Por Hugo Quintana y Elisa Dietrich. El secretario general de APOC y la secretaria General Seccional Tierra del Fuego salen al cruce de la gobernadora fueguina advirtiendo que una gestión transparente fortalece la institucionalidad.
Ante los dichos de la candidata a gobernadora de Tierra del Fuego por el Frente para la Victoria, Rosana Bertone, sobre su intención de suprimir elementos del control porque considera que “el control previo burocratiza la gestión pública” nos vemos en la obligación de responderle que el control es una garantía para la ciudadanía y que el control no es oposición.
El control es solo oposición para quienes quieren hacer suyo lo que no les es propio, para los que quieren hacer cosas que no corresponden, para el resto solo es límite al poder.
Los primeros que queremos optimizar el control somos los trabajadores pretendiendo sentirnos cada día más útiles para la sociedad a la que pertenecemos.
La Dra. Bertone sostuvo en declaraciones a “El diario del Fin del Mundo” que “un organismo que está para controlar, para que todo sea transparente se pone en situación de impedir” y afirmó que el “control tiene que ser posterior”.
Queremos destacar que la peor imagen que se puede dar del control, y la más frustrante para las personas que trabajan en esa función, es decir que sirve para contar los muertos y establecer las causas de los decesos.
Asimismo, estamos convencidos de que una gestión transparente fortalece la institucionalidad y todos queremos instituciones fuertes.
La condición del control es voluntad política de ser controlados. Hay que distinguir entre temperatura y sensación térmica.
No nos convencen con el famoso gatopardismo que implica cambiar todo para no cambiar nada.
Si no hay sanciones, o éstas son tardías o invisibles, la impunidad contagia y seduce; ni siquiera hay riesgos de costos en términos de reputación. La impunidad es el gran portal de entrada a la corrupción sistemática. La sanción de las irregularidades e incumplimientos, el castigo justo de los crímenes, juegan un papel instructivo. No hay nada peor para moldear el carácter moral de una sociedad el que ésta verifique que la impunidad está enseñoreada.
Los organismos de control deben ser organismos netamente técnicos, independientes y con presupuestos adecuados que garanticen esa independencia.
Para finalizar advertimos que el control no debe agotarse en la observación y la recomendación, por eso debe superarse el prejuicio que condena al organismo de auditoría a ser un testigo pasivo de cómo sus informes caen en saco roto.
