Por Pablo Riveros

Como monobloque, Carlos Favario no se cansa de denunciar la exclusión que a su entender sufren las minorías en la dinámica parlamentaria. Como si fuera poco, no duda en afirmar que la hegemonía kirchnerista hace que el Congreso funcione como una “dependencia directa” del Poder Ejecutivo y subraya sus consecuencias negativas sobre la calidad legislativa.

Tras repasar junto a Parlamentario algunos problemas de la democracia representativa, el diputado santafesino asegura que “no se ha entendido en su concepción más profunda lo que es el funcionamiento del sistema democrático”.

– Usted ya lleva dos años en el Parlamento, donde el kirchnerismo ha vuelto a ser mayoría. ¿Cómo ve el Congreso en comparación al período anterior?

– El Congreso ha pasado a ser una dependencia directa del Poder Ejecutivo. No hay ninguna duda. Los comportamientos políticos lo están demostrando y me parece que esto no le hace bien al funcionamiento de la democracia. En el Congreso hay que respetar a la mayoría, pero la mayoría también debe respetar a las minorías. Esto no se da y sobre todo en el caso de la Democracia Progresista. No se puede legislar de esta manera, donde todo es de urgencia y hay que aprobarlo al otro día. Creo precisamente que el Congreso está para el análisis, el debate, la discusión, profundizar ideas, tener antecedentes… Y esto no se logra en la forma en que está funcionando: se convoca de un día al otro para sacar leyes que se están denominando “leyes exprés”; se reúnen las comisiones conjuntamente; se citan a sesiones especiales para no cumplir con el reglamento. Me parece que esto no corresponde, porque en algunos casos no hay ninguna necesidad y por el contrario se podrían llegar a consensos para mejorar las leyes. Incluso para mejorar los proyectos del oficialismo. Pero si se tienen posturas fundamentalistas, como si lo que manda el Ejecutivo fuese la “verdad revelada”, entonces me parece que así no se puede mejorar nada. Por darle un ejemplo, durante el tratamiento de la reforma al Código Electoral advertí las contradicciones en el articulado respecto de la tarea de los fiscales. Cuando propuse modificaciones en la votación, el bloque oficialista los rechazó. Sin embargo, cuando terminó la sesión algunos integrantes del oficialismo reconocieron que tenía razón.

– El oficialismo dice que la oposición fracasó en su intento de manejar el Congreso cuando era mayoría. ¿Qué balance hace de eso, lo ve como un fracaso?

– Es un análisis simplista. La mayoría fue una oposición teórica: ganó la elección en 2009, pero lo que hace al funcionamiento parlamentario no fue tal. Por ejemplo, en el Senado hubo cambios de camiseta de los que fueron electos como opositores y pasaron a ser oficialistas. Mi Provincia es un buen ejemplo de eso en ambas cámaras. Pero también hay que hacer una autocrítica, porque la irresponsabilidad de muchos legisladores opositores hizo que fracasasen algunas sesiones, ya que era público y notorio que el kirchnerismo no se prestaba a dar quórum. Además, creo que hay que hacer reconocimiento en lo que hacen a algunas leyes sancionadas como el 82 por ciento móvil u otras que terminaron ancladas en el Senado o se vetaron.

– ¿Como el caso de la Ley de acceso a la información?

– Eso sí fue una falencia opositora. Tanto la reclamamos y resulta que cuando teníamos la oportunidad no la aprobamos. En el fondo creo que hay una intención no manifiesta de que la ley no se apruebe. No hay interés.

– Hablando de estos “pases”, recientemente la diputada santafesina Celia Arena concretó su paso al FpV luego de haber trabajado muchos años con Carlos Reutemann. Como santafesino, ¿también ve un cambio en la postura del senador?

– Se opusieron a la lista que integrábamos nosotros junto a socialistas, radicalismo y el ARI tratando de demostrar que eran más opositores. Evidentemente la mayoría de la ciudadanía lo creyó así y por eso acompañó a Reutemann y a su lista de candidatos a diputados. Después de eso vinieron las deserciones, como el caso de la senadora Roxana Latorre, que no alcanzó a asumir cuando ya pasó a ser oficialista, y en el caso de los cuatro diputados electos, dos pasaron a ser aliados, a votar con el oficialismo. Lo cierto y concreto es que no son opositores. Ahora, con el respeto que les tengo como personas, creo que no hay condena social a los políticos. ¿Cómo puede ser que en la campaña haga promesas y cuando accedo a la banca no las cumplo? Esto me parece que es una estafa al ciudadano.

– ¿La ciudadanía entonces no se dio cuenta de estos cambios? Porque más allá de eso, gran parte de la ciudadanía que votó en contra del oficialismo en 2009 los acompañó en 2011. ¿Hay una reflexión ciudadana en torno a esto?

– Hay una suerte de actitud negligente. Creo que no se ha entendido en su concepción más profunda lo que es el funcionamiento del sistema democrático y lo que es la representación que ejercemos los que tenemos algún cargo. No es solamente el derecho de votar. Creo que debería preocuparse por que sus representantes cumplan con el mandato que le dio. Decía que no había premios y castigos y en ese sentido me parece que hay que profundizar el rendimiento de cuentas.

– ¿De qué forma se puede profundizar este “control ciudadano”?

– No se de qué forma. Pero cuando recorro la provincia de Santa Fe expongo mi propio “relato” y las preguntas son escasas, la desinformación es importante. Me parece que el periodismo también debería exigirles a los representantes populares alguna explicación de lo que son sus comportamientos. También me parece que se actúa en base a las encuestas, al periodismo y a las críticas.

– En la apertura del período parlamentario la presidenta la pidió a la clase política en general que no se deje manejar su agenda “por tres o cuatro monopolios”. ¿Es así? ¿Los medios ejercen tal influencia?

– En el caso particular ninguna. Las pruebas están a la vista. Las corporaciones criticadas por el Gobierno no tienen en cuenta a la Democracia Progresista. Conmigo no han hablado nunca. No creo que exista tal influencia. Los legisladores actúan en base a sus opiniones, por su puesto condicionados a estas cosas que decía. Por ejemplo, muchos tienen una posición pero cambian para no votar solos… A mí no me preocupa, voto a mi conciencia y por eso en muchos casos he votado solo.

– ¿Vota de acuerdo con lo que usted piensa o acorde a lo que decide el partido?

– Mi pensamiento es el resultado de las coincidencias que tenemos en el partido.

– Usted muchas veces ha votado solo y eso también se debe a que es un bloque unipersonal. ¿Cómo es trabajar en medio de bancadas tan grandes?

– Es difícil, porque uno sufre el relegamiento por parte de las grandes estructuras. Acá se hacen acuerdos de público conocimiento entre el oficialismo y los bloques opositores importantes, mientras que los bloques minoritarios no tenemos participación alguna. Un ejemplo es cuando se limita el uso de la palabra: reglamentariamente me tocaría hablar 30 minutos, pero se fue reduciendo a 15 y ahora a siete. La integración de las comisiones es otra demostración evidente: me barrieron de Legislación General y de Relaciones Exteriores. La razón no la sé; será por haber asistido a todas las reuniones. Tampoco me consultaron por los aumentos de las dietas. Me parece que esto es grave, porque es un desconocimiento de cómo funciona la democracia, con representación de las minorías. Incluso se dio un hecho inédito: no dejaron acceder a mi asesor al tratamiento de la ley de Peón Rural durante las extraordinarias por lo que no pude conocer bien de qué se trataba; y para la tarde cuando se iba a tratar en la sesión no tenía ni el despacho ni tiempo de leerlo. No voy a cuestionar el triunfo rotundo de la presidenta, pero me parece que la gente debía haber pensado que a esa presidenta que le daba tanto poder con su voto debía darle al sistema una serie de mecanismos de control y de equidad.

– ¿Qué balance hace de su trabajo legislativo? ¿Ha cumplido con sus objetivos por lo menos en el corto plazo?

– Por lo menos he cumplido con lo que le prometí a la gente. Ahora, en cuanto a concreciones, pocas. Imposible sacar dictamen en un comisión y que estén todos de acuerdo. Siempre el temario está armado en función de los intereses de la mayoría.

– ¿Y en qué cuestiones quiere hacer hincapié en los dos años que le quedan en la Cámara?

– No tengo derecho a elegir. La verdad es que me tengo que adaptar a la realidad. La agenda la va a fijar el Gobierno y el bloque de la mayoría va a cumplir a pie y justicia a lo que le diga. Nosotros tendremos que fijar nuestra posición frente a lo que se trate. Voy a marcar una postura opositora, cumplir mi rol.