La marcha del 18F fue un duro golpe al gobierno nacional, especialmente para las expectativas de la presidente Cristina Fernandez de Kirchner, que hubiera deseado ver un despliegue de ira y rencor y que nunca apareció, en las miles de personas que estoicamente permanecimos bajo la lluvia, reunidas y convocadas por espacios independientes, familiares y colegas del fiscal Alberto Nisman, anhelando entre todos el encuentro con la verdad de su muerte, para hacer justicia.

Ni la postura autista de bailar alegremente ante el silencio estrepitoso de la sociedad, evitó que esta expresión popular afectara a la presidente. Impedida de atacar a la marcha de forma directa como un intento desestabilizador hacia su gobierno, no pudo ocultar su ofuscación de sentirse interpelada por un pueblo que la sabe imputada por el fiscal homenajeado, de encubrir junto a otros de su gobierno a los que perpetraron el ataque terrorista más siniestro y doloroso de nuestro país, la voladura de la AMIA.

Y en sus intentos por minimizarla tuvo la triste reacción de poner en duda el número de ciudadanos que participamos de ella, aludiendo al acompañamiento de grandes y mejores masas populares a sus convocatorias, como un niño que envidia el juguete de otro y lo minimiza con frases como “el mío es más grande, con luces brillantes y gira y gira sin parar”.

En 9 meses termina su mandato y lo sabe, y su resistencia por permanecer en los altos estrados del poder la lleva a desenvolver actitudes autoritarias, pergeñando conspiraciones que la habiliten a instaurar una estrategia de continuidad en el sillón de Rivadavia, al menos un tiempo más.

En consonancia con este pensamiento el día sábado 21 de febrero dijo que la marcha por Nisman fue “el bautismo de fuego del Partido Judicial”, calificando al acto de “opositor y destituyente del Gobierno”. La Presidenta señaló que estos jueces y fiscales “suplantan al Partido Militar” para dar golpes de Estado, pero no “violentos” sino, ahora, con una “modalidad más sofisticada”, que incluye una articulación “con los poderes económicos concentrados y el aparato mediático monopólico”.

Y lo dijo sin inmutarse, a sabiendas que la única expresión política partidaria de la justicia se llama “Justicia Legítima”, integrada por jueces y fiscales como la procuradora general de la nación Alejandra Gils Carbó, que somete su voluntad al sentir y pensar de la presidenta. Todos sabemos que este es el verdadero partido judicial.

La respuesta del grupo de colegas de Nisman no se hizo esperar “Las pasiones desbordadas -la irracionalidad del fanatismo- deben dejar lugar al diálogo y la concordia” denunciando a los ataques presidenciales como “un vulgar y no por eso menos peligroso intento de presión y condicionamiento”.

No guardo esperanzas de cambio en la postura de la Presidente, y me preocupan ciertos grupos extremos que le obedecen ciegamente y pretenden quedarse por siempre en el poder.

Así y todo se, que el único camino hacia la transición gubernamental que aspiramos es el respeto irrestricto a los plazos electorales y la Constitución Nacional sin responder a las agresiones deliberadas, manteniéndonos firmes y decididos en nuestras convicciones y objetivos, para alcanzar el encuentro de la verdad, la justicia y la libertad que todos nos merecemos. Juntos, resulta posible.

Ricardo Raúl Benedetti

@RicBenedetti

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