Por Eric Calcagno. El titularde la Comisión Bicameral de la Deuda Externa de la Nación realiza un análisis que lleva a las raíces de la dependencia y el subdesarrollo.
La deuda exterior ha sido uno de los condicionantes de la historia argentina. Esa subordinación comenzó con el empréstito tramposo contratado en 1826 con Baring Brothers y continúa hasta ahora, con la estafa extorsiva que pretenden los fondos buitre. Durante casi 190 años, esta deuda fue uno de los hilos conductores del vasallaje externo y una de las bases del poder del establishment, cuya composición fue variando con el tiempo. Así pasó del antiguo poder agrario al actual conglomerado financiero-comunicacional; y del predominio de Inglaterra al de Estados Unidos. Pasaron las hegemonías de grupos y sectores, pero esta deuda estuvo siempre presente como un instrumento de sujeción.
Esa situación de país dominado fue tolerada por la mayor parte de los gobiernos. Por supuesto, hubo presidentes populares -en especial Yrigoyen y Perón- que defendieron la soberanía nacional; pero en general se consideraba a este tipo de endeudamiento como un dato más de la realidad, tan inexplicable como el universo, tan inevitable como la lluvia. Nunca se la investigó a fondo de modo global. Se examinaron casos escandalosos aislados; por ejemplo, el informe sobre fuga de divisas durante el año 2001, realizado por una comisión especial de la Cámara de Diputados de la Nación.
La deuda exterior bajo la dictadura militar
El análisis profundo de esta deuda lleva a las raíces de la dependencia y el subdesarrollo. Veamos los casos de la última dictadura militar y de la convertibilidad.
Los estudios sobre la deuda en el período militar 1975-1983 muestran que el país se endeudó sin necesidad: las exportaciones financiaban con comodidad todas las importaciones necesarias para el funcionamiento del aparato productivo y las divisas necesarias para los pagos financieros. Pero las intenciones del gobierno eran otras, como se advierte en el destino del endeudamiento: el 44% de los préstamos se dedicó a financiar la evasión de capitales, el 33% al pago de los intereses y el 23% a compra de armas e importaciones no registradas. En ese período el endeudamiento fue de 37.000 millones de dólares, que no se aplicaron a la inversión fija bruta, que cayó del 20% del PIB en 1975 al 15% en 1983. Además, la deuda privada fue estatizada en 1981 y 1982.
La convertibilidad
Si bien el endeudamiento externo fue una constante de la vida política y económica argentina, el período neoliberal tuvo rasgos que agravaron sus efectos nocivos. El endeudamiento dejó de ser un auxiliar de la producción, para convertirse en una fuente autónoma de poder y de ingresos. Toda la política, la general y la económica, pasó a depender de las fuentes de financiamiento, con lo que los países acreedores controlaron la política económica argentina.
El endeudamiento externo fue el combustible que permitió funcionar a la convertibilidad. Entre 1990 y 2001 la deuda exterior aumentó en 80.000 millones de dólares. La convertibilidad se terminó cuando se comprobó que la crisis argentina no era de iliquidez sino de insolvencia. Entonces se acabaron los préstamos y se derrumbó la convertibilidad.
Para entender lo ocurrido y defender el futuro, es necesario analizar la configuración del nuevo poder económico y financiero, a escala internacional y nacional. Surge la duda acerca de si estamos enfrente de una actitud marginal por parte de especuladores financieros, o si, por el contrario, es un presagio de cómo se desarrollará el capitalismo financiero en el futuro cercano.
Formación de la Comisión Bicameral para investigar la deuda externa
En septiembre de 2014 se promulgó la ley 26.984 referida al pago soberano local de la deuda exterior de la República Argentina. Esta ley incluye la creación de una Comisión Bicameral Permanente para “investigar y determinar el origen, la evolución y el estadio actual de la deuda exterior de la República Argentina desde el 24 de marzo de 1976 hasta la fecha, incluidas sus renegociaciones, refinanciaciones, canjes, megacanje, blindajes, los respectivos pagos de comisiones, default y reestructuraciones, emitiendo opinión fundada respecto del efecto de los montos, tasas y plazos pactados en cada caso, y sobre las irregularidades que pudiera detectar”.
Se le encomienda específicamente “1. El seguimiento de la gestión y los pagos que se realicen. 2. La investigación de la licitud o ilicitud de la adquisición hostil operada por los fondos buitres”.
La Comisión Bicameral Investigadora y el desendeudamiento
La constitución de esta Comisión es coherente con la política de desendeudamiento comenzada por Néstor Kirchner y continuará con Cristina Fernández de Kirchner. Significa, en primer término, la recuperación de la soberanía económica, lograda con el desligamiento del Fondo Monetario Internacional; ahora es el gobierno argentino quien elabora nuestra política económica. Continuó después con la disminución drástica de la deuda pública externa, que cayó del 62,1% del PIB en 2004 al 11,6% en 2011. Este hecho fue fundamental para atravesar la crisis internacional de 2008 con tasas de crecimiento del PIB positivas.
La importancia de la Comisión excede el beneficio de tener mejores estadísticas de la deuda y de su evolución, no sólo con la indicación de los montos de que se trata, sino también con la determinación de los agentes económicos que participaron en las operaciones. De ese modo, la política de desendeudamiento gana en consistencia y contundencia. El tema de la deuda deja de ser una abstracción estadística o un problema académico para convertirse en un instrumento vivo de política práctica. Esta virtud es importante en el caso de los fondos buitre, que la ley de pago soberano encarga estudiar, y que permitirá examinar en qué medida existe un complejo financiero-mediático-buitre internacional y local, así como evaluar cuál puede ser su grado de influencia. En eso estamos.
