La lucha contra las drogas y el narcotráfico no es una tarea fácil. Es con seguridad uno de los problemas más difíciles y complejos que afrontan los gobiernos a nivel global, a tal punto que ni siquiera el país más poderoso del mundo, Estados Unidos, ha podido tener el éxito deseado.

“Con unos 200 millones de clientes, el marcado de la droga genera una facturación estimada en 300.000 millones de dólares anuales, lo que equivale prácticamente al PBI de Dinamarca.

Hoy como ayer, tres países andinos Bolivia, Colombia y Perú, satisfacen casi la totalidad de la demanda mundial de cocaína.

Como en otros sectores económicos, la demanda mundial se ve estimulada por la de los países emergentes.

Pocos actores económicos pusieron en práctica de manera tan rigurosa la consigna del Banco Mundial que invitaba a “aprovechar las inmensas oportunidades que ofrece la globalización de la economía” como los traficantes internacionales.” (Le Monde Diplometique, febrero de 2014).

Una lucha tan compleja no se puede cargar sobre las espaldas de una sola área del gobierno, sino que requiere un enfoque interdisciplinario y la cooperación de multisectorial entre los distintos ministerios y secretarías y de éstas con la sociedad civil.

Para que ello sea posible es indispensable un núcleo -por mínimo que sea- de coincidencias básicas, que sirvan al menos para tener un diagnóstico del problema a enfrentar. Y eso es precisamente lo que falta hoy en el gobierno, como ha quedado groseramente manifiesto debido a la polémica entre el ministro de Defensa y el secretario de Seguridad, acerca de si se producen o no drogas en nuestro país.

En la cita de más arriba hay dos datos que no se nos pueden pasar por alto: primero que somos vecinos, envueltos en procesos de integración y fácilmente comunicados por tierra, mar y aire con la zona de mayor producción mundial de drogas, y segundo: somos uno de esos “países emergentes” que contribuyen al aumento de la demanda. Eso quiere decir que somos un país muy vulnerable. ¿Podemos permitirnos que en funcionarios del más alto nivel, y a cuyas carteras incumbe primordialmente la lucha contra las drogas y el narcotráfico existan criterios tan contradictorios?

Por un momento el secretario Berni, hasta nos quiso hacer creer que el desacuerdo tenía que ver con un problema de definiciones: que por producción debe entenderse el cultivo de las materias primas (hoja de coca, marihuana) y que la actividad de los laboratorios, no es producción de drogas sino transformación. Independientemente de la coincidencia o no con éste criterio ¿acaso el resultado no es el mismo? En otro momento se refirió a que “existen pocos laboratorios” ¿Cómo lo sabe? ¿Dónde están? ¿Qué medidas se están adoptando para que no quede ninguno?

Los desacuerdos entre distintos funcionarios de éste gobierno no se reducen a la cuestión de si se produce o no droga en Argentina. No olvidemos que las declaraciones del ministro de Defensa Agustín Rossi, que dispararon ésta polémica, fueron expresadas mientras él se refería a otra controversia, en éste caso con el gobernador Daniel Scioli, acerca del rol de los militares en la lucha contra el narcotráfico.

Tampoco podemos olvidar el reciente debate, impulsado también por el oficialismo, sobre la despenalización del consumo de estupefacientes y la urgencia con que querían modificar la actual ley, sin el necesario debate y reflexión.

Por lo tanto el gobierno, que tiene la responsabilidad primordial de diseñar las políticas de lucha contra la droga y el narcotráfico no tiene en claro si se produce o no droga en el país, ni un concepto acerca de lo que es “producción” de drogas, ni cual es el rol de las fuerzas armadas en ésta lucha (y ni siquiera si deben tener alguno), o si hay que penalizar o no el consumo.

Me pregunto: ¿Puede haber una política de lucha contra las drogas y el narcotráfico entre tantos desacuerdos? ¿No es ésta una declaración a viva voz de que no tenemos una política seria, y ni que hablar de una política de Estado en la materia? ¿No es como decirles a los narcos “vengan acá, que no sabemos que hacer con ustedes”?

Desde la Cámara de Diputados, en el marco de la Comisión de Prevención de las Adicciones y Lucha contra el Narcotráfico, de la que formo parte, venimos solicitando informes y explicaciones a los funcionarios, que rara vez tuvieron respuesta. Hemos intentado generar también un ámbito de debate, estudio y reflexión sobre los muy variados aspectos de ésta problemática tan compleja, haciendo de nexo con la sociedad civil, y pocas veces hemos sido acompañados por el oficialismo. Antes pensaba que era por falta de interés en el tema. Pero ahora me doy cuenta de que además, no saben qué es lo que tienen que decir. Porque quedó de manifiesto que no hay una política antidrogas en éste gobierno.