“No te alcanzará la vida para pagarme este percance”, aseveró la desalmada abuela, imputando a Eréndira la responsabilidad por un fortuito incendio de su casa. Y así la obligó a prostituirse para pagar la deuda, al principio una vez por día, y luego reiteradas veces. Pero la misma siempre crecía, no sólo por el anatocismo del cobro de interés sobre interés, o interés compuesto, diario, sino por la incorporación de nuevos gastos que se imputaban a cargo de la deuda original. Hasta que exhausta y cansada de tanta explotación Eréndira terminó mandándola a matar. En esta historia, Gabriel García Márquez hacía referencia a la deuda externa de América Latina.

Ya Mariano Moreno, en la “Representación de los hacendados” en 1809, señalaba: “Todas las naciones, en los apuros de sus rentas, han probado el arbitrio de los empréstitos, y todas han conocido a su propia costa, que es un recurso miserable con que se consuman los males que se intentaban remediar. Esto es consiguiente a su propia naturaleza, pues debiendo satisfacerse con las primeras entradas, o se sufrirá entonces un doble déficit, o faltarán prestamistas por el descrédito de los fondos sujetos a la satisfacción. Engreídos los prestamistas por haber salvado al Gobierno de tan peligrosa situación, se contendrán difícilmente en los límites de una situación respetuosa; la obligación que contempla al jefe, los alentará a injustas pretensiones y la más leve repulsa producirá quejosos y descontentos que acusen de ingratitud y pretendan castigar con el cobro (inmediato) de sus créditos y negación de nuevos auxilios, la poca consideración con unos hombres que “salvan” al Estado con sus caudales.”

San Martín, en carta a Rosas, le expresa: “Lo que no puedo concebir es el que haya americanos que se unan al extranjero para humillar a su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempos de la dominación española. Una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer.”

En las antípodas de este pensamiento nacional, Avellaneda, al ordenar el pago del empréstito de la Bharing Brothers tomado por Rivadavia décadas antes, explica al congreso de la Nación: “Hay dos millones de argentinos que economizarán sobre su hambre y sobre su sed, para responder en una situación suprema, a los compromisos de nuestra fe en los mercados extranjeros.” Porque para ellos, honor de la Nación hay uno solo, pero argentinos sacrificables, muchos.

El 20 de junio de 1946, a poco de asumir el Gobierno, pronunciaba el general Perón aquel famoso discurso en el cual anunciaba que la Argentina iba a “repatriar la deuda.” No se trataba sólo de pagar la deuda, se trata de repatriarla, porque cuando un país esta sometido a los arbitrios de sus acreedores, carece de la soberanía política y de la independencia económica necesarias para generar la justicia social que es la razón última y el fin del Estado Nacional.

El Papa Francisco acaba de resaltar por una parte que “es intolerable que los mercados financieros gobiernen la suerte de los pueblos”, y por la otra que “el actual sistema económico no es bueno y no se aguanta más.” “No debemos poner en el centro del sistema económico al dinero sino al hombre y a la mujer”.

El ignominioso fallo del juez Griesa, confirmado por la Corte Suprema de EEUU, se inscribe en la lógica del imperialismo para América Latina. Primero, ocuparon los territorios invadiéndolos. En la década del 70’ formaron a través de la Escuela de las Américas, ejércitos cipayos que defendiendo sus intereses y con la excusa del anticomunismo, generaron las dictaduras militares más sangrientas de nuestra historia. Luego procedieron a endeudar todos los países, con deudas ilegítimas sin la contrapartida de inversión estructural alguna; por último, a través de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), mantienen la colonización cultural, con la prédica permanente de las malas noticias y el descrédito contra todos los gobiernos populares.

Pugliese le habló a los bancos con el corazón y le contestaron con el bolsillo. Sólo los vendepatria, los que integran el cipayaje neoliberal, pueden afirmar que el pago a los fondos buitres es el camino. Ellos sólo negocian desde una posición de fuerza y buscan claramente el default argentino.

La oposición está contenta. Ellos quieren que a la Argentina le vaya mal, aunque tenga que soportarlo el pueblo argentino, para derrocar al gobierno peronista.

Está en nosotros acompañar al Gobierno Nacional, que como en el 46 y en el 2003, sabrá encontrar el camino adecuado para resolver este nuevo apriete. Al menos, desde una actitud que contemple nuestra dignidad como Nación, sabremos que estaremos acompañados desde sus tumbas por Moreno, San Martín, Rosas, Irigoyen, Perón, Néstor Kirchner, Gabo García Márquez y todos los muertos en la lucha por la liberación nacional.