Hace treinta años, el 20 de Mayo de 1982, fallecía en Buenos Aires Miguel Ángel Zavala Ortiz, una de las personalidades más destacadas de la Unión Cívica Radical. Fue un intelectual y un pensador de la doctrina democrática, al que la Convención Nacional se honra en recordar en este aniversario. Ocupó una banca de diputado nacional entre 1948 y 1950, integrando el célebre Bloque de los 44, que presidía Ricardo Balbín y que desarrolló un control permanente, desde el sector popular, a los actos de Juan Domingo Perón que lo fueron apartando de lo establecido en materia de libertades públicas y de respeto a los derechos individuales en las normas de la Constitución Nacional de 1853.

Fue el ministro de Relaciones Exteriores del presidente constitucional Arturo Illia y su brillante desempeño lo ha colocado en la galería de los más destacados cancilleres que ha tenido la República. Uno de los triunfos de su gestión fue la aprobación en 1965 de la Resolución 2065 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la cual se resolvió aceptar la posición argentina sobre las Islas Malvinas, considerarla como territorio bajo estado colonial, recomendar a la Argentina y Gran Bretaña que entablen negociaciones sobre el proceso de descolonización, y equiparar el nombre de Malvinas al de Falkland, impuesto por el Reino Unido tras la usurpación del territorio insular argentino.

Lo que hasta ese momento era un conflicto bilateral, con la aprobación de la Resolución 2065 se transformó en un reclamo universal se transformó en un reclamo universal. La lucha permanente de Zavala Ortiz por los derechos argentinos en las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, lo impulsaron a crear el Instituto Nacional de las Islas Malvinas y Adyacencias, en el seno del ministerio a su cargo, integrado por miembros honorarios, bajo la presidencia del académico Ernesto Fitte y en el que tuve el honor de ser secretario general, Instituto que fue disuelto por quienes usurparon el poder en el golpe de Estado de 1966.

Fue un duro opositor a las prácticas autoritarias del gobierno de Perón, inspiradas en la doctrina antidemocrática del partido único y en esa posición, después de instaurarse la reelección permanente, luchó para derrocarlo en miras a lograr la reconquista del sistema democrático. Fueron momentos de grandes desencuentros en los sectores populares argentinos, pero cuya responsabilidad primera recae en los gobernantes de entonces y en el sistema que ellos impusieron al país. La mención precedente, no puede hacer olvidar que tras el derrocamiento del peronismo Zavala Ortiz “preconizó una política de leal conciliación democrática entre fuerzas populares como el radicalismo y el peronismo, anticipándose a la Asamblea de la Civilidad y a la Hora del Pueblo”, como lo han destacado sus colaboradores de entonces, los actuales embajadores Daniel Olmos y Oscar Torres Ávalos.

Hasta el final de sus días, Zavala Ortiz trabajó e impulsó la necesidad de la reconciliación nacional. Hombre sensible al respeto a los derechos humanos se opuso con firmeza, en aquellos tiempos aciagos que precedieron a su muerte, a los secuestros, desapariciones, prisiones arbitrarias, asesinatos y torturas. Sería injusto recordar este triste aniversario de su muerte, sin evocar la figura ejemplar de su esposa Lidia Olmos del Campo de Zavala Ortiz, su inseparable esposa, compañera de todas sus luchas, que compartió con él su pobreza y vida austera, característica de un político radical.

Hipólito Solari Yrigoyen es presidente de la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical