Se ha dicho que este proyecto, generará empleos, lo cual no es cierto. Sí es cierto que pretende que los empleados en negro pasen a estar en blanco. No crea un empleo nuevo. Nuevos empleos son los generados por una fábrica nueva, por una nueva actividad o por el crecimiento de una fábrica existente.

Por supuesto que el trabajo tiene que ser bien remunerado, justo, con horario limitado, con derecho a las vacaciones, registrado, con el goce de todos los derechos.

Dentro de los trabajadores en negro deseo hacer hincapié en una categoría denigrante: el trabajo esclavo, el cual existe en la Argentina. El Papa Francisco dedicó numerosas homilías a este tema cuando estaba en nuestro país. Esto significa una especial preocupación del Papa Francisco cuando habla de la pobreza. En un fragmento de una exhortación apostólica del Santo Padre Francisco a los obispos expresó: “El hecho de saber que existe alimento suficiente para todos y que el hambre se debe a la mala distribución de los bienes y de la renta… El problema se agrava con la práctica generalizada del desperdicio. Pero queremos más todavía, nuestros sueños vuelan más alto. No hablamos solo de asegurar a todos la comida o un decoroso sustento, sino que tengan prosperidad sin exceptuar bien alguno”. Esto implica seguridad, educación, acceso al cuidado de la salud y, especialmente, al trabajo; porque en ese trabajo libre, creativo, participativo y solidario el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida. El salario justo permite el acceso adecuado a los demás bienes necesarios para la vida.

Ya en su momento, Adolfo Rodríguez Saá había declarado que: “En la Argentina actual conviven en forma alarmante las villas miseria rodeando a los barrios privados. Villas miseria que conviven con la opulencia de barrios privados, que contrastan. Y cuando escuchamos los problemas del narcotráfico, cuando escuchamos los problemas del paco, todo esto surge que el caldo de cultivo es la injusticia social, la falta de inclusión social, la falta de vivienda, la falta de buenas condiciones de trabajo hacen que por ahí sea un trabajo mejor remunerado la venta de droga que el ser carpintero, o herrero, albañil, plomero, oficinista, técnico, abogado, médico o contador.

Entonces, tiene que ser nuestra preocupación solucionar los problemas. No le estoy echando la culpa a nadie. Estoy planteando que es un problema de todos los argentinos, que sería bueno que lo transformáramos en una política de Estado para poder combatirlo. Combatamos el trabajo esclavo y logremos que haya viviendas para todos los hombres y mujeres que trabajan en la Argentina”.

Por último, y honrando al COMPROMISO FEDERAL, denunciamos que este proyecto del Ejecutivo Nacional, lamentablemente, reitera la práctica del avasallamiento de las autonomías provinciales, una vez más. Para nosotros el contenido de varios artículos es inaceptable, porque va en contra de las provincias, de sus derechos.

Sabido es que las provincias tienen derechos preexistentes a los de la Nación y no están sujetas a un acuerdo entre bambalinas en el Ministerio de Trabajo para que un funcionario que no puede comprometer a las provincias, sí a su jurisdicción que es el Ministerio de Trabajo, firme acuerdos sin la jerarquía constitucional para obligar a las provincias. Las jurisdicciones provinciales tienen el derecho constitucional del poder de policía exclusivo y excluyente, no coordinado, no complementado, no en conjunto, no articulado.

Lo que sí debe hacer la Nación es fortalecer a las provincias y proveerle los fondos suficientes para que el poder de policía del trabajo, el control de las relaciones laborales, pueda ser ejercido plenamente y en un todo de acuerdo a la distribución de competencias establecida en la Constitución Nacional.