Por Mariela Blanco. Los políticos moviéndose al compás de los medios, en tiempos electorales. El espectador, resignado.
El jugueteo con la palabra “tabla” en el título refiere tanto a cierto modo de tratar proyectos en el Congreso como al eufemismo que alude al escenario del teatro de revistas.
El intercambio a préstamo de figuras en la cada vez mas homogénea escena mediática da escalofríos.
Del otro lado, está la sociedad, que en su calidad de espectador o audiencia, asiste a un fenómeno capital de supresión o reemplazo del debate profundo por el aquelarre televisado.
El espectador se siente resignado a ver y oír a sus líderes recitando el guión armado por algún asesor. Cuidando la línea de mirada, la arruga del traje y el nudo perfecto de la corbata, los candidatos recitan de memoria su libreto de eslóganes fragmentados, repetidos e, inclusive, aprobados por alguna encuesta de opinión.
Si esto no fuera así, los medios no se mirarían tanto el ombligo a cada rato, abundando sobre los límites del periodismo, el rol de los periodistas, la libertad de prensa y de empresa.
Todo está alterado. Los periodistas ya no preguntan. Escuchan. Desde lo alto del atril, los funcionarios pasan la letra y buscan villanos entre los trabajadores de prensa que sentaditos en fila esperan algún titular para su crónica.
La TV, sin Fort, y sin necesidad de recurrir a Süller o a Jacobo, se las arregla en estos tiempos electorales para ser entretenida.
Los políticos hacen cola para sacarle provecho a estos nuevos formatos: mezcla de talk show, reality show y show a secas. Fast food intelectual, superposición de voces, y total después TODO PASA.
Pasa el clima. Nacen osos en el Zoo y una famosa estaría saliendo con un reconocido político. Todo eso dicen los noticieros que pasa. Todo está alterado.
Parece ser que las vedettes y el rating se han vuelto funcionales a los candidatos que buscan ganar conocimiento público antes que perder tiempo en diagramar una propuesta concreta.
Por eso se prestan al show, bailan, y hasta piden ser imitados hasta el ridículo a fin de generar empatía de cara a la próxima elección. “Por interés baila el mono”, según un dicho popular. Y acá todos bailan y todos ganan.
De las “tablas” a las urnas hay un solo P.A.S.O. Mientras el griterío de la pantalla nos deja sordera intelectual, los dueños de los canales celebran la bonanza que trajo el minuto a minuto.
Mariela Blanco es periodista y analista de medios
