Tiene razón Hugo Moyano cuando dice del accionar policial en todo el país en estos aciagos días: “No es el acuartelamiento la acción más precisa para suscitar la empatía del vecino, no es dejando los barrios indefensos como se lograra el reconocimiento económico y moral”. También la tienen los tucumanos cuando dicen “la plata del aumento a los policías está manchada con sangre”.

Hemos sido las fuerzas opositoras durante todos estos años, muy críticos de la permanente costumbre del kirchnerismo de confrontar con los gobierno provinciales que no le son adictos -a los efectos de desgastarlos políticamente- sin tener ningún problema en poner a la gente de rehén de dichas pujas. Recordemos la generación de conflictos de la presidenta con Santa Fe, Santa Cruz, Buenos Aires, Córdoba, etc.

La misma conducta, muy cuestionable por cierto, han evidenciado ahora las fuerzas policiales de la Nación, casi en su totalidad. Para reclamar mejores salarios a los gobiernos, seguramente un pedido justo, han puesto a la sociedad que deben protegen en un tremendo estado de indefensión. Peor aun, no es claro si en algunos casos no han facilitado que sectores vinculados a la droga y el delito participaran activamente en los desmanes, como forma de aumentar la presión para que se les satisfagan sus demandas.

Esta no es la policía que necesitamos y nos merecemos los argentinos. ¿En que país serio se permite que estos cuerpos se constituyan de la peor manera en un Estado dentro del Estado, con capacidad de chantaje y de poner a la sociedad en gravísimos riesgos de bienes y de vida? No debemos permitirlo, urge cambiar esto.