Jorge Capitanich, el jefe de Gabinete, continúa con su absurda y patética seguidilla de falsas acusaciones hacia sectores de la sociedad, a quienes ahora les atribuye intenciones de “desestabilización permanente hacia el gobierno” e indica vagamente que serían “actores sindicales, políticos y económicos.

Este ministro, a quien le han recortado de hecho sus facultades hasta el mínimo y que es desautorizado repetidamente por funcionarios de menor jerarquía que invocan la orden presidencial, se aferra desesperadamente a sus pretendidas conferencias de prensa que se han convertido en un lastimoso ritual de palabrería anodina, de rectificaciones a sus dichos, de la mentira y la búsqueda de fantasmas a quienes atribuye misteriosas intenciones de perturbar al gobierno.

Fue él quien condenó a la provincia de Córdoba a no contar con fuerzas de seguridad para evitar los saqueos y la violencia por miserables intereses de interna política. Fue él quien con esa actitud facilitó el levantamiento policial en casi todo el país, con los resultados conocidos. Fue él quien después de impulsar el corte programado en las regiones en donde el fracaso de la política energética condena a cientos de miles de argentinos a la oscuridad, tuvo que rectificarse públicamente. Fue él quien anunció un impuesto al patrimonio que fue desmentido por funcionarios de inferior jerarquía. Fue él quien adelantó la importación de tomates brasileños y tuvo que disculparse por la declaración infundada.

Como legislador nacional del pueblo en las filas de la oposición, manifiesto que estamos seriamente preocupados por los desmadres de un gobierno sin presencia de la presidente, que abiertamente desata una lucha interna del poder que nos precipita a riesgos gravísimos para la salud de la república y la tranquilidad de la ciudadanía. Lejos de participar, tolerar o admitir supuestos intentos desestabilizadores, estamos alarmados por los peligrosos hechos cotidianos de desgobierno y tratamos de lograr equilibrios que aseguren un correcto desarrollo en los casi dos años restantes de mandato del Poder Ejecutivo.

A los fracasos estrepitosos e indiscutibles en las áreas fundamentales de la economía, la política y lo social del gobierno que hoy padece el pueblo, se une el cotorreo ridículo de un personaje que ejerciendo la jefatura de gabinete agrede el sentido común de la ciudadanía con sus declaraciones absurdas e irresponsables.

Cuando la gente, temerosa de los próximos tropiezos oficialistas, se refugia en el dólar paralelo, le está demostrando a Capitanich que los índices oficiales que incluyen la moneda dólar son falsos, y que se apresura a respaldarse en una moneda fuerte, porque aún pagando por ella precios records, sabe que es la única forma de defenderse del terremoto económico y financiero que prevé en corto plazo. Esta es la triste realidad.