Fue una semana signada por la tragedia, que arrancó el lunes con otro hincha muerto por una bala de goma policial; siguió el martes con el conmocionante crimen de la joven Angeles Rawson; escaló el jueves con la tragedia ferroviaria en Castelar y se cerró el viernes con un enfrentamiento sindical en el puerto, que al menos no tuvo víctimas fatales. No tardarán en aparecer los que agiten aquello del clima enrarecido en los tiempos previos a las elecciones.

Casi todos estos casos tuvieron como característica común la presencia del secretario de Seguridad, Sergio Berni, que durante la flamante gestión de Arturo Puricelli mantiene -como habíamos anticipado- el mismo alto perfil que durante la gestión de Nilda Garré. El hombre es bonaerense y, como tal, figura entre los nombres que circulan para la lista que el kirchnerismo presentará en ese distrito, donde era número puesto la ministra Alicia Kirchner al frente de la campaña, pero desde hace tiempo su nominación quedó en duda.

Pese a su buena imagen pública, los números que manejan los encuestadores no le aseguran a Alicia el resultado esperado y es por eso que en la Casa Rosada no querrían correr el riesgo de exponer al apellido Kirchner a una derrota que no es un imposible si se tiene en cuenta que en 2009 el propio Néstor la sufrió.

Más allá de que nada está definido en la Provincia, desde hace tiempo se vienen manejando otros nombres. Se sabe que será candidato Martín Insaurralde. Con 43 años recién cumplidos, el intendente de Lomas de Zamora es una figura ascendente bien vista por la Presidenta: exhibe una gestión interesante y una historia de vida más que atractiva, tras haber doblegado al cáncer que anunció que sufría hace apenas dos años. Durante la semana se lo vio junto al ministro Florencio Randazzo, reforzándose con ello las versiones que incluían a ambos en la lista para diputados nacionales bonaerenses.

Si va el ministro tendría que ser al tope de la lista. Y con garantías de que no tendría un papel de reparto en la Cámara de Diputados, donde podría intercambiar roles con su presidente, Julián Domínguez, quien aspira como Randazzo a heredar el puesto de Daniel Scioli en la Provincia. Pero en la semana se registró el accidente en Castelar -el peor temor para el ministro del Interior desde que aceptó manejar Transporte- y sus posibilidades electorales quedaron comprometidas. No es que al hombre oriundo de Chivilcoy lo desviva ser legislador; todo lo contrario. Su deseo es quedarse donde está y todas sus expectativas están puestas en la modernización del sistema ferroviario metropolitano. En eso anda desde hace meses, cerrando contratos de compra de nuevos coches que llegarán a partir de abril del próximo año. Esto es, después de las próximas elecciones, de modo que sus expectativas políticas están puestas, en todo caso, en 2015, para cuando esperaría cosechar el rédito de haber remodelado el servicio urbano de pasajeros. Difícilmente le haga gracia dejar hoy su trabajo en manos ajenas.

Aunque en modo alguno podría considerar que el accidente de Castelar le haya significado “un favor” para poder quedarse donde está, pues el incidente quedará “marcado” en rojo en su currículum.

Bien podría entonces Martín Insaurralde ser la figura “nueva” que exhiba el oficialismo para hacer frente a “la madre de todas las batallas”, como desde 2005 el kirchnerismo considera a las elecciones bonaerenses. En tal caso la Presidenta le pondrá el cuerpo a esa elección y hará campaña codo a codo con quien elija para representarla.

En ese distrito es donde el cierre de plazos para las alianzas despertó en el cristinismo una sonrisa, pues se dio la conjugación de una serie de factores favorables. Con los interrogantes abiertos respecto a las candidaturas propias, el oficialismo celebra que todavía Sergio Massa no haya confirmado que competirá y, por el contrario, promueva una lista propia que le sacará más votos a la oposición que al oficialismo. Y aun más, que el PRO no haya llegado a un acuerdo con el peronismo disidente. Más allá de que para el cierre de listas terminen arribando a algún entendimiento, la ciudadanía ya habrá tomado nota de las fuertes discrepancias que anidan en ese sector.

¿Cuáles son las razones para que no puedan arreglar los que fueron juntos y ganaron en 2009? Se habla de pedidos “desmedidos” de cargos por parte del macrismo: 5 diputados nacionales y 13 legisladores provinciales. Sobre todo este último rubro es lo que generó mayor resistencia, pues si bien el denarvaísmo considera viable conceder lugares en la Primera Sección, no pasa lo mismo en la Tercera. Y sobre todo, tiene muchos lugares que repartir entre sus aliados consolidados, gremialismo incluido. Por otra parte, el macrismo no oculta su mayor afinidad con el massismo, sector con el que se fue el intendente aliado Jesús Cariglino. Aunque ese amor podría no ser correspondido.

Hay tiempo hasta las 24 del sábado 22 y se esperan febriles negociaciones durante el fin de XL. Al cabo, el macrismo podría incluir nombres propios a la alianza Unión por la Libertad y el Trabajo que inscribió el denarvaísmo junto al Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo de Hugo Moyano, pero buscará hacerlo en el Frente Renovador Peronista si finalmente el intendente de Tigre compite. Tener las manos libres hasta último momento sería la causa de no haber arreglado el último miércoles con la gente de Francisco de Narváez.

Lo que está claro es que no le está yendo para nada bien al macrismo en la negociación de sus alianzas para estas elecciones. En Capital, había desechado la figura de Roberto Lavagna para encabezar su lista para senadores porque una encuesta indicó que el exministro no le sumaba votos. Lo cambiaron por Martín Lousteau, convencidos de que les podría arrimar el voto joven, pero el también exministro se fue con Terragno a disputar la interna de un sector diametralmente opuesto. Las encuestas conocidas la última semana amargaron a los macristas, pues Lavagna aparece con la mejor imagen, Elisa Carrió “resucitó” y Gabriela Michetti navega en el pelotón intermedio. Si bien el PRO no vería comprometido el primer lugar, podría no sumar los votos necesarios para asegurarse la cantidad de legisladores porteños que le aseguren tranquilidad para los próximos años. No se descarta que se retomen las negociaciones con Lavagna.

El cierre de listas del próximo sábado se lleva toda la atención, pero también lo que vaya a hacer la Corte Suprema con la elección popular de consejeros para la Magistratura. Es muy probable que el fallo definitivo se conozca antes del 22, y sería negativo. Aunque por los corrillos de Tribunales corre el rumor de que podría tener una escala intermedia: suspender la elección representantes de jueces y abogados, pero convalidar la de los 6 académicos o científicos previstos por la nueva ley. Con lo cual, el gobierno podría nacionalizar la elección como desea.