Desde hace ya 13 años cada 25 de marzo celebramos el “Día del Niño por Nacer”. La Argentina fue uno de los primeros países del mundo en instituir ésta festividad: por decreto número 1406/98, del 7 de diciembre de 1998, se expresó la conveniencia de fijar el 25 de marzo de cada año ésta conmemoración. Entre los considerandos dicho decreto podemos destacar:

“Que tal como se afirma en el Preámbulo de la Convención sobre los Derechos del Niño: “el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidado especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento”.

Que la vida, el mayor de los dones, tiene un valor inviolable y una dignidad irrepetible.

Que el derecho a la vida no es una cuestión de ideología, ni de religión, sino una emanación de la naturaleza humana.

Que debe reafirmarse públicamente el compromiso (…) con las causas de la humanidad (…) se considera apropiado y necesario dedicar un día en el ámbito nacional al niño por nacer, con el objeto de invitar a la reflexión sobre el importante papel que representa la mujer embarazada en el destino de la humanidad, y el valor de la vida humana que porta en su seno”.

Después de Argentina la celebración se extendió a otros varios países: Chile, Brasil, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, República Dominicana, Perú, El Salvador, Filipinas, y de modo no oficial aún en España, Austria, Eslovaquia, y Uruguay.

La defensa de los derechos de las personas por nacer, no se trata de religión, de ideología o de política; ni de una cuestión de conciencia o creencias, sino que debe enmarcarse en la lucha por la promoción y protección de los Derechos Humanos, específicamente de su UNIVERSALIDAD.

¿Los Derechos Humanos son para todos, o para algunos? Sólo si son para todos podemos hablar de universalidad y de igualdad entre las personas.
Haciendo un análisis retrospectivo, podemos decir que Argentina, ya desde sus inicios como nación reconocía el valor de la vida, y los derechos del que está en el vientre, a quien nosotros llamamos NIÑO POR NACER. Podemos encontrar el primer antecedente en la ley de “Libertad de Vientres” proclamada por la Asamblea del Año XIII, hace más de doscientos años. En éste instrumento ya se reconocía al concebido, pero no nacido, su derecho a la libertad, a ser reconocido como persona y no como esclavo.
En el contexto social que hoy nos toca vivir, como legisladores, nos urge buscar e implementar desde el Estado políticas públicas que eviten el reduccionismo de darle derechos a algunos negándoselos a otros. Debemos encontrar un camino que garantice la protección de los Derechos Humanos de todos, sin importar su condición, en particular de los más indefensos, conforme a la Justicia Social, que es una de las banderas insignes de nuestro movimiento. Este es hoy como ayer un gran desafío que no podemos eludir.

El mismo Papa Francisco nos exhorta en ésta tarea: “Todos nosotros debemos cuidar la vida y protegerla, con ternura, con calor… Dar la vida es abrir nuestro corazón y cuidar la vida es entregarse con ternura y calor a los demás, preocuparse por los demás. Cuidar la vida desde el principio hasta el final. ¡Qué sencillo y que hermoso es! Sigan adelante y no se descorazonen. Cuiden la vida; vale la pena”.
Hoy reafirmo una vez más mi compromiso como legisladora miembro de la Comisión de Familia, Mujer Niñez y Adolescencia, de trabajar en éste sentido, para lograr una Argentina que cuide la vida de todos, SIEMPRE.