No es retrocediendo de las grandes conquistas sociales y democráticas como vamos a resolver los problemas vinculados con el delito que, en gran medida se debe a las complicidades políticas y la marginalidad social que se ha generado desde el poder.

El alto nivel de criminalidad que hoy sufrimos los argentinos tiene que ver con la corrupción política y la pérdida de autoridad y de ejemplaridad. No son los mismos responsables de la década los que podrán sacarnos de este fracaso. Ni tampoco desde la demagogia populista que pregonan los que hacen campaña manipulando los miedos de la gente.

El Gobierno nacional, como el de la Provincia de Buenos Aires tienen también la deuda de la mala gestión, y su incapacidad para resolver lo que ellos mismos han generado. Pero es inaceptable justificar los linchamientos como parte de una campaña oportunista. El camino a la seguridad no se puede basar en el ojo por ojo que es la ley de la selva.

Massa debe dejar de hacer campaña electoral con el miedo de los argentinos, asumiendo sus propias responsabilidades. Y los que deben tomar decisiones políticas deben hacerlo con seriedad, salir de la cápsula de soberbia en la que se encuentran y hacerse cargo de resolver los problemas y terminar con la injusticia social.

Nunca los linchamientos pueden ser una herramienta válida para la paz social. El debido proceso, la intervención judicial ante la comisión de un delito, son conquistas democráticas muy importantes. El desafío es avanzar y no retroceder con propuestas pre-democráticas como responder a un delito con otro delito que puede ser muchísimo más grave.