Tal vez por su condición de patagónicos, los Kirchner siguieron siempre en detalle el devenir de la política chilena. Al punto tal que en 1988, cuando Néstor era intendente de Río Gallegos, fletó micros a Santiago para que cientos de exiliados chilenos fueran a votar en el plebiscito convocado por el general Pinochet para intentar perpetuarse en el poder. Fue ciertamente un acto de injerencia, pero también un gesto ideológico que el propio presidente Ricardo Lagos le agradecería una vez que Néstor Kirchner se encaramó en la presidencia.

Cuando en marzo de 2006 los Kirchner concurrieron a Chile para asistir al traspaso del poder de manos de Lagos a Michelle Bachelet, quedaron conmovidos con las muestras de respaldo hacia el presidente saliente. Dicen que entonces Cristina le señaló a su esposo que así tenía que irse él de la presidencia, en los tiempos en que se especulaba con si buscaría o no la reelección.

Ya sin la compañía de su esposo y ahora ella presidenta de la Nación, Cristina volvió a Chile este verano para asistir a la nueva asunción de Bachelet, que volvió a seguir con particular interés. No hay ninguna duda de que debe haber pensado en sí misma, recorriendo el mismo camino: irse de la presidencia con alta imagen, para regresar tras un período intermedio arrasando en las urnas. Y una analogía más: Bachelet se fue de su primera presidencia traspasándole la banda presidencial a alguien del signo político opuesto.

Hace tiempo que se afirma que desde que tomó conciencia del inexorable adiós al poder en 2015, Cristina piensa que lo mejor sería no ser sucedida por alguien de su partido, habida cuenta de que no ha podido generar una descendencia que considere confiable. En rigor, si no es del PJ, mejor, pues descuenta que un peronista disidente terminará arrastrando a buena parte de lo que hoy es el oficialismo. Y como el caballito de batalla de UNEN parece que será la creación de una “Conadep de la corrupción”, todos los caminos conducen a Macri. En las antípodas ideológicas, el líder del PRO reuniría las características adecuadas para ser “el rival deseado” del kirchnerismo.

En el propio macrismo admiten que esos razonamientos existen y, lejos de preocuparlos, los entusiasman. Pero descartan que pueda existir detrás de eso la posibilidad de un pacto con el gobierno, como se habla cada vez con mayor frecuencia, y sobre todo la última semana, en la que el jefe de Gobierno porteño y la Presidenta compartieron la inauguración de la prolongación de la autopista Illia. Al día siguiente, en un acto transmitido por cadena nacional, hizo aun más ruido la presencia allí de la vicejefa de Gobierno, convenientemente exhibida durante la transmisión oficial, un elemento muy utilizado para la propaganda oficial, que esta semana también se encargó de mostrar -en un segundo plano, pero presente- al vicepresidente Amado Boudou en esos actos. Incluso el vice fue ubicado el jueves pasado junto a un incómodo Daniel Scioli.

Atenta a las cosas que se dicen sobre el deseo inconsciente de Cristina de repetir el “modelo chileno”, con ella y Macri como protagonistas, precisamente María Eugenia Vidal aclaró: “Ni Cristina es Bachelet, ni Macri es (Sebastián) Piñera”. Y para ratificar el concepto opositor que desean mantener, enfatizó: “Y si Macri llega a la presidencia, el kirchnerismo no vuelve nunca más”.

En efecto, si bien algunos encuestadores advierten al macrismo que a los votantes del PRO no les cae nada bien una buena relación con el gobierno nacional, en el entorno del ingeniero Macri admiten que si son mostrados como “el rival” del gobierno tanto mejor, que la visibilidad siempre favorece, y que sus seguidores saben muy bien que están “en las antípodas” del kirchnerismo. Y con relación a la presencia de Vidal en la Casa de Gobierno, un hombre del gobierno porteño aclaró a este medio que hace tiempo que las autoridades de la Ciudad son invitadas a los actos oficiales, pero que “en general no va nadie porque no tenemos tiempo”. El miércoles fue una excepción.

Más allá de las señales de diálogo cada vez más frecuentes entre la Presidenta y el jefe de Gobierno, las muestras de “acuerdo” se vienen dando con asiduidad y no tanto nivel de exposición en la Legislatura porteña. Allí la última semana se aprobó el convenio para instalar el monumento a Colón en frente del Aeroparque Jorge Newbery. Atrás quedaron las encendidas disputas por el desalojo de la estatua de su lugar en la plaza homónima, detrás de la Rosada. Ya lo invitarán a Macri a la inauguración del monumento a Juana Azurduy que se instalará en su lugar, veremos si asiste.

Esas muestras de proximidad no suelen darse en cambio en el Congreso, donde el PRO se alineó esta semana junto a la UCR y el FAP, que impulsaron desairar al jefe de Gabinete, en desacuerdo con la metodología de sus informes. En cambio Macri dio el visto bueno de inmediato a Federico Sturzenegger para que se sumara a la comitiva legislativa que a instancias del presidente de Diputados, Julián Domínguez, viaja a Estados Unidos para respaldar la posición oficial ante los fondos buitre. Algo que en cambio no acompañó el Frente UNEN, que emitió una declaración de apoyo, pero decidió no integrar ninguna comitiva, aunque sí lo hará uno de sus miembros, Martín Lousteau, que decidió aceptar la invitación “a título personal”, mostrando que no es fácil en el seno de esa coalición mantener posiciones homogéneas.

En efecto, si bien todos los ojos estarán puestos esta semana en Tribunales, adonde deberá concurrir Amado Boudou para ser indagado en la instancia previa al procesamiento que él mismo descuenta que se dictará cuando ya se haya iniciado el Mundial, las mayores expectativas estarán puestas en Washington. Allí, el mismo día en el que se inicia la Copa en Brasil se espera que la Corte Suprema decida si toma el caso por el litigio entre nuestro país y los fondos buitre NML Capital y Aurelius Management.

Se entiende el apoyo opositor a las negociaciones emprendidas en ese terreno: lo que allí suceda trascenderá a este gobierno. Por eso todas las decisiones que ha venido adoptando la administración Kirchner en los últimos meses, desde el arreglo con Repsol, a los acuerdos con el CIADI y el Club de París. Y la declaración de los abogados que representan a la Argentina en este litigio, diferenciada de la retórica asumida por la propia Presidenta en tiempos recientes. Un rechazo de la Corte dejaría a la Argentina a las puertas de un nuevo default.

Hechos “los deberes” y dadas las señales positivas como la del FMI el viernes, reconociendo “la implementación y los pasos iniciales tomados por las autoridades argentinas” en la puesta en marcha del nuevo Indice de Precios al Consumidor Nacional Urbano y el Producto Bruto, el gobierno espera, sino un fallo favorable en ese tribunal -no lo habrá-, ganar tiempo. Si se diera vista al Procurador, por ejemplo, se ganarían algunos meses y Argentina necesita al menos llegar hasta enero, para tener entonces las manos libres para abrir una negociación con los fondos buitre, sin estar obligados a incluir a los que en su momento aceptaron ingresar al canje de deuda.