Casada con un australiano y muy conocedora de ese país, la senadora nacional fue consultada por Parlamentario para conocer su opinión sobre el parangón trazado por Cristina Kirchner entre nuestro país, Australia y Canadá.
- ¿Qué opina sobre la comparación que hizo la presidenta entre Argentina, Australia y Canadá?
- Me parece que fue una comparación un poco sesgada o intencionada, como para querer hacer creer a los argentinos que estamos tan bien. En realidad cuando uno mira las reservas internacionales de Australia comparadas con la cantidad de habitantes, tiene reservas equivalentes a U$S 2.078 por habitante, y Argentina tiene por U$S 924 dólares por habitante. O sea que ahí nos damos cuenta, obviamente, que Argentina tiene la mitad de reservas por habitante. El producto bruto interno por habitante de Australia supera los U$S 67.000 y lo ubica entre los cinco países con mayor PBI per cápita del mundo; en cambio el de Argentina es de U$S 11.500, y ocupamos el lugar número 60. En Australia cualquier ciudadano puede disponer con total libertad de sus ahorros, fruto de su esfuerzo y cualquiera con un trabajo puede acceder a un préstamo hipotecario pagando menos del 5% anual de interés, mientras que acá hay que esperar a ser sorteado. En el ranking de las 100 mejores universidades del mundo, seis son australianas, ninguna argentina. Sus estadísticas son confiables, la inflación es del 2% anual y en nuestro país es del 10% según el INDEC, entre el 25 y el 30% según consultoras privadas.
- Usted conoce muy bien Australia, ¿cómo nota esas diferencias?
- La calidad de vida de los australianos es muy superior a la de los argentinos. Las escuelas públicas tienen una infraestructura que supera la del mejor colegio privado de la Argentina. Tienen absolutamente resueltos los temas de pobreza, infraestructura, de caminos, de transporte. No hay punto de comparación.
- ¿Cómo cree que esa comparación nos deja frente al mundo?
- La comparación es lo que le gusta a la presidenta, que habla hacia adentro, para los aplaudidores. Estas cosas que dice perjudican mucho nuestra relación con el mundo. Por ejemplo, ahora estamos intentando explicarle a la Corte de Nueva York que tenemos dificultades para pagar a los fondos que no entraron al canje, que tenemos dificultades para pagar el ciento por ciento de la deuda. ¿Cómo le vamos a explicar que tenemos dificultades si estamos diciendo que estamos mejor que Australia?