Los observadores legislativos del principal distrito de la República, la provincia de Buenos Aires, vuelven a preguntarse sobre la utilidad de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).

Fueron dos experiencias, una elección con cargos ejecutivos, en 2011, y otra con legislativos, las realizadas en esta oportunidad, la tira está completa y el objetivo último buscado por los legisladores parece que no se logró acabadamente: el fortalecimiento de los partidos políticos.

Los bonaerenses entienden que la idea de la sanción de la Ley PASO era clara en cuanto a la intención de imposibilitar la escisión de sectores de los partidos, ante la falta de transparencia en los mecanismos de selección de candidatos dentro de los mismos.

En ese sentido, las PASO constituía a dotar de transparencia a la selección de candidatos dentro de los grandes partidos políticos nacionales y provinciales sin necesidad de la ruptura o multiplicación de candidaturas de un mismo partido político a través de otro sello electoral.

Sí a los resultados prácticos nos remitimos, es muy pobre el aporte de la normativa: al menos cinco lista de candidatos que se reivindicaban como parte del Partido Justicialista compitieron en las pasadas PASO por fuera de la interna del sello que incluye al PJ, unos con más protagonismo que otros. Este era precisamente uno de los fenómenos que se pretendía evitar.

“No tiene mucho sentido hacer una encuesta directa unos pocos días antes de las elecciones generales”, apuntó un estudioso de la legislación electoral dando por descontado que de eso se termina tratando las PASO.

Está claro que los partidos políticos no están de moda y será difícil que rápidamente vuelvan a recuperar el prestigio perdido, lo que más se “vende” por estos tiempos es la alianza transitoria, que como su nombre lo indica es un sello electoral conformado por varios partidos políticos, válida para una elección o más, pero que nunca deja de ser transitoria, es decir al efecto de una o varias elecciones.

Por el lado de los sellos es difícil encontrar un cerco para evitar los saltos o pases de dirigentes de un partido a otro, tampoco aparece como justo la idea de “pegar” dirigentes o afiliados al partido, porque solo tocaría a aquellos que aparecen en la formalidad, aunque sí se sopesa la idea de “afiliación obligatoria” para ser candidato y a partir de allí identificar al candidato con un partido y trazar una “continuidad mínima” de compromiso con ese espacio político.

Se coincide que hay que estudiar la normativa en la instancia de la candidatura y no una vez que el dirigente tome posición de un hipotético cargo, los cargos son parte del contrato que hace la gente con el dirigente y no de los electores con los partidos, en cambio sí el dirigente establece un pacto con el partido previamente al momento de su candidatura.

Definitivamente el problema lo ven en la utilización de las alianzas transitorias, la idea de eliminar esta posibilidad y pasar directamente a la conformación de confederaciones de partidos le daría más permanencia a los sellos electorales. La diferencia de la alianza a la confederación es que si algún partido se retira, la confederación sigue existiendo siempre que existan socios fundadores que permanezcan en ella.

Se imagina que a partir de la existencia de confederaciones, uniones de partidos más estables que las alianzas, habría un punto de referencia para plantear la imposibilidad de un candidato de enfrentar a esa confederación, durante algún tiempo, de la que formó parte.

El camino parece trazado ya por los especialistas, la idea de desalentar la conformación de alianzas transitorias y, por oposición, alentar la conformación de confederaciones es el camino para limitar los surgimientos casi espontáneos de nuevas ofertas electorales de cara a una elección para que en la próxima siguiente cambien nuevamente todas las composiciones de las ofertas.

Los expertos están convencidos que el sistema actual “no es bueno”, “la dinámica” que posibilita es incompatible con “un proyecto político serio” no de largo plazo, sino de mediano o inclusive corto plazo.

La idea embrionaria y por ahora silvestre tiene la ventaja que ni siquiera toca la Ley de PASO, sino que se trata de una modificación a la Ley Electoral provincial 5.109. La contra, es que más que nunca debe haber voluntad política férrea para avanzar en desalentar “el dinamismo” que hoy prima y fortalecer la idea de internas para reducir las ofertas electorales.