hermético reforzado por Cristina Fernández es imposible. En las horas previas al evento más de uno aventuraba que los anuncios irían por otro andarivel, el petrolero.

En efecto, la pelea con las petroleras ha sido central los últimos días para el Gobierno nacional, razón por la cual no hubiera sorprendido que la cuestión pasara por ahí. ¿Nacionalización, reestatización de YPF? ¿Creación de una nueva petrolera estatal? ¿Retiro de concesiones? Muchas fueron las versiones que circularon en las horas previas y la vuelta a Madrid del titular de Repsol, Antonio Brufau, sin ser recibido por la presidenta de la Nación, alentaba esas especulaciones.

Al final, esa parte del misterio se desvaneció para los invitados cuando al ingresar al salón se encontraron con una gran imagen del archipiélago malvinense, que serviría como fondo para el discurso presidencial.

Discurso que dejó un “gusto a poco” para propios y extraños, aunque más de uno suspiró aliviado al concluir la ceremonia, porque había temor por la magnitud de los anuncios. A la postre, CFK arrancó confirmando una decisión que había hecho dos semanas antes, cuando su reaparición pública tras la operación de tiroides: la eliminación del secreto impuesto al Informe Rattenbach. El título principal terminó siendo el anuncio de que Argentina denunciará ante la ONU a Gran Bretaña por la militarización del Atlántico Sur. Cuestión inobjetable, por cierto. En síntesis: si bien faltó en el mensaje la espectacularidad esperada, al mismo no le sobró ni faltó ninguna palabra. Cristina estuvo atinada, medida, y la frase efectista fue sin duda el pedido formulado a su par británico para darle “una oportunidad a la paz”.

Legisladores habitualmente críticos del Gobierno como Patricia Bullrich y Federico Pinedo se mostraron ponderativos para con la presidenta, al punto tal de que sus declaraciones volvieron a ser recogidas por la agencia oficial Télam, que habitualmente no los tiene en cuenta por el tenor de sus dichos. El jefe del bloque macrista de la Cámara baja directamente usó el calificativo de “impecable” para el discurso y consideró que “fortalece mucho la posición argentina en este año de recordación de la guerra, especialmente frente al Reino Unido”.

Bullrich resaltó la importancia de la desclasificación del informe y agregó que “el hecho de haber venido aquí y concurrido a la Casa de Gobierno en respuesta a la invitación presidencial demuestra que es un tema que se puede trabajar en común”.

Desde el oficialismo, Agustín Rossi calificó a Malvinas como “una causa de todos los argentinos” y valoró el “enorme gesto de todo el arco político, representado en los líderes parlamentarios de todas las fuerzas partidarias”, por haber estado presente en la Casa Rosada. Como jefe del bloque había hecho su aporte, al llevar a los otros titulares de bancadas en una combi a la Casa Rosada.

Pero no estuvieron todos, ya lo dijimos. Entre los que faltaron, figuraron los del bloque Proyecto Sur, a quienes muchos daban por seguros concurrentes, habida cuenta de la probabilidad de que los anuncios versaran sobre el tema petrolero. “Lamentablemente el contenido y los resultados de la convocatoria oficial reafirmaron nuestra decisión de no haber asistido para no ser partícipes de esta manipulación mediática sobre un tema tan sensible para el pueblo argentino”, afirmaron los diputados Fernando “Pino” Solanas, Alcira Argumedo y Jorge Cardelli.

Tampoco estuvo de acuerdo Margarita Stolbizer, la primera en hacer conocer su opinión a través de un comunicado, en el que señaló que “la presidenta desaprovechó la convocatoria a los sectores políticos y sociales para reiterar un anuncio que ya había hecho el 25 de enero”. La líder del Gen siguió el mensaje a través de la TV, porque no concurrió, y convencida de su acierto dijo que a la presidenta “no se la entiende. O no saben adonde ir o están jugando con todas las personas a las que llaman… No convoca a la oposición para escuchar ni para compartir. No hay ninguna política de Estado porque siguen solos sin construir diálogo ni consenso. Fue un papelón”.

En el mismo sentido se manifestó el radical Oscar Aguad, para quien “el irrenunciable objetivo será fruto de un camino donde nada agregan los golpes de efecto”.

Amén de las opiniones a favor y en contra, en lo que todos estuvieron de acuerdo fue en condenar la agresión sufrida por el diputado kirchnerista José María Díaz Bancalari, increpado por veteranos de guerra que no habían podido ingresar a la Casa Rosada y esperaban afuera, que terminaron golpeándolo y pateándolo. El legislador nicoleño se mantuvo erguido, pero la escena fue un verdadero bochorno. De inmediato llegaron mensajes de solidaridad de todo el arco político, comenzando por el presidente de la Cámara baja, Julián Domínguez, quien dicho sea de paso en 1982 fue soldado movilizado al Teatro de Operaciones, y siguió la guerra desde Río Gallegos.

Y entre las palabras de apoyo de propios y extraños, se anotó el mensaje en Twitter del legislador porteño macrista Cristian Ritondo, quien mandó su solidaridad “al compañero Díaz Bancalari”.