Por María Laura Leguizamón. La desigualdad hoy es más marcada en el planeta, donde casi la mitad de la riqueza mundial se encuentra en manos del 1% de la población.
Es un hecho indiscutible que una de las mayores barreras al desarrollo de cualquier país es la desigualdad. En una encuesta del Foro Mundial de Davos 2012, los participantes consideraron la desigualdad como el mayor problema de la próxima década.
En EE.UU el 1% más rico, dobló su porción de Producto Bruto Nacional desde 1980, pasando de un 10% a un 20%, también se elevó en China, India y Europa.
En la actualidad, nos encontramos frente a una desigualdad, cada vez más marcada en nuestro planeta, donde casi la mitad de la riqueza mundial se encuentra en manos del 1% de la población.
La desigualdad es nefasta, daña a toda la sociedad, reduce el crecimiento económico, la formación del ahorro nacional, aumenta la pobreza, la deserción escolar, aumenta la violencia y la criminalidad.
Los altos niveles de disparidad golpean especialmente a los sectores más vulnerables, como ser las mujeres, los jóvenes, los indígenas.
Latinoamérica es la región donde se registra la mayor desigual, según “The Economist”, está mejorando, y esto es debido a los programas que se vienen implementado como ser la Bolsa Familia en Brasil, que agrega recursos significativos a una cuarta parte de la población del país, y otro ejemplo es la Asignación Universal Por Hijo, para trabajadores informales en nuestro país, que ha mejorado la situación de 3,6 millones de niños.
Desde la asunción del Presidente Néstor Kirchner, en el año 2003, se vienen implementando en el país políticas sociales tendientes a lograr la disminución de la brecha social, esto se ha logrado, a través de medidas puntuales como ser aquellas que implican transferencias de ingresos a los sectores más vulnerables, inclusión previsional, mayor cobertura de obras sociales, a través del PMO, aumento del presupuesto educativo, fomentando así estas políticas sociales es posible lograr un crecimiento económico que sea inclusivo y sostenible.-
La lucha contra la desigualdad se constituye en un objetivo político de primera magnitud para conseguir sociedades más sana, educadas, y pacíficas, menos violentas, más felices, en definitiva.
