Cada ocho de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Día en que todas las feministas recordamos y celebramos nuestra lucha en pos de la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres.

Siempre me es reconfortante cuando se acerca el ocho de marzo y junto a mis compañeras analizamos los logros y el camino que poco a poco vamos construyendo para alcanzar la igualdad y el reconocimiento pleno de los derechos de las mujeres.

Sin embargo, este año se aproxima la fecha y me invade la sensación de que no hay mucho por lo cual celebrar. Sensación, que se reafirma cuando debemos enfrentarnos a las tristes cifras que año a año resurgen en los medios de comunicación cuando el 8 de marzo se acerca.

En el 2014 murieron en Argentina 277 mujeres por femicidios; una de cada seis de ellas había realizado la denuncia por violencia de género[1]; 100 mujeres mueren al año por abortos clandestinos[2], siendo la principal causa de muerte materna en Argentina; las mujeres ganan un salario un 35% menor que los hombres por igual tarea.

Estas cifras debemos entenderlas como la cristalización de la ausencia de voluntad política para la elaboración de políticas públicas destinadas a erradicar la violencia de género como así también lograr la ansiada igualdad de oportunidades. Entendimiento que, también tiene su basamento en cifras que anuncian un desenlace del que nadie puede darse por sorprendido, cuando está todo dado para que el mismo sea ineludible.

El gobierno nacional “invierte” $0,80 por mujer para erradicar la violencia de género; el presupuesto destinado a políticas públicas en materia de género representan el 0,0018% del presupuesto nacional (recordemos que para publicidad destina el 0,16% del presupuesto – $16 por persona)[3]; no existen estadísticas oficiales que midan los femicidios; desde hace diez años que la cifra de femicidios no disminuye, sino que ha ido aumentando exponencialmente.

El ciclo kirchnerista esta finalizando, y en la renombrada “dekada ganada”, las mujeres hemos perdido la posibilidad de avanzar en nuestros derechos. La violencia de género, la trata de personas, la igualdad de oportunidades y el aborto legal, seguro y gratuito, son banderas que no ha levantado este gobierno, sino más que, en un ya cada vez menos eufórico, relato.

Las mujeres feministas queremos tener un motivo que celebrar este 8 de marzo, un avance en la lucha contra la violencia de género, es por ello que hacemos un llamado a la declaración de emergencia nacional en materia social por violencia de género, como reconocimiento institucional de la gravedad de la situación y punto de partida para la elaboración de las políticas de estado necesarias para su erradicación.