Hay que reconocerle a Sergio Massa que cumplió con lo que anticipó ante sus íntimos inmediatamente después de las elecciones de 2011. Conocedor de la sentencia de que “en política no hay que dejar pasar el tren”, anticipó esa vez -con los números frescos de su arrolladora reelección en Tigre, y favorito para la gobernación bonaerense en 2015- que en 2013 dejaría la intendencia para ir como diputado nacional.

No vamos a recordar cómo sobrevinieron los acontecimientos. Massa terminó siendo candidato a diputado nacional, pero no por el Frente para la Victoria, sino por un partido que él mismo armó y lidera, y a través del cual enfrentó y venció al kirchnerismo. Se extendió la convicción de que tan importante fue esa actitud, que con su victoria Massa logró frenar la re-reelección, pero esa ya es otra cuestión que hasta debería ser revisada.

Lo cierto es que, con los números en la mano, el tigrense resolvió a saltear el paso intermedio que se había planteado para su objetivo final: la presidencia de la Nación. Y aun antes de octubre de 2013 -ya habiendo registrado en su haber la victoria en las PASO-, se sabía que iría por la candidatura presidencial este año.

Algunos le advirtieron que entre los inconvenientes con los que debería lidiar figuraría el hecho de tener que dejar el Ejecutivo: le sería difícil brillar en el Poder Legislativo y mantenerse en vigencia dos años sin ostentar ningún cargo ejecutivo. Lo contrastaban ya entonces con los que hoy son sus principales rivales, Daniel Scioli -gobernador bonaerense- y Mauricio Macri -jefe de Gobierno porteño-, pero habría que tener en cuenta de todos modos que en última instancia Massa no hubiera sido más que intendente de un municipio, y las diferencias hubieran seguido siendo marcadas.

Ni qué decir además si la suya hubiera terminado siendo una candidatura testimonial.

Por el contrario, Sergio Massa decidió avanzar con la estrategia de limar al kirchnerismo en el lugar donde eso podría ser más notorio. Soñaba el massismo que con la presencia de su líder en el propio Congreso éste pudiera oficiar como imán para otros dirigentes que se aproximaran desde otras bancadas, sobre todo el kirchnerismo. Atento a lo sucedido en el FpV tras la guerra con el campo y la derrota legislativa de 2009, el Frente Renovador esperaba con los brazos abiertos a dirigentes en general y legisladores en particular que buscaran nuevos rumbos pensando en 2015.

El comienzo fue auspicioso, pero con el paso del tiempo la “temporada de garrochas” se demoró y terminó cerrándose sin mayores resultados.

Como sea, el nacimiento del FR se dio como partido provincial, y como tal logró incorporar a la Cámara baja a 15 diputados, encabezados por Sergio Massa. Pero de esa cantidad, tres correspondían al Pro, probando el acuerdo que entre ambas fuerzas se estableció para las elecciones de entonces. Es así que Soledad Martínez -sexta de la lista-, Gladys González -décimo segunda- y Christian Gribaudo -décimo tercero- se fueron al bloque que conduce Federico Pinedo al jurar como diputados.

El massismo ya contaba en la Cámara baja con algunos legisladores propios, encabezados por Graciela Camaño y Felipe Solá, y soñaba con absorber de inmediato a buena parte del peronismo disidente, que actuaba bajo el paraguas de “Peronismo Federal”. Sin embargo, pese a los amagues que hubo, no se registraron incorporaciones masivas.

Los trece diputados que llegaron encabezados por Massa fueron Darío Giustozzi, Mirta Tundis, Felipe Solá -que renovó su banca a través del FR-, José Ignacio de Mendiguren, Adrián Pérez, Sandro Guzmán, María Azucena Ehcosor, Gilberto Alegre, Héctor Daer, Marcelo D’Alessandro, María Liliana Schwindt y Eduardo Fabiani.

El FR solo pudo incorporar a la radical Laura Esper, que asumió en lugar de Graciela Ocaña -quien había llegado al Congreso integrando la lista de candidatos a diputados nacionales bonaerenses de la frustrada alianza que llevó a Francisco de Narváez como candidato a gobernador y a Ricardo Alfonsín como candidato a presidente-. Esper se incorporó al FR en función de la alianza de su jefe político, el intendente radical de San Isidro, Gustavo Posse, con Sergio Massa, y ante el alejamiento de ambos, ella se mantiene en el FR (ver aparte).

También integrante de esa misma lista, Alberto Roberti dejó el denarvaísmo para acercarse al massismo, junto a su esposa, la diputada provincial Mónica López. Se sumó además como aliado el diputado bonaerense de Unir Alberto Asseff, que fue diputado a través de la lista de los Rodríguez Saá, Compromiso Federal.

De los diputados con mandato hasta 2015 les quedó la entrerriana María Cristina Cremer de Busti, que se incorporó como aliada. En esa misma condición se integraron los chubutenses Mario Das Neves y Elida Lagoria, con mandato hasta 2017.

Los únicos diputados que pasaron al FR provenientes del Frente para la Victoria fueron el santafesino Oscar “Cachi” Martínez -que en las últimas elecciones de su provincia fue consagrado candidato a gobernador por esa fuerza, venciendo al dirigente agrario Eduardo Buzzi-, y el fueguino Rubén Sciutto, también como aliado en este caso, pues mantiene su monobloque Peronismo Más al Sur.

En el Senado al massismo no le ha ido mejor. Si bien sabían que allí sería más complicado, el Frente Renovador solo incorporó al sanjuanino Roberto Basualdo. Sergio Massa se había ilusionado con Carlos Reutemann, quien después de mostrarse varias veces a su lado, se fue molesto con las actitudes del tigrense, y hoy es un importante aliado de Mauricio Macri.

En esa cámara son más las simpatías que Massa ha cosechado, que adhesiones formales. Y curiosamente no las cosechó en el peronismo, sino de parte de radicales que en la mayoría de los casos necesitan del aporte massista para sus candidaturas provinciales: Gerardo Morales, Luis Petcoff Naidenoff, Nito Artaza y el exsenador y hoy diputado José Cano.

Así las cosas, la fuerza del Frente Renovador en Diputados consta formalmente de 17 diputados de la bancada que conduce Darío Giustozzi -en realidad son 16, ya veremos por qué-; más los aliados Alberto Asseff, Cristina Cremer de Busti, Mario Das Neves, Elida Lagoria y Rubén Sciutto. A los que hay que sumar a Francisco de Narváez, socio electoral como precandidato a gobernador bonaerense. Total: 22 diputados.

¿Por qué son 16 diputados los integrantes del bloque y no 17? Por Sandro Guzmán, el intendente de Escobar, que pasó sin pena ni gloria por la Cámara de Diputados -no presentó ningún proyecto, no habló nunca, y fue de los que más faltaron a las sesiones el año pasado (8 veces)-, terminó abandonando el Frente Renovador para volver como intendente, condición que ostentó varios meses, haciéndose acreedor a varias denuncias por “doble cargo”. Lo malo para el FR es que al volverse al kirchnerismo lo hizo prestándole al oficialismo un servicio: no renuncia, imposibilitando así que asuma Horacio Fernando Alonso, el massista que sigue en la lista.

Autoridades legislativas

Como una demostración de fuerza, el Frente Renovador buscó alzarse con puestos jerárquicos en las legislaturas donde se hizo fuerte: la Cámara baja y la Legislatura bonaerense.

Con esfuerzo logró quedarse con la vicepresidencia 3ra. de Diputados, arrebatándosela al interbloque del Frente Amplio Progresista que dos años antes había logrado ganarle la pulseada al Peronismo Federal. Ahora, con los resultados de 2013 en la mano, esa bancada reunía 15 integrantes, menos que el FR y el Pro, que se disputaron entonces el lugar. El macrismo hizo cuentas, pero con aliados lograba arañar las 20 bancas. El FR de Sergio Massa le ganó la pulseada sumando a los 13 diputados electos, más cuatro con mandato hasta 2015 y un puñado de legisladores con los que llegó a arañar los 22 escaños: los chubutenses Mario Das Neves y Elida Lagoria; la entrerriana María Cristina Cremer de Busti, el fueguino Rubén Sciutto y el bonaerense Alberto Asseff, flamante incorporación del massismo.

Diputados del FR presiden las comisiones de Análisis y Seguimiento de Normas Tributarias y Provisionales (Ignacio De Mendiguren); Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia (Felipe Solá) y de la Tercera Edad (Mirta Tundis). El aliado Rubén Sciutto preside Población y Desarrollo Humano.

En la provincia de Buenos Aires, el Frente Renovador se hizo realmente fuerte en las dos cámaras. Ocupa la vicepresidencia I en Diputados y la II en el Senado.

Un panorama diametralmente opuesto lo presenta en la Legislatura porteña, donde el Frente Renovador nunca pudo hacer pie y solo consiguió en plena campaña porteña sumar al legislador Javier Gentilini, proveniente de Proyecto Sur. Ese legislador se había mostrado entusiasmado cuando circuló la versión de que Pino Solanas sería el candidato a jefe de Gobierno de Sergio Massa en el distrito, y finalmente se incorporó por las suyas al FR cuando esa posibilidad se desvaneció. El diputado cuenta con mandato hasta fin de año y no tiene posibilidades de ser reelecto. Está claro que la Ciudad de Buenos Aires no es el fuerte del massismo; que le pregunten sino a Guillermo Nielsen.

Apogeo y meseta

La experiencia legislativa del Frente Renovador no fue demasiado relevante, pero no hay que achacárselo. Hicieron lo que pudieron, y con la actual relación de fuerzas, la oposición no puede hacer más de lo que hace en ambas cámaras. El mayor logro del que puede jactarse el massismo es lo realizado con el anteproyecto de reforma del Código Penal, que Sergio Massa recogió como bandera y llevó a las calles para frenarlo. Y no solo lo consiguió, sino que también logró encolumnar detrás suyo al resto de la oposición.

Pero el efecto se dio ya no dentro del Congreso, sino fuera, en las calles, adonde el massismo se dirigió para recoger firmas contra el Código. Fue además una eficaz forma de hacer campaña.

Lo mismo intentó hacer con la designación de Roberto Carlés para la Corte Suprema de Justicia, anunciando una campaña para recoger firmas para frenar su pliego, cuando en realidad el resto de la oposición ya había hecho algo más eficaz, anunciando su decisión de no avalar ni esa, ni ninguna otra designación del Ejecutivo para cubrir la vacante de Raúl Zaffaroni.

Igual, el massismo siguió adelante con el tema y terminó presentando en el Congreso “más de un millón de firmas” recolectadas en apenas una semana -no se sabe cómo habrán hecho semejante proeza-, en el marco de una conferencia de prensa en la que se presentó junto al resto de la oposición en ambas cámaras.

Previsiblemente, los ojos de todos estuvieron puestos en el papel de Sergio Massa en la cámara. Ciertamente no se destacó, comenzando por su escasa presencia en el recinto. Las ácidas críticas se canalizaron mayormente a través de las redes sociales, donde se llegó a poner en venta su banca con un irónico “sin uso” y “en perfecto estado”. En rigor, el precandidato presidencial faltó solo a cuatro de las 21 sesiones del año pasado. El problema es que llegó tarde a la mayoría de ellas y se ausentaba a lo largo de los debates para regresar a la hora de las votaciones. Y no siempre.

Massa registra mucha actividad en materia de iniciativas: presentó 23 proyectos de ley en lo que lleva de gestión. En cuanto a sus discursos, solo habló en sesiones de minorías, pronunciando 1.311 palabras.

Precisamente el bloque del FR tuvo especial participación en esas sesiones en minoría, con el objeto de impulsar proyectos para modificar el mínimo no imponible.

Pero más allá de la participación legislativa, el eje del debate hoy pasa en el massismo ya no por sumar tropa parlamentaria, sino por contener a los propios, dentro y fuera del Congreso. Que no se extienda lo sucedido con Sandro Guzmán, que se hizo fotografiar con Aníbal Fernández al formalizar su retorno al Frente para la Victoria, y como viene sucediendo con otros dirigentes de la Provincia.

En ese marco, los renovadores deben lidiar con la guerra de versiones que siguen echándose a correr. Algunas que involucran al propio presidente del bloque, Darío Giustozzi, a quien se consigna disconforme con la suerte de su precandidatura a gobernador, y temeroso de lo que pueda pasar en su propio distrito. Tan preocupado estaría que hasta se habría desentendido de sus tareas al frente del bloque, consignaron esos trascendidos.

El clima de debate interno se mantiene en un segundo plano, pero subsiste. Aunque en hay quienes como el diputado Alberto Asseff no tienen problemas en exponer públicamente sus reparos. Arrancó una semana antes del traspié porteño, cargando contra los “armadores” del massismo, a los que calificó como “peritos en demolición, en lugar de lo que deberían ser, maestros mayores de obra”. Y si bien rescató la “experiencia y visión” de Sergio Massa, advirtió que “esas virtudes se neutralizan por una notoria falla organizativa”. Luego el mismo diputado expresó sus reparos sobre el rumbo electoral del Frente Renovador, preguntándose si la diversidad propuesta terminaría recalando en una “variante del justicialismo”.

“En este contexto insípido y desmotivante, los ‘entendidos’ sostienen que hay que abordar sólo la llamada ‘agenda de la gente’. Supuestamente la ciudadanía sólo quiere oír que rebajen el impuesto a las ganancias, que no se toquen ANSeS ni Aerolíneas, que la idea del estatismo creciente no se discuta, que los planes sociales prosigan intactos -apenas se admite alguna idea sobre ‘la cultura del trabajo’ porque cae bien en el auditorio-, que el futuro será mejor y que tendremos seguridad porque dispondremos de más cámaras, más cárceles y desaparecerán los jueces ‘sacapresos’”, expresó ese diputado en un directo cuestionamiento al eje del discurso de su líder.

Ruidos internos, el trasfondo de una situación que irá decantando conforme avance el cronograma electoral y se aproxime la hora de definiciones.

Aquí están, estos son

El bloque del Frente Renovador que preside Darío Giustozzi está integrado por Sergio Massa, Gilberto Alegre, Graciela Camaño, Marcelo D’Alessandro, Héctor Daer, José Ignacio de Mendiguren, María Azucena Ehcosor, Laura Esper, Eduardo Fabiani, Oscar “Cachi” Martínez, Adrián Pérez, Alberto Roberti, María Liliana Schwindt, Felipe Solá y Mirta Tundis,

Son aliados del FR Alberto Asseff, María Cristina Cremer de Busti, Mario Das Neves, Elida Lagoria, Rubén Sciutto y Francisco de Narváez.

El massismo bonaerense

Que la provincia de Buenos Aires es el territorio donde nació y mejor germinó el Frente Renovador de Sergio Massa no es un secreto para nadie. Fue en esas llanuras donde consiguió derrotar al FpV-PJ en las pasadas legislativas de 2013. Hay que decirlo, esa alianza transitoria que se alzó en la principal provincia de la Argentina incluía a en sus filas al Pro de Mauricio Macri. Pero el massismo, en términos generales, entendió que el triunfo les era propio, que poco fue lo que le aportaron los socios de aquel acuerdo.

Si miramos la Legislatura, está claro que la participación de aliados fue realmente periférica. Solo dos diputados, Orlando Yans y Walter Carusso, abandonaron el colectivo en la Cámara baja; el primero para conformar, en principio, el bloque Pro, aunque luego paso a las filas del Junto Por Buenos Aires, mientras que el possista Carusso, en compañía de un diputado radical, creó el bloque Espacio Abierto. En el Senado, las bajas fueron parecidas; en principio son tres senadores los que abandonaron el FR y así el bloque perdió la condición de primera minoría para pasar a ser segunda, tras la del FpV-PJ. Roberto Costa preside el bloque de JxBA, mientras que Baldomero Álvarez de Olivera y Alfonso Coll Areco están en tránsito hacia el oficialismo, aunque aún no formalizaron en recinto.

No obstante las deserciones, los renovadores constituyen la segunda minoría en ambos recintos y si bien no pueden por sí solos obstruir el quórum del oficialismo si traban de forma significativa la posibilidad de los dos tercios.

Otra característica que tienen las bancada massista en la Legislatura provincial es su juventud en el recinto. De los 20 diputados que integran el bloque, 14 tienen mandato hasta 2017 y los senadores son 12 de 17. Así que el futuro los tendrá como protagonistas importante de la Legislatura que viene, pero eso será otra historia.

Además, en el recorrido hasta aquí, los massistas se encontraron con aliados incondicionales a partir del acercamiento con las huestes de Francisco de Narváez. Dos diputados que aun no integran el bloque son considerados como propios: Mauricio D’Alessandro y Guillermo Britos.

En relación directa a la dimensión cuantitativa es que los diputados del FR comandan 10 presidencias de comisión de las 38 que funcionan permanentemente; en el Senado, conducen 9 de las 25 comisiones permanentes.

Las referencias formales de los conjuntos que actúan en la Legislatura provincial del FR tienen nombres propios. Mientras el conductor de la bancada de senadores es Jorge D’Onofrio, la senadora Malena Baro es la vicepresidenta II del alto cuerpo. En tanto, en Diputados Jorge Sarghini es el presidente del bloque y Ramiro Gutiérrez es el vicepresidente I. En ambos cuerpos tienen las máximas autoridades que ostenta la oposición.

Legisladores bonaerenses del FR

Tienen mandato hasta 2017 los senadores Hernán Albisu, Malena Baro, Roque Cariglino, Jorge D’Onofrio, Lorena Ferraro Medina, Sebastián Galmarini, Patricio Hogan, Fernando Moreira, Gabriel Pampín, Carolina Szelagowski, Alejandro Urdampilleta y Héctor Vitale. Los legisladores cuyos mandatos vencen a fin de año son Leonor Granados, Diana Larraburu, José Luis Pallares, Patricia Segovia y Roberto Sorchilli.

Los diputados provinciales del Frente Renovador son Jorge Sarghini, Carlos Acuña, Juan José Amondarain, Lisasndro Bonelli, María Marta Corrado, Rodolfo Di Pascuale, Pablo Garate, Mario Giacobbe, Julio Ledesma, Mónica López, Víctor Monfasani, María del Huerto Ratto, María Elena Torresi y Sergio Villordo. Con mandato hasta 2015 están Alfredo Antonuccio, Valeria Arata, Rubén Eslaiman, Ramiro Gutiérrez, Ricardo Jano, Ricardo Lissalde, Mauricio D’Alessandro y Guillermo Britos.