Por Pablo Riveros

El 13 de marzo el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) presentó en el Congreso de la Nación el balance de una serie de investigaciones sobre las elecciones legislativas de 2013 y otra sobre las reformas pendientes de cara a los comicios presidenciales de 2015.

Semanario Parlamentario dialogó sobre estos temas con la directora del Programa de Instituciones Políticas de CIPPEC, Julia Pomares, quien resaltó los resultados de la investigación sobre la a experiencia electoral en el conurbano bonaerense y el debut en todo el territorio de Salta del sistema de voto electrónico.

“La conclusión principal es que las elecciones funcionaron bien”, afirmó en relación a la experiencia bonaerense, aunque subraya un déficit en la capacitación de los presidentes de mesa.

Pomares resaltó que el votante promedio es “muy sofisticado”, aunque también señaló ciertas contradicciones porque los niveles de desconfianza en el sistema electoral no se condicen con el resultado electoral.

A modo de balance general, la politóloga auguró que la democratización de los partidos políticos buscada por la reforma electoral de 2009 “es algo que se va a ver en futuras elecciones” y afirmó “que ya hay aprendizaje de los partidos en las primarias”.

El estudio en el conurbano bonaerense se realizó tanto en las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de agosto, como en las elecciones generales de octubre. Se entrevistaron a 2.440 votantes en las primarias y 1.082 fiscales y 800 presidentes de mesa entre las primarias y las generales, del primero y el segundo cordón del conurbano, divididos en regiones norte, sur y oeste.

– ¿Cuáles son las conclusiones generales de la encuesta que aplicaron en las elecciones del año pasado?

– La conclusión principal es que las elecciones funcionaron bien. En líneas generales, los argentinos podemos votar en muy buenos tiempos según los estándares internacionales y podemos encontrar la opción que buscamos votar. Además, los presidentes de mesa estaban presentes en casi la totalidad de las mesas, a diferencia de años anteriores donde había mucho ausentismo. Lo más importantes es que para el votante, la experiencia de votar es muy positiva.

– ¿Encontraron diferencias en la experiencia de votar en función de las regiones?

– Sí, encontramos diferencias importantes entre las regiones; el conurbanos no es una sola realidad. Por ejemplo, faltaron más boletas en el sur que en el norte.

– ¿Qué reformas quedan pendientes a la luz de la experiencia de 2013?

– Hay bastantes asignaturas pendientes en cuanto a la organización de las elecciones. Por ejemplo, los presidentes de mesa están muy poco capacitados, un poco más de la mitad recibieron capacitación. Por lo cual, el ausentismo ya no es más un problema como antes y ahora parece que hay que poner el foco en la capacitación.

– ¿Y esta falta de capacitación estuvo relacionada a la experiencia de los presidentes de mesa?

– Entre los que estaban poco capacitados, no había diferencias entre los que debutaron y los que ya habían sido presidentes en otras ocasiones. Lo que sucede es que el régimen electoral va cambiando cada dos años, y eso supone nuevos desafíos: el año pasado cambió el padrón, se implementó el troquel y debutó el voto joven. De acuerdo con nuestra encuesta, un poco más de la mitad de los presidentes de mesa había recibido la capitación correspondiente.

-¿Qué conclusiones obtuvieron respecto a la fiscalización de las mesas?

– Cuando arrancamos la investigación había muy poca información sobre los fiscales; sobre todo existen muchos mitos sobre lo que hacen. Por eso hicimos más de mil entrevistas para saber si habían recibido capacitación, remuneración y si pertenecían a algún partido y cuán cerca se sentían a ellos. Lo más importante que encontramos es que la cobertura en fiscalización fue muy alta para el Frente para la Victoria y el Frente Renovador –casi el 90 por ciento de las mesas-, mientras que el resto de las alianzas tuvieron muchos problemas, incluido el Frente Progresista Cívico y Social que tenía muchas diferencias entre el primero y el segundo cordón. Lo que vimos es que fue buena la cantidad de fiscales para una elección que fue muy competitiva entre el FpV y el FR, pero el resto de las fuerzas no tuvieron esa capacidad de fiscalizar la elección. Este es un tema a tener en cuenta para próximas elecciones.

– ¿Encontraron alguna variable que expliqué por qué la mayoría de los fiscales eran de esas agrupaciones? Porque eran trabajos pagos o porque coincidieron con agrupaciones que tienen muchos cargos estatales.

– El FpV y el FR tenían mucha cantidad de empleados públicos municipales entre sus fiscales. Y muchos de ellos se sientes militantes. También vimos que el tema de la remuneración no era suficiente, porque la alianza que encabezó Francisco De Narváez [Frente Unión por la Libertad y el Trabajo, junto al jefe de la CGT opositora, Hugo Moyano] tuvo la mayor parte de sus fiscales rentados, pero sin embargo no logró tener una buena cobertura de fiscalización.

– Esto coincide en que las agrupaciones de De Narváez y de Massa están poco institucionalizadas, ya que se crearon poco antes de las elecciones…

– Claro, eran alianzas nuevas. Y en relación a eso, la mayor cantidad de fiscales militantes estaban en el Frente para la Victoria y en el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT). En las demás, las proporciones eran muy bajas, incluso en el Frente Renovador. Por otra parte, también pudimos refutar el mito según el cual los fiscales siempre son los que más saben sobre lo que hay que hacer durante el acto electoral. Según nuestra encuesta, los fiscales creían que los presidentes de mesa eran los que más sabían, lo que tenían que hacer durante la jornada electoral. Por otro lado, la relación entre el presidente de mesa y el fiscal parece haber funcionado bien.

– También evaluaron la confianza de los electores con los distintos aspectos del sistema electoral. ¿Qué conclusiones obtuvieron al respeto?

– Tuvimos resultados llamativos, preocupantes y muy relevantes. El votante en general dice que todo anduvo bien, que tardó poco en votar, que encontró su boleta. Pero cuando al mismo votante le preguntamos si confiaba en que su voto realmente era secreto, si confiaba en que no había robo de boletas y si confiaba en que no se había manipulado los resultados, las respuestas eran muy negativas; mucho más de lo que uno esperaría acorde a la experiencia personal. Por ejemplo, el 60 por ciento de los votantes del conurbano cree que se roban boletas. Una forma de explicar esto es que son percepciones construidas a partir de lo que dicen los medios de comunicación u otras personas. Porque en rigor, no podemos deducir que de estas percepciones realmente pasen estas cosas. Estas percepciones son muy importantes porque pueden incidir en la decisión de votar o no o cambiar el voto.

– ¿Qué pasa cuando comparamos este nivel de desconfianza con el resultado electoral? ¿Realmente faltaron boletas?

– De acuerdo con lo que preguntamos a los presidentes de mesa, no se corresponde para nada las sospechas del robo de boletas con la falta efectiva de las mismas. En las PASO el 20 por ciento de los presidentes dijo que no pudo reponer boletas. El número no es menor, pero no se corresponde con el porcentaje anterior. En las elecciones generales este indicador bajó bastante, también porque eran menos candidatos. Otros estudios indican que el nivel de desconfianza está relacionado a la imagen del Gobierno. Por ejemplo, en Estados Unidos, cuando los demócratas son gobierno, los republicanos confían menos en las elecciones, y al revés. También es cierto que hicimos las preguntas cuando todavía no se conocían los resultados de las elecciones.

– ¿Qué resultados obtuvieron respecto a otros elementos del sistema?

– El voto obligatorio tiene un nivel de apoyo muy alto, casi del 80 por ciento. Esto parece ser algo conocido, pero siempre se generan debates al respecto. Por ejemplo, Chile lo acaba de abolir. Sí hubo diferencias en relación a la aceptación de dos reformas electorales que implementó este Gobierno: las PASO y el voto joven. Las primarias tienen un nivel de aceptación muy alto, casi del 75 por ciento. Y al revés, el voto joven tiene un nivel de rechazo muy alto.

– ¿Qué variable influye aquí?

– Los más adultos rechazan más el voto joven, pero llamativamente también hay rechazos entre los propios adolescentes. La diferencia aparece en el nivel de aceptación al Gobierno: los que están más de acuerdo con el Gobierno, están más de acuerdo con el voto joven. La conclusión general de estas cuestiones es que en términos generales existe un votante promedio muy sofisticado, que más allá de su nivel de aceptación al Gobierno puede decir que algunas medidas le gustan y que otras no.

La experiencia de Salta

– El año pasado fue la primera vez que Salta implementó el voto electrónico en toda la provincia, para la elección de cargos provinciales y municipales. ¿Qué opinión le merece?

– Hay mucha gente que a este sistema no lo llama voto electrónico. Es un sistema que busca complementar la boleta tradicional con una máquina: se introduce la boleta en la máquina y se elige la opción deseada a partir de una pantalla táctil; luego la máquina imprime en esa boleta la lista votada y además lo registra en un chip.

– ¿Y cómo anduvo la votación?

– Más del 90 por ciento del electorado pudo emitir su voto, lo cual es un indicador positivo acerca de cómo funcionó el sistema. Sin embargo encontramos que el 20 por ciento, una proporción relevante, necesitó asistencia para poder votar. Esto es algo que debe trabajarse en futuras implementaciones porque el votante que pide ayuda y es mal ayudado puede poner en riesgo su voto.

– ¿Qué nivel de aceptación tiene esta forma de votar?

– Cuando le preguntamos a los votantes si le gusta este sistema, encontramos que el 80 por ciento del electorado dice que le parece fácil. Pero encontramos que casi el 50 por ciento prefiere la boleta tradicional, cuestión que se manifiesta sobre todo en los más adultos y en aquellos que tienen un nivel educativo más bajo.

– ¿Cree que se cumplió con el objetivo de “democratizar” los partidos, tal como se lo planteó con la reforma electoral de 2009?

– Sería muy ambicioso pedir en dos elecciones que las PASO hayan cumplido con todos sus objetivos. Sí hubo un aumento bastante importante de la cantidad de partidos que fueron a elecciones internas: en 2011 fueron uno de cada 10 y en 2013 fueron uno de cada cuatro. Pero creo que no se le puede pedir a las PASO que democraticen a los partidos con dos elecciones. Por otro lado, si bien hubo una baja en la cantidad de partidos políticos y de frentes electorales, yo no diría que los partidos han mejorado sustantivamente. Me parece que eso es algo que se va a ver en futuras elecciones y que ya hay aprendizaje de los partidos en las primarias, cómo usarlas, cómo jugar.