Está claro al cabo de doce años que las relaciones exteriores no fueron nunca el fuerte de la administración kirchnerista. Con todo, los gobiernos del matrimonio Kirchner tuvieron sus puntos altos y de los otros. Mejor le fue a Néstor, pese a ser el más desinteresado en materia internacional. El tuvo varios encuentros con George W. Bush, de quien fue invitado y anfitrión, aunque la relación no terminó nada bien, tras la Cumbre de las Américas en Mar del Plata; pero también fue recibido con honores en toda Europa.

A Cristina en cambio, que en la pareja siempre se vio como la más interesada en las relaciones exteriores, le tocaron los malos tiempos. Nunca la recibió el presidente norteamericano en Washington, y si bien disfrutó bastante de las cumbres del G20, no terminó del mejor modo con sus integrantes. Protagonizó exóticas visitas a países como Angola y Vietnam, y terminó identificada con Ecuador, Venezuela y Cuba. Dejando de lado el acuerdo con Irán, CFK concluye su segundo mandato apoyándose en China y Rusia, naciones cuyas virtudes no pasan por el apego a la democracia.

Su acercamiento a ambos gigantes es visto tanto como una cuestión de necesidad de caja, como una respuesta desafiante a la frialdad de los países centrales de Occidente. Aunque si bien es cuestionable el misterio que puede subsistir en las decenas de acuerdos que se han suscripto con Rusia y China, en el marco de un gobierno al que le quedan apenas siete meses de mandato, es dable destacar que se trata de dos potencias integrantes del BRICS, al que Argentina desearía pertenecer como sí lo hace nuestro socio principal Brasil.

Se sabe también que en esa costumbre habitual de Cristina de privilegiar el ámbito interno por sobre el internacional, suele actuar en ese plano estrictamente para la tribuna local, en particular sus partidarios. Por eso le habla a EE.UU. más para cautivar a sus seguidores que para que la escuche Obama. Y suele usar los discursos en el extranjero para mandar mensajes internos. O declaraciones, como las que hizo esta última semana a la televisión rusa, en el marco de un reportaje como los que no concede en Argentina desde el último que le dio a Jorge Rial, antes de aquel hematoma subdural que la llevó al quirófano.

Allí, el periodista Ignacio Jubilla le hizo la pregunta que cualquier reportero argentino querría formularle: si tiene predilección por algún candidato. Y vino la respuesta que, previsiblemente, haría carrera: “Favoritos tenían los reyes, y favoritas. No, no, no, no, no. Eso es de la monarquía. Eso no es de la democracia”. La primera reacción fue vincular los dichos presidenciales con Mauricio Macri, que dijo abiertamente quién le gustaría que lo sucediera en la Ciudad, cuestión que se definirá este domingo en las urnas. Puede que lo haya hecho de exprofeso, pero lo cierto es que más efecto provocó esa frase hacia adentro del Frente para la Victoria.

En La Ñata deben haber descorchado un champán, al dar por concluido que la Presidenta no se inclinará abiertamente por ninguno de los precandidatos presidenciales de su partido. Se sabe que más de uno de los competidores de Daniel Scioli esperaban desde hace tiempo que antes de las PASO Cristina emita señales concretas que puedan ser tomadas como la elección de un delfín. Convencido de que jamás será bendecido por la mandataria, el gobernador bonaerense espera al menos que ella no se incline por otro. Se entiende entonces el beneplácito que esa frase expresada al canal RT fue música para los oídos sciolistas.

Sin nada que festejar al cabo de la segunda ronda del nutrido calendario electoral 2015, donde los precandidatos K no tuvieron escenario al que subirse para ser vitoreados, pues tanto en Santa Fe como en Mendoza ganó la oposición, se preparan para otro fin de semana sin celebraciones. Peor aún, con festejos ajenos. Pues saben que en Neuquén el intendente K de Cutral Có no podrá dar un batacazo, pero el MPN al fin y al cabo es un aliado -lo seguirá siendo del próximo gobierno-; mas en la Ciudad de Buenos Aires, no hay manera de evitar el protagonismo de Mauricio Macri. La apuesta de mínima apunta para el kirchnerismo a esperar que al menos no se imponga el elegido por el jefe de Gobierno. En ese caso, pasarán un buen tiempo agitando el parche sobre esa cuestión a través de los voceros oficiales.

Es la misma expectativa que tiene Sergio Massa, cuya capacidad de reconstrucción ha sido puesta a prueba por la persistente erosión que sobre él ha generado la difusión de encuestas que lo depositaron en el extremo inferior del podio. Desde entonces ha buscado afanosamente recuperar posiciones; lo hizo con una velocísima recolección de millones de firmas contra el pliego de Roberto Carlés -que pasó desapercibida, más allá de algún título en los medios-, y lo hará con el acuerdo que pueda alcanzar con José Manuel de la Sota y, tal vez, Adolfo Rodríguez Saá. Madura una gran interna entre ellos para las PASO, o tal vez la fusión en una fórmula común. En uno u otro caso, Massa termina circunscribiendo su perfil al peronismo disidente, que no es lo que se había propuesto al inicio de su campaña.

Amén de ello, el líder tigrense aspira para este domingo a que se le agüe la fiesta a su rival del PRO, aunque ello implique números más modestos para el sacrificable Guillermo Nielsen.

Mauricio Macri espera todo lo contrario: coronar una semana que se inició con victorias en Santa Fe y Mendoza. En el primero de los distritos pudo festejar en vivo, mostrándose nuevamente en público junto al senador Carlos Reutemann; en la provincia cuyana, en cambio, no apareció en las fotos, pero quedó claro su respaldo al ganador. Y en la semana, para despecho del massismo, Macri logró anudar acuerdos en varias provincias. En Tucumán, donde el radical José Cano suscribió el martes un principio de acuerdo con el líder del PRO local; anudó al día siguiente un entendimiento con el radicalismo pampeano, y concluyó la semana abrochando el más saliente de los pactos, mostrándose junto a Ernesto Sanz en la presentación de la alianza con la UCR cordobesa y el juecismo.

La frutilla de ese postre se comerá, con mayor o menor gusto, este domingo.