Los que vivimos y amamos a esta ciudad nos sentimos contrariado por la falta y retraso de las respuestas política a los cambios que se producen en la urbe más extensa y la segunda en cantidad de habitantes del país.

Las disputas por el poder -como las de Kammerath vs. De la Sota, de Juez vs. De la Sota, de Juez vs. Giacomino-; el exceso de personal; los conflictos con los gremios, las carencias financieras, la mala prestación de los servicios, han sustituido al objetivo preambular de “promover el bienestar general”

Pero la Metrópoli no deja de crecer, en habitantes y urbanísticamente, por ello debemos reflexionar para superar, cuando antes, el gran desorden reinante y responder a los desafíos del futuro.

Para ello se hace necesario:

• Promover el bien común, y hacer posible el buen vivir de sus habitantes.

• Ordenar el territorio, sus recursos naturales y el ambiente.

• Facilitar el acceso a viviendas dignas.

• Asegurar la movilidad y el tránsito de personas y cosas.

• Impulsar y ordenar, con equilibrio, su desarrollo urbanístico, respetando su legado cultural, y pensando en un futuro mejor.

• Garantizar la prestación de los servicios públicos y ampliarlos de acuerdo con las nuevas necesidades.

• Disponer de un orden normativo, de un Gobierno y de una administración capaz de alcanzar estos objetivos.

• Respetar el principio de subsidiariedad que exige a las autoridades locales atender las primeras necesidades de los vecinos, y coordinar su accionar con el gobierno provincial y el federal.

Lo institucional

Para llevar a cabo estos propósitos es imprescindible que:

• El Concejo Deliberante, que ni siquiera tiene un edificio a donde funcionar, jerarquice su representación y prestigio, para lo que se necesita que la proporcionalidad en la elección de los concejales sea plena y se:
1. suprima el premio a la lista que obtiene la primera minoría por la que se le adjudica la mitad más uno de los concejales;
2. personalice el voto de los concejales suprimiendo le mínimo para que el elector pueda hacer valer sus preferencias;
3. sufrague en urna electrónica y estudiar el poder hacerlo por Internet; y
4. facilitar la iniciativa y la consulta popular.

• Dividir el territorio de la ciudad en comunas gobernadas por un alcalde y una junta elegida por el pueblo, con sede en los CPC, que atienda las primeras necesidades de los vecinos y que disponga de recursos para hacerlo.

• Crear con los municipios del Gran Córdoba un ente regional que coordine la prestación de servicios comunes y lleve a cabo un plan de desarrollo metropolitano.

• Sancionar un código de ética y crear una Junta de Ética para los funcionarios políticos para erradicar la corrupción.

• Hacer concursos para el ingreso y ascenso de empleados y poner fin a la corruptela de designar contratados, transitorios, monotributistas, etcétera.

• Informatizar el gobierno municipal.

• Marcar en el territorio los límites del radio municipal; y amojonar las manzanas.

• Crear un ente, permanente, que coordine las politicas de la provincia y el municipio:

1. reordenando la prestación de algunos servicios (educación, salud, cultura, etc.);
2. transfiriendo algunos como: a la Provincia las escuelas municipales y a la Municipalidad bomberos y parte de la policía de seguridad.
3. Disponer la competencia del Ministerio de Trabajo para atender conflictos entre municipios y sindicatos.
4. Delegar al Municipio la concesión de la personería jurídica a los centros vecinales.

• Crear la banca del vecino en el Concejo Deliberante; el historiador de la ciudad –para defender el patrimonio histórico- y el defensor del vecino.

• Acordar con la provincia y con el gobierno federal la realización de grandes obras como los subterráneos o un tren rápido que una Córdoba y Buenos Aires.

• Establecer marcos y entes reguladores de los servicios públicos.

• Crear Consejos de centros vecinales, partidos políticos, colegios profesionales, universidades, medios de comunicación, interreligiosos, de la juventud, etc. para coordinar actividades y elaborar propuestas.

• Estimular el voluntariado.

Desafíos

Para planificar el desarrollo urbano de Córdoba es necesario responder a estas preguntas:

• ¿Debe seguir creciendo su población y/o el de sus ciudades vecinas?

• Las diferencias entre los que tienen mayores y menores ingresos ¿aumenta o disminuye?

• ¿Cuánta gente vive bajo la línea de pobreza? ¿Cuántas en situación de calle? Esta población, ¿Crece o disminuye?

• ¿Cuánto es el déficit de viviendas?

• ¿Cuál es la extensión territorial de las villas de emergencia, de los barrios cerrados y de los espacios verdes?

• La edificación ¿debe crecer en altura o no? Y, en su caso, ¿en que zonas y proporción?

• ¿Cuáles son las grandes obras públicas que se necesitan hacer?

• ¿Cuánto falta para cubrir con el servicio de cloacas y de gas natural?

• ¿Cuál es la previsión del crecimiento del parque automotor?

• ¿Hay que abrir nuevas calles, bicisendas, avenidas o ampliar o pavimentar las existentes?

• ¿Qué hacer con el centro de la ciudad?

• ¿Deben crearse nuevos centros comerciales y de servicios?

• ¿Cómo mejorar el transporte urbano?

• ¿Hacen falta subterráneo?

• ¿Que hacer con los taxis y remises?

• ¿Qué cantidad de cocheras hay que construir?

• ¿Qué hacer con la basura? – Separarla; reciclarla; recuperarla; enterrarla, ¿dónde?

• ¿Qué hacer con la cárcel de encausados, con el ex Batallón 141, y la manzana de la casa central del Banco de Córdoba?

• ¿Qué hacer con las empresas municipales CRESE y TAMSE.
• ¿Cómo coordinar con los desarrollistas los nuevos emprendimientos?
Las respuestas a estos interrogantes nos permitirán pensar y planear una ciudad mejor. Nuestros hijos y nietos así nos lo demandan.
Córdoba, Octubre de 2012.

* Fue abogado y convencional constituyente de la Municipalidad de Córdoba y diputado de la Nación.