En tiempos donde han florecido bastante más de mil flores, en donde la participación en política, sobre todo de los sectores más jóvenes de la sociedad, impulsados a partir de los cambios generados por la acción de un gobierno democrático y popular que ha puesta la lupa en la protección de los ciudadanos y en la ampliación de derechos, la política ha vuelto a ser protagonista de los cambios fundamentales de la vida de todos.

Esta vuelta a la política como eje de las decisiones que se inicia con el presidente Néstor Kirchner y continúa con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, ha puesto en crisis a determinados sectores. Estos sectores que bajo distintos aspectos son los que trabajan sin pausa por un país para pocos. Hoy es un sector de cierta corporación que usa la judicialización extrema para amedrentar.

Hay un permanente intento por estigmatizar al político y a la política, que impulsan estos sectores concentrados que luchan por mantener un status y el beneficio particular por encima del colectivo. Estos intentos y maniobras, entre otros efectos nocivos, también desalientan la participación política. Pareciera que, todos los políticos en algún momento serán cuestionados judicialmente, solo por el hecho de ser políticos. Es una grave banalización del sistema republicano.

Aparecen como una contracara del ejemplo de compromiso, convicción y valentía de líderes como Néstor Kirchner o Cristina Fernández de Kirchner, que han abierto espacios concretos de participación y han fortalecido el lugar de la política como la verdadera herramienta de cambio.

Sobre estas situaciones absurdas de judicializaciones extremas es necesario reflexionar, ya no sólo sobre el accionar de grupos económicos o mediáticos, sino también sobre algunos magistrados y los intereses que se juegan en el ámbito judicial.

El trasfondo que une a todas estas acciones es un desprecio a lo que significa la política y lo que se puede generar en la sociedad a partir de la decisión y la participación política; a partir de lo que se puede generar cuando los ciudadanos se comprometen a trabajar juntos para avanzar en beneficios para las grandes mayorías y no para defender los intereses de unos pocos que siempre, históricamente, han sido los que han ganado en nuestro país.

Debemos estar tranquilos, defender la institucionalidad y la democracia, que tanto nos ha costado y no dar ni un paso atrás, para reafirmar todo lo que hemos conseguido y seguir avanzando hacia una Argentina cada día más justa e inclusiva. Y estar orgullosos de hacer y promover política.