Por Jorge Cardelli. El legislador de Proyecto Sur advierte sobre la pérdida de votos por parte del Gobierno nacional, más allá de que no haya salido demasiada su posición en el Parlamento.
El gobierno nacional sufrió una derrota importante en las elecciones legislativas. Más allá de que siga conservando cierta mayoría en las cámaras y siga siendo la primera minoría electoral, perdió más de 4 millones de votos del 2011 a esta parte. El contenido del voto fue contra la inflación y la inseguridad -que cada vez más afecta a los sectores más empobrecidos – y contra la precarización laboral, de la mano con el débil crecimiento de la economía. A los aumentos salariales de la primera mitad del año se los devora la inflación. Este problema afecta a la mayoría de la población. No se puede negar el carácter de voto castigo.
Los instrumentos para canalizar este voto eran las propuestas políticas encarnadas en las candidaturas que se presentaban en la oferta electoral. De manera muy esquemática y muy general se puede decir que los criterios para elegir estos instrumentos que usa la población, van desde el más absoluto pragmatismo – del tipo “voto a este porque me conviene”-, al voto más ideológico, con cierto sentido estratégico. En cualquiera de los casos todo el que vota siempre tiene una perspectiva política. Un ejemplo es el carácter peronista de una parte importante de la población. A esto hay que cruzarlo con el poder de difusión y aparato de los distintos candidatos y con los medios masivos de comunicación, que tienen un interés propio. A nadie le cabe duda que en estas elecciones, además de los medios progubernamentales, el multimedio Clarín jugo a fondo, asumiendo el papel de dirección política e ideológica de manera decidida.
El caso de Massa es emblemático. Cuestiona al gobierno por la seguridad y la inflación, se vende como peronista, tiene un poderoso aparato y Clarín lo infló de manera escandalosa. Que mucha gente haya elegido a Massa para castigar al gobierno es bastante natural. Aglutinó el voto pragmático con el de contenido ideológico neoliberal, a lo que se sumó su peronismo. El caso de Macri en la CABA es parecido aunque él no es peronista. Pero también es cierto que la identidad peronista es débil en la CABA. Es claro que Macri no se vende como antiperonista, seguramente pensando en su proyección presidencial.
En cada provincia las respuestas han sido diferentes. La identidad peronista tuvo prácticamente un valor nulo en Santa Fé y Mendoza. En este sentido los grandes ganadores fueron Massa, Binner, Macri y Cobos, en cuanto canalizaron ese castigo y aparecen con proyección hacia el 2015. Lógicamente hay que agregar a Scioli. Por supuesto, la lista no está cerrada.
El tema de fondo: la continuidad de la dependencia
La dimensión cuantitativa es parcial y está subordinada a cuál es el proyecto político de las fuerzas políticas que encarnan los candidatos. En nuestro país, el bipartidismo continúa vivito y coleando. El Justicialismo, después de la muerte de Perón y del golpe gorila del 76, renunció definitivamente a ser el espacio de identidad de las aspiraciones nacionales y populares. A esto lo remachó Menem, llevándolo a ser, junto al radicalismo, una de las dos herramientas principales de las clases dominantes. El radicalismo sigue siendo una fuerza con implantación nacional. Ahora se está recuperando y eso implica que crece su capacidad de centralización política. El socialismo de Binner termina orbitando con ellos. Carrió y Stolbizer seguramente volverán al redil radical. Massa y Macri carecen de estructura nacional. ¿Podrán resolver su construcción sin hacer una articulación con estas fuerzas? Por ahora se dedican a piratearles dirigentes. Massa es filo-justicialista y disputa en el universo justicialista. Lo de Macri es todavía más lavado ideológicamente y sus pasos a seguir son todavía una incógnita.
El proyecto político de estas fuerzas tiene en común que no buscan salir de la dependencia. Su eje de desarrollo siempre es insertarse en el mercado mundial y en el marco de las orientaciones ideológicas que en éste predominen. El kirchnerismo tomó distancia del neoliberalismo e impulsó una orientación neodesarrollista, afirmado en el viento de cola que venía de los países emergentes, principalmente de China. En el caso neoliberal, la formula era ajuste + exportaciones + inversión extranjera = desarrollo. En el caso del neo desarrollismo, demanda interna + el saldo favorable de la balanza comercial que derrama sobre el desarrollo interno. El Estado tiene un papel más protagónico porque gestiona el derrame. Es claro que esto también es una fuente de corrupción. En ambos casos el motor del desarrollo es el mercado mundial. En lo político no rompen con la república autoritaria. Esto está en las antípodas del proyecto peronista de la década 45-55, que con todos sus desbordes autoritarios fue una República con contenidos nacionales y populares y no un régimen populista. Allí el motor es el mercado interno y el ahorro nacional. Es bueno saber que por este camino empezaron históricamente los EEUU, Alemania, Japón y ahora China. De adentro hacia afuera. Reafirmando lo nacional que hoy solo es posible si va junto con lo popular. La idea de emancipación encierra ambos conceptos: emancipación nacional de la dependencia y emancipación popular de la dominación (de clase, de género y de raza). Esta última perspectiva todavía no ha reconstruido su fuerza política en nuestro país. El kirchnerismo tuvo una gran posibilidad histórica, en tanto asumió en el marco de una gran movilización popular. Hizo grandes concesiones pero reformulo la dependencia y con ello la conformación de las clases dominantes. Ingresaron a estas grandes pseudoburgueses nacionales, intermediarios con el imperialismo y también socios del capital chino con claras prácticas imperialistas.
Con este marco conceptual se puede analizar los resultados electorales desde una perspectiva cualitativa, que a su vez reordena lo cuantitativo. La oposición con peso mediático tiene una crítica ambivalente al kirchnerismo: corrupción, uso arbitrario de las instituciones y gestión ineficiente del Estado. Esta crítica a veces derrapa por izquierda, a veces por derecha. Pero nunca va al fondo de la cuestión: la reformulación kirchnerista de la dependencia. Pino era parte de un conglomerado neoradical y luego neocolonial, al tiempo que desentonaba con un discurso donde muchas veces aparecían algunos ejes nacionales.
El movimiento popular en las elecciones
El movimiento popular tuvo un proceso de avances en algunos lugares como en Chubut o Neuquén. Sus frentes, que en general incluyen a Proyecto Sur, al MST, a la UP, al PCR y a otras fuerzas, según las provincias, ya se presentaron por segunda vez o más. Conservaron sus votos o los aumentaron. En el caso de la provincia de Buenos Aires, este frente se presentó por primera vez y no sucumbieron a la tentación de ir con los radicales. Creo que esto ya es un gran mérito. El gran desafío es cómo se continúa y cómo se incorporan las otras fuerzas populares. Faltan en general las ligadas a los movimientos sociales con una perspectiva ideológica más ligada al autonomismo. También desde el lado del movimiento nacional y popular la tradición consecuente y ligada al peronismo está ausente. La izquierda con perspectiva eurocéntrica, representada por el FIT, seguramente no se acercará nunca. Este es un camino que hay que recorrer con convicción y donde el núcleo ideológico central es la liberación nacional y social.
En la Ciudad de Buenos Aires el gran ganador es Macri. UNEN despertó un gran atractivo con su interna abierta para la elección de candidatos e hizo una buena elección. Prefirió disputarle la derecha al antikirchnerismo de Macri pero no le alcanzó. Habrá que ver si puede subsistir sin orbitar en torno a los grandes universos políticos que son el justicialismo y el radicalismo. Es más afín al segundo.
En esta ciudad, el movimiento popular sufrió un gran retroceso, que ya había comenzado en 2011, cuando con un gran frente se logró el 13% de los votos en la elección a Jefe de Gobierno. Ampliamos los legisladores de la ciudad y llegamos a tener un bloque de 11 comuneros. Pero ese mismo año, en las elecciones nacionales, ese frente se fracturó. En el 2011 esa fractura se profundizó aún más. Más allá de que Pino haya entrado como senador en los marcos de UNEN, como movimiento popular sufrimos una gran derrota en tanto fuimos incapaces de recomponer nuestra unidad. Una primera consecuencia: la desaparición del bloque Proyecto Sur de comuneros en la ciudad.
Las tareas del movimiento popular
La pregunta es cómo se sigue para adelante luego de este balance electoral. El neodesarrollismo kirchnerista ha entrado en crisis, y la crisis mundial está ingresando a los países emergentes, como China y Brasi. La era del viento de cola así como la de las altas tasas de crecimiento va quedando en el camino. La crisis de balanza de pagos, la inflación y el débil crecimiento por la falta de inversión, con la consiguiente precarización laboral, continuarán. Esto augura una conflictividad creciente contra el gobierno de Cristina. Seguramente la oposición cabalgará sobre esto, pero ni los opositores de gran peso mediático ni el kirchnerismo quieren que esto termine en un 2001 movilizado y con helicóptero. Si hay algo a lo que temen es a la rebelión popular. Siempre quieren que la crisis se gestione por las vías institucionales y que el pueblo sea mero espectador.
Ante la situación de conflictividad creciente contra el gobierno, la oposición con peso mediático promoverá la debacle del oficialismo, porque esto justificaría el ajuste y la devaluación con baja del salario para el que siga. Como Duhalde en el 2001, pero sin rebelión popular. Una cosa es la debacle y otra es echar un gobierno vía movilización. La oposición quiere lo primero y no lo segundo. Cristina tiene muy poco margen para volver al ajuste, la devaluación y a los organismos de crédito internacional, porque significaría volver atrás diez años. El kirchnerismo tratará de gestionar la crisis buscando negociar por derecha, recomponer con los organismos internacionales de crédito y tratando de que su proyecto neodesarrollista se revitalice, o en todo caso llegar al 2015 más o menos enteros. La fuerza de la presión popular definirá la dirección política definitiva.
A quienes nos reconocemos como parte del movimiento popular no nos interesa ni la debacle ni el ajuste con devaluación, que conduce a la rebaja salarial. No queremos que el pueblo pague la crisis del modelo kirchnerista. Nos interesa la movilización popular y un programa alternativo que le haga pagar la crisis a los que la “juntaron con pala durante estos años”, como reconoció Cristina en algún momento. Conscientes de que esto es una posibilidad, queremos que no nos sorprenda. Por ello es necesario caminar avanzando en la recomposición de la unidad por un lado y por otro y comprometernos en la movilización popular.
El 20 de Noviembre la CTA que dirige Pablo Micheli, la CGT de Moyano y la Federación Agraria, realizarán una movilización conjunta. Para los trabajadores es urgente terminar el año sin que la inflación les coma el salario. Necesitamos un aumento de emergencia antes de las paritarias del año que viene. Las necesidades del pueblo expresadas en la calle son la mejor resistencia a los planes de ajuste que están en la cabeza de muchos, tanto del gobierno como de la oposición con peso mediático.
Jorge Cardelli
Diputado Nacional – Movimiento Proyecto Sur
