El 13 de octubre falleció el doctor Antonio Cafiero, fraterno compañero y amigo sincero. Gracias a él, el peronismo pudo retomar sus históricas banderas y realizar, de la mano de la Renovación Peronista, toda la transformación necesaria para mantener al Movimiento, no solamente vigente sino en condiciones de éxitos electorales, cosa que así fue luego de esa gran patriada que él encabezó. Como peronista que era, siempre respetó las reglas de la democracia y cuando en la elección interna en la que se presentaba, salió ganador el doctor Menem, aceptó ese apotegma básico: el que gana gobierna, el que pierde, acompaña y jamás ni los compañeros más cercanos escucharon de su boca una descalificación, por el contrario, hizo lo posible por que los hombres y mujeres en los que confiaba, se acercaran a sostener la campaña electoral que llevaría otra vez al peronismo al Gobierno de la Nación.

Por indicación y a solicitud de la familia, el que suscribe habló, en nombre de ella y supongo de nuestros compañeros, al pie de su ataúd en el cementerio de San Isidro. No fue fácil: cómo hablar de Antonio, de un amigo que, a la vez, fue un hombre público, funcionario y militante, secretario de Comercio Exterior del primer peronismo, preso político de la mal llamada revolución libertadora y, veinte años después, preso de la dictadura de 1976; cómo hacerle justicia… Hablé desde mi corazón acongojado, manifesté precisamente esto que acabo de mencionar, de su calidad humana, de su profundo sentido cristiano de la vida, de lo que significó para todos nosotros.

Fue amigo de sus amigos y compañero de sus compañeros, gobernó con transparencia la más importante de las provincias de la República, como es la de Buenos Aires poniendo en marcha obras de infraestructura elementales, como los canales para desagotar nuestro campo para que parte de las graves inundaciones pudieran superarse, respetó siempre a la oposición, acompañó al doctor Alfonsín en esas jornadas en las que la democracia volvía a temblar…, su figura junto al Presidente radical era suficiente para que se entendiera que si se atentaba contra el gobierno, el peronismo todo estaba dispuesto a defenderlo.

En lo personal, quiero decir que era un sutil analista político, profundo observador de la realidad argentina y sus experiencias las volcaba al resto de sus compañeros y amigos que lo tenían como un referente inexcusable.

Se nos ha ido un amigo y como dice la canción es un espacio vacío difícil de ser llenado. Si bien es cierto que solamente mueren los que son olvidados, también es cierto que físicamente nos falta un grande entre los grandes como lo fue Antonio durante su larga vida política.

En este recuerdo sencillo y simple en nombre del Instituto Nacional Juan D. Perón y de la Comisión Permanente Nacional de Homenaje al teniente general Juan D. Perón queremos dejar el testimonio escrito de nuestro profundo pesar y de enorme dolor por la partida de un gran compañero.

Descanso eterno para Antonio Cafiero y nuestro sentido pésame a la amada familia que junto a nuestra recordada y querida Anita Goitía formaron hace mucho tiempo.

Lorenzo Pepe

Diputado Nacional (MC)

Secretario GeneralInstituto Nacional Juan D. Perón