Muchas expectativas habían puesto oficialistas y opositores este domingo de cinco elecciones provinciales. No era para menos, pues se trató del prolegómeno de las primarias de agosto.
Por José Angel Di Mauro
La película completa se mirará en todo caso en agosto, con los resultados definitivos de las PASO. Allí podrá verse definitivamente cómo están todas las fuerzas paradas de cara a las elecciones generales a realizarse dos meses después. Mientras tanto, lo que se ha venido viendo cada domingo de este dilatado cronograma electoral son fotografías que han servido para matizar el clima político y formar parte de la campaña misma.
Así las cosas llegamos a este 5 de julio al que se definió como un “superdomingo”, habida cuenta de la realización en el mismo día de elecciones en cinco distritos. Lo cual no es poco, si se tiene en cuenta que esos distritos congregan el 20,86 por ciento del padrón general del país. Entre esas elecciones tuvimos la de Córdoba, el segundo distrito en cantidad de electores, con el 8,68 por ciento, y la Ciudad de Buenos Aires, con el 7,95 por ciento, y cuarto cuantitativamente hablando. También hubo dos en distritos más pequeños, como La Rioja (0,84 por ciento) y La Pampa (0,86), pero previsiblemente lo que sucedió en esos distritos estaba destinado a resonar en el resto del país.
La quinta provincia donde ayer hubo elecciones fue Corrientes, la única donde no se eligió gobernador -por imperio de sucesivas intervenciones quedó desfasada del resto del país y tendrá elecciones ejecutivas el año que viene-, y la que menos expectativa despertaba entonces. Era también la que tenía el resultado más cantado de antemano.
Oficialismo y oposición se jugaban mucho este “superdomingo”. Comenzando por la Ciudad de Buenos Aires, por lejos la elección de mayor visibilidad de este domingo. La expectativa no estaba aquí puesta en el ganador, pues era claro que se impondría el PRO; la cuestión pasaba por la magnitud del triunfo y la disputa por el segundo lugar, saldada en detrimento del kirchnerismo, que vivió así su primera frustración del domingo: quedó claro que el Gobierno se había propuesto seriamente desplazar a Martín Lousteau, al punto tal de ponerle el cuerpo la propia Presidenta a la campaña para apuntalar a Mariano Recalde, a quien ella misma eligió como candidato.
El PRO jugó ayer de manera distinta a como lo venía haciendo los últimos días. Consciente de las dificultades de superar el 50 por ciento, buscó dejar eso claro en los días previos a la elección, cuestión de aventar expectativas, por un lado, y sobredimensionar la victoria, en caso de que la distancia fuera mayor a la esperada. Sin embargo ayer desde las primeras horas de la tarde comenzaron a circular bocas de urna que daban una victoria abrumadora del PRO, orillando el 50 por ciento. A la luz de lo que terminó revelando el escrutinio, se buscó instalar la idea de una victoria arrolladora capaz de hacer injustificada una segunda vuelta, cuestión de instar a Lousteau a bajarse de un balotaje “innecesario”.
Para cuando se cerró el comicio, voceros del PRO deslizaban que habían alcanzado entre el 47 y el 49 por ciento, que Rodríguez Larreta había superado las cifras del propio Mauricio Macri, y que doblaban al segundo, dando por descontado que estaba todo resuelto y que no habría balotaje. “Habrá que ver quién decide en ECO, si Lousteau o sus sponsors”, comentó una fuente consultada por este medio.
Si bien los números confirmaron una diferencia muy amplia, el PRO no llegó al 46 por ciento y estuvo por debajo de la sumatoria de Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti alcanzada en las PASO. No podía esperarse otra cosa de Lousteau, que la última semana se cansó de aclarar que no pensaba bajarse del balotaje. De hecho, en 2011 Daniel Filmus fue a la segunda vuelta a pesar de haber perdido por más diferencia con Macri: 45,76 a 23,75.
La amplitud de la victoria del macrismo no fue suficiente tampoco para que vayan a tener más diputados en la ciudad. Por el contrario, ponía en juego 16 y obtuvo 15.
Con todo, fue una jornada positiva para Mauricio Macri, aunque seguirá dependiendo de la suerte que tenga su elegido en el balotaje del 19, cuando el kirchnerismo dejará de lado sus críticas a Lousteau para apoyarlo minar el proyecto presidencial del jefe de Gobierno porteño.
Al cabo, en Córdoba no le fue tan mal a Cambiemos, que si bien al conformarse había albergado expectativas triunfales, desde hace semanas se habían hecho a la idea de un triunfo del delasotismo y el objetivo estaba puesto en conservar el segundo lugar y hacer la mejor elección que pudieran. Catastrófico hubiera sido para ellos perder ante el candidato kirchnerista, Eduardo Accastello, que según las encuestas había logrado superarlos. A la postre, eso no sucedió y fue ese segundo lugar que tampoco fue, resultó ser la segunda frustración del kirchnerismo en este domingo.
En la otra vereda festejaron los referentes de la coalición UNA, principalmente José Manuel de la Sota, pero también su aliado Sergio Massa, que ansiaba para este domingo una suerte de punto de inflexión para su campaña. Tuvo su festejo previsible en Córdoba, pero no pudo extenderlo a La Rioja.
Allí la oposición se había unido por completo, tras las figuras del radicalismo, Mauricio Macri y Sergio Massa. Sobre todo este último, que había puesto al candidato a vicegobernador del radical Julio César Martínez. Y si bien el resultado fue bastante digno, no alcanzó para el triunfo que por momentos llegó a ser muy posible. Como en el Chaco, y también Córdoba, la unión de toda la oposición no fue suficiente. Mal antecedente para provincias como Jujuy y Tucumán, donde las ilusiones opositoras también son -¿eran?- grandes.
Allí en cambio pudo festejar por fin el kirchnerismo, que temía vivir un superdomingo negro, luego de que en La Pampa el kirchnerismo fuera derrotado por el peronista Carlos Verna. Distrito de prosapia puramente peronista, La Rioja no falló y hacia allá viajó la dirigencia kirchnerista, con Daniel Scioli y Carlos Zannini a la cabeza. A la postre, nadie podrá reprocharle al gobernador bonaerense el agradecimiento público de la semana pasada que le prodigó a Carlos Menem.
