Por Yayo Hourmilogue. El autor hace un vuelo sobre la coyuntura formulando fuertes críticas hacia la actualidad y un crudo diagnóstico sobre lo que vendrá.
No soy moyanista, ni barrionuevista, pero decir desde un ministerio y sin vergüenza alguna que “el paro no tuvo ningún impacto”, es como jugar un partido sin pelota. O peor, es como el tablero de ajedrez en lo mejor de la partida, sin los reyes.
Más difícil aun entonces, que este gobierno asuma la realidad de la inflación con los datos de una recesión. Ante un más que evidente menor consumo primario, y la caída general de la actividad económica.
Un 2% más de inflación en agosto, la madre del borrego, lo mismo que en julio pasado, y un acumulado proyectado a diciembre que cerraría entre el 38 y el 40%. Que algunos digan que un funcionario es “un pelotudo caro”, ya no asombra a nadie. Tampoco los carísimos impuestos a los que nos han condenado.
Si recurrimos al reciente Informe Lozano, tenemos que hablar de 400 mil puestos de trabajo perdidos en meses. Lapidario.
Los novatos revolucionarios hablan de la especulación del dólar; desconocen que no es el billete verde lo que genera que cada día valga menos tu esfuerzo, sino la inflación.
Números más, números menos, el mismo auto usado que valía 7 mil dólares hace dos años, en pesos figuraba a 60 mil, hoy sigue valiendo 7 mil dólares, pero en pesos cuesta 98.000 ¿El dólar empujó al peso, o el peso empujó al dólar?
Tampoco se trata de aceptar otra nube de humo, una vez más, como eso de ser “Patria o Buitres”. No puedo, no voy a entrar en eso.
Sin embargo, hay un escenario mucho más difícil que éste presente material.
Sin ánimo de herir más de una susceptibilidad (ya que cada vez cuesta más en nuestro caso, entrevistar a funcionarios y políticos, escapan con excusas pueriles), una buena cantidad de argentinos pensantes, y exigentes, que están al corriente de la letra que vive en nuestra Constitución y que la practican fuera de ella, se transforman en despiadados escépticos animales políticos. Una actitud poco conveniente a cualquier deseo de campaña.
Con elecciones en ciernes, muchos de ellos no saben a quién votar, tratando de analizar la realidad y tratando de escapar al MKT político, expuesto o subliminal, y nuevamente, la probabilidad es, “lo menos malo por decidir”. Argentina, que tiene en general un grave problema de funcionarios corruptos, chorros, no ha podido corregir “la credibilidad a futuro”, con nuevos liderazgos auténticos e independientes.
El que puede formarse, sigue mezquinando su responsabilidad colectiva partidaria. Para no contaminarla. Hay instituciones, ONGs, empresas, sectores medios, antes que la política. La política de partido parece exterminada y es suplantada por otras formas más individualistas con seguidores en formación, pero la estructura política en sí, no parece modificarse, sobre todo cuando se trata del manejo de finanzas en administraciones públicas. De hecho, no abunda La Gestión en cada Administración Política Partidaria. Y si la hubiera, en muchos casos está manchada de desviaciones y de inauguraciones inmediatamente abandonadas. Si salimos de infraestructura, hay otros negocios muy bien aplicados; “Tenemos entrecruzamientos de algunos llamados entre teléfonos de la Casa Rosada con algunos narcos. Queremos saber quiénes usaron esos teléfonos” ha declarado la jueza Servini de Cubría. Unas 200 llamadas. Y un ingreso de efedrina, base de droga sintética al país, que se incrementó 11 veces entre 2006 y 2008.
Lo que deberíamos formar desde las aulas, no sucede, o tardará décadas en ocurrir. Es como si tuviéramos el gen de la corrupción, la incapacidad y la destrucción en cada cosa que elegimos, y cada cosa que elegimos toca otras cosas que desaparecen o son destruidas. Hay intentos, que por no corresponder a todo viejo fracaso que la historia nos recuerde, están condenados antes de nacer, porque el viejo fracaso mueve sus anticuerpos ante cada cosa nueva.
Los que vienen son nuevos en lo temporal, pero no son desconocidos. Son nuevos en sus deseos e intensiones, no en sus propuestas. Si supieran que al menos, bastaría con que no roben, estaríamos en un principio. Después de exigirles no robar, se les exigiría al menos, “Saber”.
¿Cuántos menemistas hay en este gobierno? ¿A quién puedo votar, si todos los que están, son los que fueron?