Se sabía que el vicepresidente Amado Boudou deseaba hacer lo que esta finalmente hizo: volver a presidir las sesiones de la Cámara alta. Lo intentó el pasado 10 de julio, cuando debía tratarse de apuro el proyecto para dar inmunidad a los activos de los bancos centrales, pero le dijeron que no. Tal era la urgencia del Gobierno por esa norma que recién el último miércoles fue convertida en ley, que su insistencia no encontró eco.

Ni bien Miguel Angel Pichetto transmitió a Olivos que la condición de la oposición para dar su apoyo al inmediato tratamiento del proyecto era que no estuviera Boudou, le dieron vía libre al jefe del bloque para brindar las garantías requeridas a los otros bloques.

Tan problemática era la situación que tres veces debió postergarse la asistencia de Jorge Capitanich al Senado, para brindar su informe bimestral. Debió haber ido el 2 de julio -primer miércoles del mes, como se ha propuesto el jefe de Gabinete cumplir a rajatabla-, pero se postergó para el 16, para evitar problemas. Luego se pasó esa fecha al 30, pero se suspendió nuevamente, argumentando esta vez que ese día era clave en la pelea con los fondos buitre y el juez Griesa.

El 6 de agosto era ideal, teniendo en cuenta que la presidenta estaría en Colombia y el vice a cargo del Ejecutivo. Sobre la marcha, cambió de planes: viajaría Boudou en lugar de Cristina, menos problemas aún. Pero es verdad que para el oficialismo estirar la situación era una verdadera complicación y para el titular del Cuerpo una humillación, teniendo en cuenta además que aun ausente seguiría estando su nombre en los discursos de la oposición que volvería a reclamar su apartamiento en cada inicio de sesión.

Más sorprendido que la oposición debe haber estado el presidente de la bancada oficialista al recibir el miércoles temprano el llamado de Cristina Kirchner, anunciándole que su compañero de fórmula presidiría la sesión y él debería defenderlo. Se sabe que Pichetto es partidario de que Boudou de un paso al costado mientras persista su situación, porque tenerlo al frente del Senado desgasta al oficialismo. Lo demostró cuando en la sesión del 2 de julio la oposición reclamó por primera vez en el recinto que al menos se tomara licencia, y él al cerrar el debate llegó a reconocer la validez del reclamo y aclarar que la decisión correspondía al propio vicepresidente y al Ejecutivo.

Pichetto juega para Daniel Scioli, es público y notorio. Especula incluso para ser su compañero de fórmula. Son datos más que suficientes para que el Gobierno lo mire con el ceño fruncido y se regodee poniéndolo en aprietos, como el que vivió por partida doble el miércoles último. Primero, al tener que transmitirle a la oposición la decisión de que Boudou estuviera presente, y luego, debiendo defenderlo como la presidenta le ordenó.

Tampoco se esmeró demasiado en hacerlo. Ese rol fue cumplido previamente por una docena de oficialistas que se dedicaron a elogiar al vice, a denunciar una campaña mediática y de las corporaciones, y a denostar a la oposición por haberse retirado del recinto. Otra vez volvieron a insistir con el helicóptero y la “costumbre” radical de no terminar los mandatos. Llegado el momento, Pichetto fue escueto y aclaró que los pedidos de la oposición no correspondían, pues el vicepresidente no es senador y por lo tanto -insistió- su decisión es personal y/o del Ejecutivo.

Y quedó claro que ambos querían que pasara lo de ayer: que estuviera Boudou en el recinto, a sabiendas de que en esas circunstancias la oposición se retiraría. Una oposición que ahora se encuentra ante la disyuntiva de ver de qué manera continúa esta pelea en la que todos los resultados no serán más que testimoniales, pues no tiene los votos suficientes para desplazar al vice, ni imponer ninguna otra resolución. Y tampoco puede reiterar indefinidamente la actitud de abandonar el recinto.

Mientras analizan qué estrategia adoptar, ven lo del miércoles más con sorpresa que frustración. Pues en un año electoral como el que ya se está viviendo prefieren íntimamente al vicepresidente “procesado y dentro del Gobierno”, que apartado del mismo y liberando al kirchnerismo de semejante desgaste.