Cuando durante el brindis de fin de año con periodistas, el precandidato presidencial oficialista Julián Domínguez sostuvo que la presidenta de la Nación será “la gran ordenadora” del espacio kirchnerista, e incluso pronosticó que bendeciría a “su candidato” antes de las elecciones primarias, más de uno interpretó las palabras del presidente de la Cámara de Diputados como una expresión de deseos. Al cabo de una semana en la que el principal precandidato del Frente para la Victoria fue sometido a un sistemático y sostenido esmerilamiento por parte del kirchnerismo, los dichos del hombre de Chacabuco ya no sonaron tan dudosos.

La embestida contra el gobernador bonaerense comenzó a darse inmediatamente después de que se lo viera transitar el espacio que el Grupo Clarín montó este año en la ciudad de Mar del Plata, tal vez el “lugar en el mundo” de Daniel Scioli. Esa misma tarde sonaron las primeras voces críticas contra quien fuera el compañero de fórmula de Néstor Kirchner. Primero fueron el ministro Florencio Randazzo y Sergio Urribarri, y al día siguiente se sumó el propio Julián Domínguez, todos ellos “rivales directos” de Scioli para las PASO de agosto.

Pero cuando pasado el fin de semana comenzaron a agregarse las voces críticas de otros dirigentes del kirchnerismo, el tema tomó otro cariz.

Sobre todo cuando encabezó esa embestida el mismísimo jefe de Gabinete, que desde su asunción opera como una suerte de vocero del gobierno nacional y muchos interpretan que suele expresar lo que la Presidenta piensa o, más concretamente y en ocasiones puntuales, le manda a decir.

En un tema como éste, muchos dan por sentado que cuando Jorge Capitanich dijo lo de que “o están de este lado, o están del otro lado”, expresaba exactamente lo que piensa Cristina. “O están con los grupos corporativos concentrados, o están con este proyecto político que ha transformado la vida de millones de argentinos”, dijo el chaqueño en su primera conferencia de prensa del año, ante una pregunta puntual formulada por un periodista de la Radio de las Madres, claramente cercana al kirchnerismo.

Es verdad que con cierta periodicidad, el gobernador bonaerense acostumbra a hacer ese tipo de demostraciones de diferenciación del gobierno. Da pasos mínimos, pero significativos, que lo muestran en una sintonía bien distinta en cuestiones puntuales. Así las cosas, la primera reacción ante la andanada oficial fue de beneplácito en el entorno del mandatario provincial, sobre todo de parte de aquellos convencidos de que Scioli debe dar muestras de diferenciación para sumar votos por afuera del oficialismo, condición indispensable para ganar.

Pero pasados los días y mensuradas las reacciones de otros dirigentes que suelen expresar el pensamiento de Cristina -más allá del jefe de Gabinete-, la cuestión pasó a tener un color castaño oscuro. Se percibió preocupación en el seno del sciolismo, que notó alterado al propio gobernador, que tal vez advierta cada vez con mayor notoriedad que pueden ser ciertas las prevenciones respecto de su candidatura y una intención deliberada de que él no sea el candidato que represente en octubre al Frente para la Victoria.

Ese fastidio pudo percibirse esta semana en las palabras de Scioli ante este periodista, en las que le reclamó “unidad” al resto del kirchnerismo, advirtiéndole al resto del oficialismo que “los adversarios no están adentro, sino afuera”, y dejando trascender que de lo contrario pondrán en riesgo “la victoria” que sólo él está en condiciones de garantizar.

Así como el presidente de la Cámara de Diputados deslizó con cierta ilusión su expectativa respecto de lo que pueda llegar a sugerir la Presidenta en vísperas de la hora de la verdad, otro que alberga esas esperanzas es el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo. El otro precandidato que igual que Domínguez se muestra en los afiches en compañía de Cristina Kirchner.

Tal cual indicamos oportunamente, el objetivo del hombre de Chivilcoy es acercarse en las encuestas a Scioli y estar a tiro en agosto, a no más de dos puntos. Si eso sucede, se siente en condiciones de dar la gran sorpresa. En ese sentido se ilusionó con una encuesta de Ibarómetro de diciembre pasado, en la que entre los que aspiran a la continuidad de este gobierno le asignan a Scioli un 44%, y un 38% a Randazzo. Pero el ministro se frota las manos al mostrar que dentro del kirchnerismo puro -que el sondeo calcula en un 32,8%-, el 46% se inclina por él, contra un 44% que lo hace por el gobernador bonaerense.

En efecto, los datos que surgen del sondeo nacional realizado por Ibarómetro sobre 1.500 casos, muestran a Randazzo más asentado entre los kirchneristas. Mientras entre los “continuistas”, un 35,8% votaría a Scioli en las PASO del FpV contra un 31,1% que lo haría por Randazzo; entre los kirchneristas, la relación se invierte: 39% lo haría por el ministro contra un 37,3% por el gobernador.

Cuando la pregunta gira en torno a quién creen que es el candidato preferido por Cristina, los dos sectores sugieren a Randazzo, pero la proporción se estira de tres a nueve puntos cuando pasamos de continuistas a kirchneristas.

Al pasar a las presidenciales, Daniel Scioli es más favorito. En un escenario que tiene al gobernador bonaerense compitiendo con Mauricio Macri y Sergio Massa, Ibarómetro le asigna al primero un 28,4%, 21,5 al jefe de Gobierno y 21% al diputado. En un escenario con Randazzo en lugar de Scioli, el ministro también se impondría, pero por un 26,4%, sobre el 23,6 de Massa y un 21,5% de Macri.

Son escenarios de primera vuelta, pero que entusiasman a un Randazzo desde cuyo entorno sugieren que el efecto que podría provocar en su favor una victoria sobre el favorito del FpV le daría un hándicap de proporciones para las presidenciales.

Tal vez no haya que esperar que el dedo presidencial apunte a una figura puntual; bastaría tal vez con que las señales que se esbozaron esta semana se hagan más notorias.

Los datos de Ibarómetro son algunos de los muchos y diversos que se manejan de cara a la interna del oficialismo cuando aún falta mucho para que de comienzo formal la campaña electoral, pero que alcanzan para dar por tierra con la posibilidad alentada por algunos de que la Presidenta pueda apoyar la candidatura presidencial de Scioli, sugiriéndole a Randazzo bajar a la gobernación. Más allá de que el ministro ha dicho que “es la presidencia o nada”, esta semana “quedó más que claro que Cristina nunca haría algo así para garantizarle la victoria a Daniel”, razonó ante este medio una fuente que tiene su despacho en la planta baja de la sede de Balcarce 50.