En el nombre del poder

Por Yayo Hourmilogue. Un análisis crítico de las designaciones de Jorge Capitanich y Axel Kicillof en el Gobierno. Con cierto escepticismo hasta con la salida de Moreno.

Quien recuerda a Capitanich abrazado a Menem, Duhalde, Rodríguez Saa y Kirchner, no puede pensar que tal nombramiento genere cambio alguno. Quien ve su Chaco, su Impenetrable, tampoco puede creerlo. Los gobernadores náufragos, los de la liga, sin embargo se persuaden que restablecerá temas pendientes en el interior. Capitanich ya fue jefe de Gabinete de Duhalde en 2002, por cinco meses, de enero a mayo. Y comienza a ser una carta para 2015. Hasta hace un año, un cuatro de copas insospechado en Balcarce mismo.

Uno puede pensar que quienes nos han gobernado siempre, Oposición actual incluida, van a cambiar. El problema es que todos quieren cambiar mientras son oposición, no cuando son poder. La amnesia de poder parece una cosa inevitable. De nuestro lado, del lado de la soledad de millones, para creer, se requiere juntar esperanzas del piso, de esas que andamos perdiendo a cada rato.

Wado de Pedro, es La Cámpora, y es Larroque, Cabandié, Recalde, Ottavis y Máximo Kirchner. De Pedro, es Kicillof, y Kicillof era un viceministro, aunque con más poder que el Ministro Lorenzino. Ese Lorenzino que nunca se supo bien qué era ¿Unidad de reestructuración de deuda? Demasiado ostentoso, bastaba con Gestión de Deuda, lo que no es un dato menor.

Escuchar a De Pedro o a Kicillof significa profundizar la ideología por sobre la economía real. Es colocar al país en un lugar inexistente y pasado, artrósico y degenerativo. Hay otras heridas notables, como la gran herida verde por la que fugan billetes inconteniblemente que nos modifican las reservas día a día. Billetes por los que también está preocupada la Revolución de la Década Ganada.

Si hay intencionalidad de cambio, Wado y Kicillof, no cierran en su continuidad. No hay con ellos más proyectos o modelos, o relatos, que los conocidos. Imposible que de golpe se conviertan en otra cosa. Son hacedores de inflación y de una gran presión tributaria.

Hasta las 19; 30, del 19 de noviembre de 2013, nada había cambiado. La renuncia de Moreno, es la que genera la primera llamativa ruptura con la etapa reciente, lo que trae la esperanza mínima de terminar con una forma violenta y omnipotente de hacer política ¿Alcanza? Desde ya que no.

Debo salvar, apartar aquí a Fábrega, acaso el nombramiento más apropiado. La pregunta es qué nivel de independencia y qué posibilidades concretas tiene de llegar a la Presidenta desde el BCRA. La línea vertical indica un ministro de economía, no lo veo a Fábrega reportando y consultando, más que nada obedeciendo, a Kicillof.

Poco antes, recordemos, hubo un saludo Presidencial para el reencuentro, muy parecido al que una tía mía me hubiera enviado junto a Simón, si la dieran de alta, y yo viviera lejos. Con la necesidad de la emoción para cada íntimo. Con la señal indisimulable del desánimo momentáneo.

Con la señal inconfundible, se me figura, de la soledad.

En un país donde nada cambia demasiado, nadie asume lo que faltó; Faltó el mensaje presidencial que debió convocar dos premisas, su recuperación, evidente en el mejor de los casos y en buena hora. Algo de eso pudimos ver. Y su Derrota, evidente y nuevamente negada, en el peor de los casos, y en mala hora. Es lo que no se vio, aunque luego llegó la respuesta.

La Presidenta está respondiendo recién ahora a la derrota y la fractura transversal y horizontal que le ocasionaron las legislativas. La respuesta es sin dudas, este intento de reformular su Gabinete, ya que me resisto a hablar de cambios todavía. Pero tales intentos no van a alcanzar, si no se los acompaña de una actitud más prudente y amplia para escuchar y resolver. Si no se gira a un “hacer político” amigable y fortalecido desde cada relación. Si no se asumen como errores los últimos tres o cuatro años económicos y sin el auto reconocimiento que se tuvo en cada exceso de poder propio y permitido a otros. De Kicillof se puede esperar la llamada a algunas empresas, y muy poco para detener la inflación. Una excesiva complejidad económica de la que es parte impide al nuevo ministro soluciones, debido a sus limitaciones temperamentales y su veta camporista.

Sigo del lado del escepticismo; Los nombramientos que de por sí, no generan esperanzas fundadas de cambio, salvo por la salida de Moreno, poco representan. El que suplante a Moreno, Augusto Costa, Kicillofista de primera cepa, o quien sea ¿Reconstruirá el Indec, además de otros infortunios?

Se requiere que las actitudes sean desde ahora refundadas en cada hecho por la propia Presidenta. Ni la intolerancia, ni los mensajes de una cálida tía emotiva tienen tono presidencial. Es preciso evitar los extremismos, sostenerse en el equilibrio. A la mesura me refiero.

Si ha muerto la revolución que no fue, esperemos la gobernabilidad de lo posible. Este gabinete tiene el rol puntual de llegar a 2015. Es una premisa política casi atlética.

La Presidenta ¿Lo hará por el país? ¿Lo hará por la Democracia? ¿Por la Gobernabilidad, acaso?

Esperemos las primeras y cada una de las medida que se vayan tomando, por ahora, la reformulación de un gabinete tan mestizado, tan cruzado y combinado tras una derrota electoral potente, no me deja otras opciones; sostengo con muy pocas expectativas que es en el Nombre del Poder.

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