Adelantos de la primera biografía no autorizada de Daniel Scioli, que acaba de aparecer. En este caso, sobre las relaciones del mandatario provincial con diversos grupos del mundo de los negocios.
El Candidato, Vida Pública y Privada de Daniel Scioli” es la primera biografía no autorizada sobre el gobernador bonaerense, que recorre las distintas facetas de su protagonista. La primera de ellas aborda el “capitalismo de amigos” de Scioli: los negocios con el empresario Aldrey Iglesias y con el ex montonero Mario Montoto. También, con el líder camionero Hugo Moyano.
El libro aborda, además, aspectos críticos de la gestión del gobernador, como la seguridad, en la que Scioli hizo un pacto con la cúpula policial a cambio de “lealtad”.
La construcción de su imagen, en la que aparece como no kirchnerista pese a integrar el espacio oficialista, también es parte de El Candidato. Su infancia en Ramos Mejía, su adolescencia en la Capital Federal, el secuestro extorsivo a su hermano Pepe, a manos de la guerrilla; el incendio de su departamento en Callao y Posadas, donde estuvo al borde de la muerte; y, por supuesto, el accidente en lancha en el que perdió un brazo, y le cambió la vida.
A continuación, Parlamentario publica en forma exclusiva algunos extractos del capítulo llamado “Capitalismo de amigos”, del libro de Mariano Confalonieri, publicado por Planeta.
Era una tarde calurosa de enero
En una suite del Hotel Hermitage de Mar del Plata, sentados en dos sillones, estaban el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli; el intendente de la Ciudad, Gustavo Pulti; el empresario español, Francisco “Paco” Roig, y el publicista marplatense, Roberto Fiocca. Florencio Aldrey Iglesias, dueño del lujoso edificio en el que se desarrollaba el encuentro, era el anfitrión.
Iglesias se paseaba por el cuarto con una botella de champagne Dom Perignon bajo el brazo, sirviéndoles a sus invitados. Cuando llegó el turno de Fiocca, hizo un ademán con la mano, llamó a un mozo y le ordenó:
– Déle a él una copa de Hermitage.
La leyenda cuenta que el “gallego”, como lo apodan los que lo conocen, convida la marca de champagne de su hotel a las personas que desprecia, porque la bebida es de menor calidad. Fiocca era una de ellas.
La reunión la había convocado Scioli para acercar al Grupo Corporativo Roig con Iglesias. Los dos competían por quedarse con la obra para restaurar la vieja Terminal de la Ciudad. Pero Roig corría con ventajas técnicas en relación a su oponente: ponía al frente del proyecto al arquitecto tucumano César Pelli, reconocido en el mundo por el diseño de las Torres Gemelas Petronas, de Malasia. El grupo empresario tenía negocios en España y en varios países de Africa. Roig, además, había sido durante tres años presidente del Club Valencia, equipo de la primera división del fútbol español. Le sobraban pergaminos.
Iglesias, en cambio, era un empresario poderoso en Mar del Plata, pero no en el resto del mundo. Poseía, sí, la invalorable amistad de Scioli. La presencia de Pelli y los lazos de Fiocca con un sector del kirchnerismo eran un escollo para el gobernador: aunque quería deshacerse de ellos para dejarle servido en bandeja el negocio a Aldrey, optó por buscar un acuerdo entre las partes.
El “gallego” se acercó a la ventana, corrió las cortinas, desde donde se apreciaba una vista panorámica de Mar del Plata, y lo llamó a Roig.
-Mira hacia afuera ¿ya ves Paco? Todo esto que ves acá es mío. Tú te has equivocado de socios.
Se volvieron a sentar. Iglesias dirigió la mirada hacia Scioli y Pulti y les exigió, con el dedo en alto:
-Tú y tú se levantan y se van, no tienen nada que hacer en esta reunión.
Para el asombro de Paco Roig, el gobernador y el intendente obedecieron. El empresario quedó horrorizado con semejante muestra de poder. Más tarde le confesaría a Fiocca:
-Roberto, te quiero mucho. Pero he hecho negocios en todas partes del mundo y nunca he visto que un empresario diera órdenes a un alcalde y a un gobernador.
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El Gran Hotel Provincial de Mar del Plata abrió por primera vez al público en 1948. Fue diseñado por el arquitecto Alejandro Bustillo y se convirtió en un emblema de la Ciudad. El complejo incluye dos imponentes edificios en el centro marplatense, con casino incluido. En su explanada están las estatuas de los lobos marinos que son fotografiadas por los turistas cuando pisan el corazón de la costa bonaerense.
Aldrey tuvo la concesión durante unos años en la década del ‘70. Allí empezó con su imperio. Una pelea con Ibérico Saint Jean, gobernador de facto de Buenos Aires, lo habría dejado afuera del Provincial, pero no frenó su crecimiento. Un importante empresario y un ex diputado provincial oriundo de Mar del Plata coincidieron en que, antes de dejar la concesión, el “gallego” se llevó todo del hotel. “Cuando te digo todo es todo: hasta la vajilla. Se lo llevó al Hermitage, que entonces ya era de su propiedad”, graficó uno de ellos. El empresario Miguel Gutiérrez Guido Spano recibió la concesión del Provincial en 1984 y lo administró hasta 1998. El entonces gobernador, Eduardo Duhalde, le rescindió el contrato porque no pagaba el canon correspondiente pero el empresario se atrincheró en el Hotel hasta que fue desalojado. Después de eso, el edificio estuvo cerrado durante una década. Con los años acusó deterioro. Parecía un palacio en ruinas. Hasta que Scioli entregó la concesión en tiempo récord. Se lo adjudicó a Aldrey Iglesias en julio de 2008, por un plazo de 99 años.
– El pliego fue hecho a medida. Había empresarios griegos interesados, pero cuando vieron cómo estaba armado no se presentaron.
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El primer gabinete de Scioli reflejó el lazo de amistad entre Daniel Hadad y Daniel Scioli. El gobernador eligió como ministro de Salud al reconocido columnista de C5N y Radio 10, Claudio Zin, por sugerencia del empresario mediático. Si bien era médico, los profesionales de los hospitales bonaerenses cuestionaban la capacidad de Zin para administrar el área de Salud. Zin tiene ahora 67 años. Dirigió el Hospital Vecinal de Lanús en 1981, luego pasó por el Instituto Médico Antártida Argentina, estuvo dos años en la Administración Nacional de Medicamentos (ANMAT) y más tarde empezó con su carrera periodística. Primero en La Nación y después en el Grupo de Hadad.
Durante su gestión como ministro, Zin se vio envuelto en el escándalo conocido como la “mafia de los medicamentos”, una investigación judicial que se inició luego del triple crimen de General Rodríguez, el 14 de agosto de 2008: tres empresarios que negociaban con efedrina aparecieron muertos en un zanjón y el caso destapó una olla que involucraba a otros empresarios y al financiamiento de las campañas electorales del kirchnerismo.
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Hadad hizo pie, también, en la política de seguridad de Daniel Scioli. Por un acuerdo con el empresario, Scioli designó al frente del Ministerio de Seguridad a Carlos Stornelli, un reconocido fiscal federal, de vínculo estrecho con Daniel Hadad. Con Stornelli al frente de esa cartera se montó un negocio fenomenal, en el que estaban involucrados Hadad, Scioli y otro empresario, el ex integrante de Montoneros Mario Montoto, también de buena amistad con Hadad. El negocio eran las cámaras de seguridad, que empezaron a vigilar como en un Gran Hermano cada rincón del Conurbano.
Ahora tiene 49 años, pero en la década del 70, cuando terminaba el secundario, Montoto entró a la organización liderada por Mario Firmenich. Su nombre de guerra era “Pascualito”. Llegó a ser secretario privado y apoderado legal del líder montonero.
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Si bien Montoto llegó a Scioli de la mano de Hadad, con el tiempo se convirtió en su principal consejero de seguridad. Dos partes filtrados por Wikileaks (el sitio de Internet que difundía informes confidenciales de las embajadas de Estados Unidos en todo el mundo), indican que se presentaba ante los diplomáticos como el asesor de seguridad del gobernador. Los cables publicados revelan dos reuniones que mantuvieron Montoto y Scioli con el embajador de Estados Unidos, Earl Antonhy Wayne.
En una de esas reuniones, Montoto instó a Scioli a aplicar una política de mano dura en la provincia de Buenos Aires, al estilo del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) que penetra en las favelas de Río de Janeiro a sangre y fuego. Para Montoto, la mano dura es plata. La influencia del empresario en las políticas de seguridad de Scioli es tal que participó de las reuniones para decidir quién reemplazaría a Stornelli, cuando fue eyectado de esa cartera, en el año 2010. Fue él quien sugirió el nombre de Ricardo Casal, que ocupaba el Ministerio de Justicia. En la gestión de Stornelli, Montoto había logrado parte de lo que propuso en aquella reunión con los diplomáticos norteamericanos: armar hasta los dientes a la policía Bonaerense y aplicar la mano dura, una línea que no se modificó con la llegada de Casal al Ministerio de Seguridad, motivo de tensión permanente con el Gobierno nacional.
Montoto admite su amistad con Scioli, pero niega, cada vez que puede, tener negocios con la policía de la Provincia. Cuando la ofensiva contra Casal estaba más ardiente que nunca, la Casa Rosada impuso a Hugo Matzkin como subjefe de la policía bonaerense. En uno de sus artículos, el periodista de La Nación, Carlos Pagni, escribió: “Ella (por Cristina) no cree que Scioli se resista a esos cambios (en la cúpula policial) por motivos conceptuales, sino porque no quiere o no puede desbaratar el negocio que montaron alrededor de la policía Hadad y Montoto”. Según el columnista, ese era uno de los motivos por los cuales Scioli no entregaba la cabeza de Juan Carlos Paggi, jefe de la policía. Tuvo que sacrificarlo después del secuestro y asesinato de Candela Sol Rodríguez.
Cuanto más influencia ganaba en la Casa de Gobierno de la Provincia, más crecían los negocios de Montoto. Las cámaras de seguridad es uno de los más formidables. Empezó así: las instalaba con su empresa Global View, y Hadad se encargaba de darles promoción en C5N.
