El Gobierno no tardó en vincular las polémicas declaraciones del gastronómico Luis Barrionuevo con el referente opositor Sergio Massa. El sindicalista había alertado sobre la posibilidad de un estallido social en diciembre, tal como sucedió en 2001 con la caída del presidente Fernando de la Rúa o los acuartelamientos seguidos de saqueos del año pasado.

Ante estos dichos, la presidenta Cristina Kirchner aseguró que Barrionuevo busca una suerte de “matiné”, es decir, que haya incidentes en los próximos meses, antes de llegar a diciembre.

Este viernes, el jefe de Gabinete recogió el guante y salió vincular al gremialista con el líder del Frente Renovador. Es que Barrionuevo expresó públicamente su apoyo a Massa, pese que el tigrense intentó desmarcarse de su respaldo. Además, es el esposo de la diputada Graciela Camaño, una de las espadas de Massa en el Congreso.

“Lo que advertimos es que el dirigente Barrionuevo tiene una relación de afinidad y parentezco con una estrecha colaboradora de uno de los candidatos a presidente de la oposición”, analizó el jefe de Ministros en su contacto diario con periodistas en Casa de Gobierno.

El funcionario dijo que las declaraciones de Barrionuevo constituyen un delito de acción público, por lo que algún fiscal debería actuar de oficio para indagar si existen grupos o actores que impulsan una revuelta como adelantó el gremialista.

“Estas declaraciones son como el tero: dicen que en diciembre puede ocurrir tal o cual hecho y lo que en definitiva pretenden es una operación de distracción para ejecutar acciones antes”, advirtió Capitanich.

Dijo, además, que hay actores políticos y sindicales que tienen experiencia en propiciar “miedo, tensión, declaraciones antisonantes y un esquema de movilización social”. “Ya lo observamos en diciembre de 2013”, recordó.