No es un fenómeno reciente la problemática acerca de los patrones de belleza que impone la sociedad y la lucha de un creciente número de personas por adaptar su propia imagen a estándares imposibles y en la mayoría de los casos de dudoso beneficio para la salud.

El mundo de la moda, las imágenes que se proyectan desde la publicidad y el culto por el cuerpo generan una gran preocupación entre los profesionales de la salud, quienes ven alarmados como crecen los casos de bulimia, anorexia y otras enfermedades relacionadas con la mala alimentación. Pero no es esa la única alarma que debemos atender. Jóvenes de todo el mundo desean y solicitan a sus padres, cada vez con mayor frecuencia, ser sometidos a cirugías estéticas porque consideran que la imagen que poseen no es la correcta.

La sociología hace décadas nos advierte sobre la problemática del culto al cuerpo, que viene aparejado en muchos casos con deficiencias alimenticias o enfermedades como la vigorexia, que es un trastorno comportamental caracterizado por la presencia de una preocupación obsesiva por el físico y una distorsión del esquema corporal.

Ser físicamente perfecto se ha convertido en uno de los objetivos principales de las sociedades desarrolladas. Es una meta impuesta por nuevos modelos de vida en los que el aspecto parece ser el único sinónimo válido de éxito, felicidad e incluso salud. Ante esto, los legisladores no podemos quedarnos de brazos cruzados, pues el riesgo para la salud es muy grave.

Son excepcionales los casos como los de la revista chilena “Ya”, del diario El Mercurio. Ya es la revista femenina más leída de Chile y una de las más exitosas en términos publicitarios y comerciales. Desde este año, tomó la decisión de no retocar a las modelos usando técnicas de Photoshop.

La idea de mostrar cuerpos perfectos -o perfeccionados- es culpable de muchísimos problemas para las mujeres, entre ellos, la no aceptación del propio cuerpo. Un conflicto psicológico que terminará en intervenciones quirúrgicas peligrosas y, a menudo sin sentido, o en la búsqueda de una imagen idealizada de la belleza: una foto que está muy lejana a la realidad, afirmaron los voceros de la publicación.

La editora de la revista Paula Escobar explica que la revista creó una Campaña de Buenas Prácticas. “Nos comprometimos en nuestra páginas editoriales a contratar modelos mayores de 18 años y con un índice masa corporal sobre 18,5, que es lo establecido internacionalmente como un peso normal, certificado por un médico; a no utilizar el Photoshop para alterar la imagen real de las personas; y a promover la reflexión sobre la imagen de la mujer en los medios, a través de un seminario anual y foros con mujeres líderes de los medios en nuestro país”, explicó la periodista.

No puedo más que aplaudir la decisión tomada por esta publicación, pero también es menester aclarar que este tipo de cambios en los cánones de belleza socialmente aceptados no puede quedar en manos de la autorregulación de los medios masivos de comunicación. La Argentina necesita encontrar y darse una regulación que preserve la salud de su población y que ayude a que la percepción entre “lo bello” y “lo saludable” vayan de la mano.

Por ello desde el año 2006, en forma ininterrumpida, reiteramos un proyecto de ley que apunte a colaborar y a aportar herramientas para avanzar en la preservación de la salud física y psicológica de los argentinos a través de la prohibición del uso de modelos cuyo índice de masa muscular sea inferior al saludable, tal cual lo ha decidido la publicación trasandina mencionada. La cultura de la imagen, la importancia de la moda en las sociedades actuales y el uso de modelos con índices de masa muscular inferior al saludable, no son más que parte de un sistema que bombardea constantemente y desde edades muy tempranas, a toda la población.

Debatir la problemática de las cirugías estéticas en personas cada vez más jóvenes y no debatir el constante mensaje que se nos presenta desde los medios de comunicación, donde la digitalización de imágenes con aplicaciones como Photoshop o el uso de modelos con índices de masa muscular que no se condicen con lo saludable, es correr detrás de la enfermedad sin pensar en la prevención.

Creo que la respuesta que debemos ofrecernos como sociedad debe abarcar ambas cosas, haciendo hincapié en prevenir primero y curar después, en ese orden.