Eran tiempos en que Elisa Carrió lucía orgullosa el crucifijo sobre el pecho, prueba de su fe inquebrantable que no ha perdido, pero que ya no exhibe de manera tan notoria. Eran tiempos en que conducía el ARI, flamante partido emergente de la escisión de la experiencia aliancista.

Eran tiempos en que el jefe de Gobierno porteño era Aníbal Ibarra, de los pocos sobrevivientes con poder que habían quedado de la fallida Alianza UCR-Frepaso.

Tiempos en que Néstor Kirchner gobernaba Santa Cruz y era precandidato presidencial, pero luchaba contra un bajo nivel de conocimiento en la población.

Eran tiempos de cacerolas y asambleas que gritaban “que se vayan todos”.

Se van a cumplir esta semana exactamente diez años. Fue el jueves 12 de julio de 2002, cuando Elisa Carrió, Aníbal Ibarra y Néstor Kirchner se juntaron para impulsar un proyecto de ley para declarar la caducidad de todos los mandatos legislativos.

El acuerdo quedó plasmado en un documento titulado “Democracia: Legitimidad política y autoridad institucional”, en el que se remarcó que “la caducidad de los mandatos” permitiría “restablecer el ejercicio de los valores esenciales para relegitimar el funcionamiento de las instituciones”.

Los tres compartieron una conferencia de prensa en la sede porteña de la provincia de Santa Cruz, luego de que un trabajo conjunto a fin de lograr coincidencias en el impulso de la caducidad de los mandatos y la necesidad de reformar la Corte Suprema de Justicia. El anfitrión era Kirchner, pero el centro de la escena lo ocupó Carrió, quien era más conocida que sus dos compañeros de esa presentación.

“Todavía hoy estamos a tiempo para que sean los mecanismos institucionales los que nos permitan irnos en paz, si no, será el pueblo el que nos saque”, afirmó la líder del ARI, para subrayar luego que el “pueblo está pidiendo” la caducidad de los mandatos “porque tiene hambre y porque tiene sed de justicia”.

Tras leerse la declaración que firmaron los tres, cada uno de ellos improvisó un breve discurso y luego se prestaron a las preguntas de los periodistas que insistieron en la posibilidad de que los acuerdos avanzaran hacia una coalición electoral de centroizquierda. Kirchner y Carrió fueron los más cautelosos al precisar que sólo se trataba de un acuerdo para recuperar la legitimidad de la política y las instituciones, en tanto Ibarra consideró que una futura alianza era “una posibilidad”.

“Debemos acostumbrarnos a una nueva cultura política que incluya políticas de Estado”, dijo cauto el gobernador santacruceño para justificar el encuentro tripartito. “En medio del terremoto, pasos cortos”, señaló escueta pero gráfica Carrió, antes de agregar: “Si alguien quiere pensar que hay algo más allá o más acá, que lo piense, porque no lo podemos evitar”.

En cambio, Ibarra no se privó de expresar su deseo: “Existe la vocación de profundizar coincidencias hacia el futuro” para encarar “las transformaciones profundas que la Argentina necesita”.

Los tres dirigentes sólo se comprometieron en concreto a “apoyar iniciativas políticas y legislativas sobre caducidad de mandatos que tienda a restablecer la legitimidad política y la autoridad institucional”, pero no precisaron las formas.

Pocas horas antes, Carrió y un grupo de diputados peronistas y de ARI habían presentado en el Salón de Pasos Perdidos de la Cámara baja un proyecto de convocatoria a Asamblea Constituyente para legitimar la caducidad de los mandatos. En cambio, Cristina Fernández de Kirchner impulsaba en la Cámara alta un dictamen de la Comisión de Asuntos Constitucionales que contemplaba la caducidad de todos los mandatos sin convocatoria a una reforma constitucional.

Las diferencias entre la esposa del gobernador santacruceño y la líder del ARI eran muy notorias por entonces. Se habían peleado de manera definitiva en el marco de la Comisión Anti-Lavado que había funcionado el año anterior y que presidió Carrió. Por eso, la senadora no estuvo en esa presentación en la Casa de Santa Cruz.