Por Carolina Ramos

En su segundo año de mandato como diputado nacional, Alberto Asseff, cercano a Adolfo Rodríguez Saá, analiza para Semanario Parlamentario tres de los temas que atravesaron la agenda de 2012: la situación de los jueces, la de los medios de comunicación y el conflicto por la Fragata Libertad. “Cuando oigo a la presidenta hablar de la democratización de la Justicia, pido urgente socorro institucional”, se atemoriza el peronista disidente, quien traza un paralelo al afirmar que “la democratización de los medios va camino a que tengamos una gran cadena nacional”. Asimismo, tilda de “repudiable” el “montaje escénico” con el que se recibió a nuestra nave insignia en Mar del Plata, y polemiza sobre las cuestiones delictivas: “Mientras esté esta ideología de que la prostitución no es delito, vamos a seguir teniendo prostíbulos”, sostiene.

– ¿Cómo vio el acto de recepción de la Fragata Libertad? ¿Qué conclusión saca de la puja con los fondos buitres?

– La Fragata volvió al país y ello causa sin duda un gran alborozo. Es el resultado de una legalidad internacional que se está empezando a construir en el mundo, en este caso a través del Tribunal del Mar, que tiene el precepto de que los buques de guerra son inembargables. El Gobierno erró inicialmente, creyó que podía presionar al Poder Ejecutivo de Ghana, entendiendo que éste podía a su vez influir sobre la Justicia, pero los gobernantes del país africano le hicieron notar que en Ghana el Poder Judicial es independiente. El segundo error fue creer que por que los tenedores de bonos los compraron por monedas, haciendo una especulación que conduce a que se los pueda configurar como “buitres”, pero olvidando que más allá de si se compraron por monedas o no, esos bonos son títulos de la deuda argentina y hay una prórroga de jurisdicción porque nosotros aceptamos que entienda en todas las cuestiones inherentes a ese bono la Justicia de Nueva York, y ésta no establece cuánto pagaron los tenedores de bonos por el bono, simplemente ve el título y ejecuta. Yo le pregunto al Gobierno actual, que tuvo la oportunidad, por qué no lo compró por monedas cuando valían monedas, y recompraba la deuda externa y nos evitábamos todas estas consecuencias. En tercer lugar, se cacarea mucho sobre el desendeudamiento argentino, que es una parte importante de la estructura del relato K, y resulta que por otro lado estamos llenos de deuda, incluyendo 20 mil millones de dólares que nos reclaman en la Comisión Arbitral del Banco Mundial, el CIADI. Finalmente, porque actuaron los diplomáticos profesionales, encabezados por la doctora Susana Ruiz Cerruti, pudimos encaminar la cuestión hacia el Tribunal del Mar, donde deberíamos haberla llevado de entrada.

Hubo mucho desgaste. Pudimos rescatar la Fragata, pero no ganamos la guerra ni hicimos algo heroico. El montaje escénico que se hizo el 9 de enero en Mar del Plata es repudiable, es de República bananera, yo soy de la república del siglo XXI. Tendríamos que alegrarnos si tuviésemos éxito contra la pobreza, contra la inflación, contra la ola delictiva: ahí están las batallas que tenemos que dar. Lo épico sería tener éxito en las grandes políticas que el país necesita.

– Mencionó que en países como Ghana el Poder Judicial es independiente del Ejecutivo, ¿a qué cree que se refiere nuestra presidenta cuando habla de “democratizar la Justicia”?

– Cuando yo oigo a la presidenta hablar de la democratización de la Justicia, pido urgente socorro institucional por la Justicia y la República Argentina, porque cuando ellos prometieron democratizar los partidos políticos con la Reforma Política y las elecciones primarias, y ahora la completaron con el voto de los jóvenes de 16 años, lo único que no hicieron fue democratizar el sistema político. Lo que hicieron fue introducir todas las artimañas y todos los procedimientos que permitieron, por ejemplo, haber logrado el año pasado el 14 de agosto que la presidenta desnaturalizara todo lo que es un sistema primario de elección, que es la elección de precandidatos, transformando en definitiva la elección de autoridades en un mero formalismo. La democratización de los medios va camino a que tengamos una gran cadena nacional, tres veces por semana, que unifica desde la Antártida hasta Jujuy con el mensaje monocorde y único del relato K, y después fraccionada la información mediante pequeñas emisoras de televisión y radio que no se pueden autofinanciar y que dependerán de los servicios oficiales y del equipamiento que les brinden algunos intereses ligados con el oficialismo, que so pretexto del canal indígena, canal universitario, canal cooperativo, canal de la microempresa, va a ser todo relato único. Es decir, una falacia descomunal. Sobre la democratización de la Justicia, si todavía queda un tramo de independencia judicial, eso va a devastar lo poco que queda de autonomía, y vamos a tener jueces absolutamente dependientes del poder oficial, y sobre todo de las agrupaciones que hoy dinamizan y controlan la publicidad oficialista.

– ¿Pero no cree que hay jueces que hoy están influenciados por el poder político y económico?

– Yo creo que hay jueces que dependen del poder político y hay jueces que tienen influencia del poder económico, pero por la vía que plantea Cristina no va a quedar ni uno solo independiente.

– ¿Y qué hay que hacer con ellos?

– El Juicio por Jurados es una buena idea, pero tiene que estar muy bien instrumentada. No debe limitarse solamente a los grandes delitos penales, como violaciones, secuestro seguido de muerte u homicidio, sino que también tiene que ser por los delitos de corrupción, sobre todo en ejercicio de la función pública. Que un jurado del pueblo juzgue el caso Boudou sería extraordinariamente positivo, porque podríamos encontrarnos con una gratísima buena sorpresa de que en la Argentina se acabó la impunidad.

– El problema de la inseguridad, ¿es una cuestión de leyes?

– En realidad, más que de leyes es de incumplimiento de leyes y de falta de gestión y falta de un compromiso en combatir aquellos delitos, aquellas situaciones ilegales que conspiran contra los derechos humanos. La trata de personas ni hablar. Ha saltado hoy a la luz de forma abrupta pero es una situación de vieja data y muy grave. Tenemos la reincidencia penal, que verdaderamente es espantosa la situación, con juzgados de instrucción que no controlan la ejecución de la pena y con patronatos deliberados que no controlan el período, que tiene que ser como mínimo una década, cómo se reinserta al mundo laboral y social el excarcelado. Ni hablar de la falta de control de los excarcelados que todavía no terminaron de cumplir la pena. Bastaría con que tengamos un verdadero patronato deliberado y un verdadero sistema de control de las excarcelaciones -porque aunque se excarcele sigue siendo parte del proceso de ejecución de la pena- para poder tener eficacia y resultados. Pero nosotros no tenemos más que burócratas de escritorio, que ponen sellos y agregan fojas a los expedientes, mientras la vida pasa por otro lado. Pero además, tenemos una mentalidad ideológicamente enferma que dice que hay que borrar la reincidencia en materia penal.

– ¿Quién dice eso?

– Los ideólogos, con el juez (Eugenio) Zaffaroni a la cabeza. Hay una línea ideológica que dice que ‘la prostitución no es delito porque es voluntario’. Pero ¿cuál es el límite de la presión moral, la intimidación moral que recibe la joven que cae en la prostitución? ¿Es voluntaria? ¿Cómo sabemos la voluntariedad de esa decisión de prostituirse? ¿No tendríamos que pensar al revés, que toda prostitución tiene un trasfondo de intimidación y presión de una situación que le ha sido imposible de resistir? Tendríamos que asociar la prostitución a delito y no a la voluntad, al ejercicio libre de la más antigua de las profesiones. Con ese criterio le abrimos las compuertas a la trata de personas. Ahora lo queremos solucionar con la nueva ley, pero mientras esté esta ideología de que la prostitución no es delito, vamos a seguir teniendo prostíbulos, que van a seguir regenteados por los proxenetas, redes mafiosas vinculadas con la policía y el poder político.