Para pagar la deuda externa, PERÓN destinó un año toda la cosecha de trigo. Ese año, todos los argentinos tuvimos que comer pan negro, pan “morocho”.

Hoy, para mantener el superávit fiscal y comercial, y garantizar el crecimiento de la economía, nos toca a los miembros de la clase media y media alta, resignar la posibilidad de atesorar en dólares, y de comprar en el exterior artículos más barato. Así, el último día del niño, la Cámara del Juguete Argentino aumentó sus ventas en un 20%, en desmedro de los juguetes importados.

La política de defensa de la industria nacional y de sustitución de importaciones, requiere un claro grado de conciencia nacional. Ojalá podamos explicitarla mejor, y ojalá la mayoría entienda que es para bien de todos, aún de aquellos que hoy se sienten afectados.