En su primera edición pasadas las elecciones, Semanario Parlamentario adelantó datos sobre el clima enrarecido que se vivía en el seno del oficialismo en Diputados a partir de los resultados del 27O. Con lógica pura no sólo peronista, sino política, en el marco de un mapa electoral que arrojaba ganadores claros y perdedores netos, no hay manera de que las facturas no transiten de aquí para allá. Si a eso le agregamos la ausencia de una figura omnipresente como la de la presidenta de la Nación, y el hecho de que entre los claros perdedores la provincia de Buenos Aires figure en lo más alto del podio, nos encontramos ante la tormenta perfecta.

Difícilmente a alguien se le hubiera ocurrido alzar la voz con Cristina Fernández de Kirchner en pleno ejercicio de sus facultades. Pero ante la ausencia que ya ha pasado un mes, las cosas son bien diferentes. Y más aún, por los resultados que confirmaron que el kirchnerismo ha encontrado un punto de inflexión y que a partir de ahora y hasta 2015 la búsqueda de una figura sucesoria hegemonizará buena parte de las negociaciones.

Como caja de resonancia de la política, el Congreso de la Nación es un ámbito en el que repercutirán todos esos movimientos. Y no habrá que esperar al regreso presidencial: los realineamientos comenzaron a partir del resultado de las PASO, con realineamientos dentro del seno del peronismo, entre propios y aliados. Primero fueron los disidentes, que encontraron en la figura del intendente de Tigre el dirigente ascendente hacia el cual acudir con vistas al recambio presidencial. Después fueron los propios, que comenzaron a migrar desde el seno del bloque oficialista en Diputados.

También pasó con los aliados, aun los más fieles. Sucedió con otro Frente Renovador, en este caso “De la Concordia”. Los misioneros, asustados por la merma de votos que comenzó a notarse en sus elecciones provinciales, anunciaron que de ahora en más buscarían un mayor grado de autonomía. Con un número apreciable de diputados y senadores, armarían su propio bloque, más allá de que siguieran profesando su alineamiento kirchnerista.

En este caso, la salida de esos legisladores fue contenida desde lo más alto del poder. Existió el anuncio del diputado Axel Ziegler, y luego la confirmación a medias del gobernador Maurice Closs. Pero también el viaje del mandatario provincial y el encuentro con el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, y no volvió a hablarse del tema, que igual sigue latente. Máxime cuando las PASO y las elecciones generales reconfirmaron después la sangría de ese partido.

No tan fieles como los misioneros, pero aliados al fin, están también los del Movimiento Popular Neuquino. Hoy tres votos con los que suele contar el kirchnerismo, más allá de haberlos perdido en su momento, cuando la pelea por la 125. Pero de los tres miembros con que cuenta actualmente, renovaban dos este año, pero sobrevino la sorpresa de las PASO, que cambió el alineamiento partidario. Al ganar la oposición interna y no existir un acuerdo para integrar a los derrotados en el armado posterior de la lista, todo fue para el sector de Guillermo Pereyra, que se quedó con las dos senadurías y los dos diputados que conformarán el futuro bloque del MPN. Alicia Comelli, la diputada que tiene mandato hasta 2015 y está alineada con el gobernador Jorge Sapag, anticipó que no romperá el bloque, que trabajará con sus comprovincianos, y que en todo caso se verá a la hora de las votaciones. En definitiva, un dato clave para cuando la diputada oficialista María Teresa García tenga que hacer las cuentas previas a cada sesión.

Pero la clave está en los propios. Allí, donde el oficialismo debe ocuparse de contener durante los próximos dos años las voluntades de modo tal de evitar los saltos con garrocha. Un problema que de momento no parece ser tan claro en el Senado, donde incluso la conducción del bloque resultó fortalecida, a partir de la rotunda victoria de Miguel Angel Pichetto en las elecciones rionegrinas, que lo potenciaron para discutir sobre instancias superiores para 2015. Allí también se prevén realineamientos, pero el clima no es deliberativo como en la Cámara baja.

En efecto, allí se ha planteado la discusión sobre la conducción del bloque, hoy en manos de Juliana Di Tullio, número 2 de la lista del Frente para la Victoria bonaerense que resultó derrotado por más de 10 puntos en octubre. Consciente del rol determinante que juegan los gobernadores para que no continúen las fugas en el kircherismo, un diputado del interior pidió terminar con la hegemonía de los bonaerenses en el Frente para la Victoria, habida cuenta de que tanto la jefatura del bloque como la de la Cámara están en manos del distrito más grande.

El diputado chaqueño José Mongeló reclamó sin ambigüedades que la presidencia del bloque no esté en manos de un bonaerense. Y se anotó en la carrera para ocupar la jefatura del bloque K. Mogeló es diputado por Chaco, donde el contundente triunfo del gobernador Jorge Capitanich lo perfiló para suceder a Cristina Kirchner en 2015.

La primicia la tuvo parlamentario.com y repercutió después en todos los medios. “Si la presidencia de la Cámara de Diputados está en manos de la provincia de Buenos Aires, quien presida el bloque debería ser un compañero o compañera del interior”, expresó el legislador al portal de Parlamentario.

A juicio de Mongeló, los diputados de Chaco, Formosa y Entre Ríos “deben tener mayor protagonismo político en la conducción de la bancada y en la Cámara de Diputados de la Nación”. Explicó al respecto que “es ahí donde hemos arrasado, aun frente al intento de desprestigio sistemático de los monopolios mediáticos”. Y anticipándose al revuelo que generarían sus declaraciones, aclaró: “Lo digo con gran respeto y saben mis compañeros bonaerenses mi profundo compromiso con este proyecto, al cual acompañé desde la Cámara, primero a Néstor Kirchner en su presidencia y ahora a Cristina en su segundo mandato”.

Mogeló también reconoció que le gustaría ser el sucesor de Juliana Di Tullio. “Estoy dispuesto a asumir ese desafío, pero no es decisión personal. En principio la que lo define es la presidenta (Cristina Kirchner), tanto la conducción de la Cámara como para presidir el bloque. Por otra parte, esta decisión debe ser consensuada con todos los diputados, de la misma manera que las presidencias de la distintas comisiones, así se ha hecho en estos años y no creo que haya ahora mayores inconvenientes”, precisó. Y aseguró que milita junto a Cristina Kirchner desde que era senadora y diputada nacional, y expresó que “las dos veces que tuve que desempeñarme en el rol de legislador fue con su invalorable apoyo político”.

La ausencia de Rossi

Esta discusión se veía venir, después de dejar la presidencia del bloque Agustín Rossi, quien estuvo al frente del mismo algo más de siete años, la mitad del mandato de Néstor Kirchner y casi todos los de CFK. Elegido por la pareja presidencial a pesar de ser un recién llegado al Congreso de la Nación, el santafesino pasó de concejal a jefe de la bancada mayoritaria en diciembre de 2005.

Entonces sucedió al exduhaldista José María Díaz Bancalari, a quien los Kirchner “heredaron” como tantos otros funcionarios de Eduardo Duhalde. El diputado bonaerense sirvió fielmente al kirchnerismo hasta que debió optar cuando Duhalde y Kirchner se enfrentaron para las elecciones de 2005 y él terminó secundando a Hilda “Chiche” Duhalde en la lista para senadores de ese año, que perdió con Cristina en la que se denominó “la madre de todas las batallas”.

Díaz Bancalari renunció la última semana de julio de ese año a la jefatura de la bancada, lo que dio lugar a negociaciones entre los diputados para decidir la transición. En las mismas participaron diputados duhaldistas y kirchneristas, coincidiendo la mayoría en la necesidad de lograr el consenso, convencidos de que si se dividía el bloque, el oficialismo tendría dificultades para sacar leyes hasta diciembre. Pese a la pelea electoral en ciernes, desde el propio duhaldismo surgieron señales de unidad. “Se va a encontrar una fórmula de consenso porque a nadie le conviene que se rompa y quedar como responsables de la división”, señalaba por esos días una fuente del bloque todavía llamado PJ.

De todos modos, había discrepancias: mientras los diputados K querían un cuarteto para reemplazar a Díaz Bancalari, los duhaldistas impulsaban una transición comandada por los vicepresidentes de la bancada o, en su defecto, un triunvirato. En una reunión de la mesa del bloque, los diputados kirchneristas expusieron su propuesta frente a sus colegas duhaldistas que, según se supo entonces, “quedaron casi solos” en su propuesta.

Luego de una reunión de la mesa de conducción del bloque oficialista, el entonces kirchnerista Carlos Caserio aseguró que el frente que respondía a Kirchner contaba entre 80 y 90 diputados dispuestos a apoyar la conducción colegiada, que integrarían Jorge Argüello, Osvaldo Nemirovsci, Juan Manuel Urtubey y el propio Caserio.

Aunque el cuarteto estaba identificado con el Gobierno, lo cierto es que el único legislador kirchnerista puro es Nemirovsci, mientras que los demás se acercaron al presidente al inicio de su gestión.

En un principio, el duhaldismo quería catapultar a la presidencia del bloque al pampeano Manuel Baladrón, entonces segundo del bloque, pero esa alternativa quedó frustrada en esa reunión. Para darle fuerza a lo que más tarde debería consumarse en el Congreso, el presidente Néstor Kirchner recibió en la Casa Rosada al cuarteto elegido, de modo tal de aceitar el “nuevo mecanismo” de vinculación entre el Ejecutivo y la Cámara baja, en defensa de la gestión gubernamental. Junto a Kirchner estuvo su jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y en el encuentro fue definido como el punto de partida de la nueva conducción.

Con distintos matices, Arguello, Nemirovsci, Caserio y Urtubey enfatizaron que la nueva etapa que se iniciaba en el bloque mayoritario de la Cámara baja estaría signada por “defender e impulsar” las iniciativas políticas del Gobierno. Asimismo, consignaron que procurarían “recuperar el ritmo legislativo perdido”, aunque siempre con el afán de “seguir consolidando el proyecto que encabeza el presidente Kirchner”.

En esa oportunidad, el rionegrino Nemirovsci dijo que Kirchner “recupera la mejor memoria peronista”, convencido de que el santacruceño encarnaba un peronismo actualizado, pero basado en sus raíces que le dieron origen.

Previsiblemente, el duhaldismo aceptó que el cuarteto de conducción. “El duhaldismo ha planteado el apoyo y la necesidad del trabajo conjunto”, explicó el diputado Urtubey tras una reunión de la mesa de conducción del bloque oficialista. El hoy gobernador salteño señaló además que “todos los miembros del bloque han manifestado su apoyo” a los cuatro legisladores que manejarían los destinos de la bancada hasta la renovación parlamentaria del próximo 10 de diciembre.

El triunfo del kirchnerismo se apoyó en los números a su favor y en la polarización con el duhaldismo que impulsó el presidente, lo que dejó al sector que respondía al caudillo bonaerense aislado y sin margen de maniobra. “Se evitó que desde el Gobierno nos acusen de poner en peligro la gobernabilidad del país”, razonó una fuente cercana a Duhalde, al explicar por qué su sector decidió mantenerse en el bloque y no romper con el kirchnerismo.La encargada de comunicarles a sus pares bonaerenses la decisión del duhaldismo fue la diputada Graciela Camaño, quien se reunió con un grupo de legisladores para confirmarles la resolución del sector de aceptar la propuesta del kirchnerismo.

Urtubey consideró “incorrecta la visión de algunos legisladores que se quejan porque no quede la conducción en manos del duhaldismo”, al sostener que la jefatura del bloque “no es un bien ganancial del duhaldismo” y recordó que los bonaerenses también tenían la presidencia de la Cámara baja.

Jorge Argüello, por su lado, bajó el tono a la disputa entre duhaldistas y kirchneristas al comentar que las nuevas autoridades, “contra todo pronóstico, se designaron por consenso”. El legislador porteño señaló apenas concluida la reunión que ungió a la nueva cúpula que “contra todos los pronósticos, la conducción del bloque se definió por consenso”.

“Es decir -amplió el legislador- que nos pusimos todos de acuerdo para poner en marcha una transición política” hasta el 2007, cuando tengan lugar las presidenciales.