Antes que nada, hay que asumir que losjóvenes NiNi (jóvenes entre 18 y 24 años, que ni estudian ni trabajan), son producto de la desigualdad social. La trayectoria a la vida adulta se complejiza en jóvenes de sectores vulnerables y carentes de contención familiar, con emergentes de esa situación como el embarazo adolescente, la deserción escolar y todo lo relativo a la exclusión social.

En el pasado la escuela secundaria, aún con sus claroscuros, generaba niveles importantes de empleabilidad para la inserción en el mercado laboral (en el tipo de fuerza que reclamaba ese mercado laboral un par de décadas atrás). A pesar de que hoy eso está bastante resquebrajado, la secundaria aún con sus déficit, continúa siendo una condición necesaria para aspirar a un trabajo, aunque no garantice obtenerlo.

Los Ni Ni, son producto de una combinación de elementos que la argentina ha sufrido en su estructura económica y en su estructura social. En lo económico, ya no son las fábricas las que lideran la absorción de mano de obra, como era en el pasado. 2 de 10 argentinos producen los bienes materiales que precisamos. Y la tendencia es a achicarse cada vez más. Con lo cual, 8 de cada 10 están compelidos a encontrar su lugar laboral en el mundo de los servicios. Entonces, quienes no logran calificación suficiente para ello, están afuera del sistema o, en el “mejor” de los casos, sometidos a la absorción “precaria” del trabajo en negro.

Por otro lado, en lo social, una sociedad que se ha configurado mucho más clasista, racista y con crecimiento de los guetos de ricos (countries) y guetos de pobres (villas), en una dinámica de resentimiento y de hostilidad mutua.

Todo ello conforma un cóctel explosivo, en el cual los chicos provenientes de estos sectores marginados, sin calificación para ser empleables y encima discriminados por su proveniencia, son URBANOS. Ven televisión, son objeto de la seducción del mercado, están siendo sensualmente invitados cada día a consumir y no pueden hacerlo. Y sienten que no hay presente ni futuro para ellos, lo que genera una gran frustración, el consiguiente resentimiento y el caldo de cultivo necesario para que muchas veces sean presas de las adicciones o de las redes de la criminalidad y el narcotráfico, que ofrecen dinero rápido a cambio de “sumarse”.

Hablamos de más de 900.000 jóvenes, mayormente mujeres, muchas madres adolescentes, expulsadas por ese motivo del sistema educativo dadas las rigideces de este para contenerlas y facilitarles la consecución de sus estudios y rechazadas del mercado laboral por su condición de madres. Y de miles de varones desempleados o empleados en negro, en trabajosa destajo, totalmente precarizados.

Respecto del Programa PROGRESAR, lanzado por el gobierno en estos días, creo que parte del reconocimiento tardío de este problema. Mi principal crítica es que solo alienta la “regularidad” escolar(inscripción). ¿Y la aprobación de nivel? ¿Qué impide que un joven se inscriba anualmente para recibir el beneficio y luego repita de año o grado? Y agrego otras preguntas, ¿Cuál es el beneficio para las cientos de miles de chicas que no tienen con quien dejar a sus bebes? ¿Cuál será la ventaja para los miles de jóvenes empleados en negro, pero cuyo ingreso es mayor a $600 (valor del subsidio ofrecido)? ¿En qué momento cursarán con trabajos de 10 hs. diarias?

Creo que es solo un parche, con un fuerte sesgo populista y clientelar, sin real intención de modificar el destino de los chicos. Al no requerir contraprestación educativa real (más que la de inscribirse en la escuela), será usado para reclutar jóvenes, que no sentirán otra obligación que la de “pagar con militancia” al puntero o gestor que tramitó el beneficio.

El eje de una política pública dirigida a los jóvenes NiNi, debería partir de pensar como el Estado genera las mejores condiciones para una transición a la vida adulta, integrada a la vida social,cultural, política y económica. Creo imprescindible una política integral, que recupere el sistema de educación de adultos con rangos horarios de cursados alternativos; que sostenga un ingreso monetario para que el joven vuelva a la escuela y para que AVANCE en la misma. Pero además que a lo educativo incorpore la dimensión familiar, cultural y deportiva. Guarderías para las mamás que estudien. En contraturno,realización de talleres de calificación laboral para servicios personales(cuidado de niños, de ancianos), oficios, talleres culturales de música, rock,folclore, murga, teatro y actividades deportivas.

Todo ello requiere construir un entramado donde los 3 niveles de gobierno (nación, provincia y municipio) aborden de forma corresponsable un papel en este diseño integral de política pública.

No es sencillo, claro, pero estos diez años de políticas públicas nos están dejando una lección muy clara: No alcanza con reconocer un problema y destinar recursos al mismo, si el programa gubernamental asignado es un parche, mal concebido y que malgasta recursos solo para uso clientelar.