Celebrar el día de la bandera es reafirmar la identidad y la hermandad con todos aquellos que por nacimiento o propia decisión habitan nuestra Patria y desarrollan en ella sus sueños de un futuro mejor para todos. Y es también recordar emotivamente la figura de su creador, el General Manuel Belgrano, un abogado que no dudo en tomar las armas en defensa de la independencia nacional, arriesgando su vida y muriendo en la miseria y ante el triste olvido de muchos de sus contemporáneos.
Pensar en su ejemplo nos tiene que afirmar en la lucha por continuar en el camino de recuperar para Argentina los resortes políticos y económicos que nos permitan fortalecer nuestra soberanía y definir nuestro propio futuro. Y esa bandera que nos identifica como un mismo pueblo nos confirma en la convicción de que por encima de las ideologías todos debemos comprometernos con aquellas acciones políticas que tiendan a poner en claro los intereses nacionales, que son justamente los que brindan las herramientas para implementar decisiones que defiendan el bienestar del pueblo de la Nación.
Celeste y blanco debe brillar nuestro corazón para trabajar sin egoísmos y con respeto sobre las diferencias normales que podemos tener, pero también cuando los argentinos sepamos que las instituciones y las reglas de la democracia deben respetarse siempre, aun cuando no nos guste lo que piense quien circunstancialmente ocupa ese espacio.
Pasión y responsabilidad para honrar la memoria de nuestros próceres, compromiso con la tarea de construcción de una nación libre, justa y soberana para que nuestra bandera flamee orgullosa en el firmamento como ejemplo de una libertad conquistada en base a la lucha popular a lo largo de nuestra historia.
Los argentinos podemos tener la seguridad que cumplimos el mandato histórico de nuestros padres fundadores, cuando nos comprometemos con los profundos valores de la independencia y la nacionalidad, a eso los invito.

María Cristina Regazzoli es diputada de la Nación por el PJ-La Pampa