La puja salarial en periodos de inestabilidad de precios, es una constante esperable.
Pierde poder el valor de la moneda, baja el poder adquisitivo del salario y entonces aparecen los reclamos y el conflicto. Este es una situación habitual en democracia.
Los dirigentes gremiales pueden reflexionar sobre la situación general del país y adecuar políticas pero nadie puede esperar seriamente que convaliden sin dar pelea la perdida en el valor del salario de sus afiliados.
Cuando el conflicto afecta el servicio educativo, la mayoría piensa que los docentes no deben interrumpir su tarea por ninguna circunstancia derivada del conflicto gremial y se predispone aun peor si una vez desatado el conflicto, el mismo se prolonga sine die.
Pero el estado es el gran prestador, la mayor responsabilidad siempre recae sobre él.
Su manera de proceder nunca puede perder de vista la responsabilidad que le es intrínseca como prestador del servicio.
Decir que el reclamo salarial de los docentes no se corresponde con las características propias de su empleo por tener estabilidad, por poca dedicación horaria o por vacaciones prolongadas, es someterlos a una comparación injusta cuando no falaz.
Encontraremos que la estabilidad en el empleo público es muy razonable en cuanto nos detengamos un segundo a pensar que pasaría en general si fuese sometido a la libre voluntad del poder circunstancialmente gobernante.
No es cierto que el docente dedica pocas horas al empleo.
Quizás en un acto de simplificación se piense que el trabajo dura el tiempo que se esta frente al aula. ¿Qué docente se retira de clase, cierra su carpeta y todo terminó? No existe. La problemática continúa.
El periodo de vacaciones no es mayor que el de cualquier otro trabajador con buenos años de antigüedad. La diferencia está solo en el período inicial.
Porque no pensar, que el número de horas frente al aula debería disminuir?. O acaso no es cada vez mas la crónica policial la que hoy da cuenta de lo que sucede en la escuela?. O la demanda educativa no expresa también la problemática social?
Porque no pensar en disponer de asistentes pedagógicos? Porque no pensar en el seguimiento de los alumnos mas allá del recinto escolar?
Es cierto que todo el sistema educativo es sospechado de un ausentismo excesivo y de un descontrol en la relación docente matricula. Las sospechas son fundadas.
Pero el docente no es el culpable. Algunos se abusan pero la sospecha generalizada maltrata a los trabajadores con vocación, que son los más.
Como servicio que no puede interrumpirse, la mecánica de ingreso del docente suplente, por la urgencia, tiene parámetros de designación mas laxos. En algunos casos se han tornado incontrolables. La responsabilidad por este descontrol es siempre del poder político que, además, ha utilizado y utiliza muchas veces las partidas de reemplazantes para la designaciòn de personal polìtico.
Es cierto que la cantidad de docentes por alumno es muy alta. Esto puede ser solucionado con tiempo, sin conflictos, bajando la frecuencia de altas y redistribuyendo tareas, etc.
Sin embargo año a año se incrementa el número de horas cátedra, bajo la premisa del aumento de la matricula que, aunque cierta, muchas veces es utilizada para convalidar excesos.

En verdad los conflictos entre docentes y estado deberían ser los mas fáciles de solucionar con el diálogo porque, cualesquiera sean los actores circunstanciales, siempre tendrán una preparación educativa y cultural superior a la media. Esto es lo que obliga a utilizar el dialogo hasta el cansancio. Sin abandonar las clases.

Daniel Germano es diputado del Frente Peronista de Santa Fe