Vos me denuncias, yo te denuncio.

Y así vemos que acontecen las cosas en todo el territorio de la República.

Unos no aceptan perder y denuncian y otros no aceptan lo que resuelve la justicia y apelan.

Y así pasan los días, y las expectativas se caen.

Aparece la frustración, el odio, la desconfianza, y la revancha, entonces quien tiene poder sobre una jurisdicción clausura un galpón de un medio periodístico oficialista y el oficialista le mete una denuncia a uno de sus principales candidatos y así estamos. No importa qué fue primero o quien pegó primero.

Como en Rocky III, trompadas van, trompadas vienen, me denunciás, te denuncio.

La justicia es reclamada, y cuando ésta se expide en favor de una de las partes, no se acepta el fallo y se apela, y entonces, vos apelás, yo apelo, mientras tanto, nadie entiende nada, y es una cosa de no acabar jamás; o sí, cuando alguno se canse de tanta chicana ridícula y saque del sótano los fierros y los use para mostrar quien es el más fuerte y así nos quedamos sin República y sin democracia.

Es inminente la necesidad de que se firme un pacto de confianza y civilidad multipartidario, que los partidos busquen otro camino y que actúen maduramente por el país y por todos los argentinos, den el ejemplo de civilidad y de madurez, que transmitan seriedad y mantengan los fierros en los sótanos porque nada vale ni justifica el enfrentamiento a tiros entre argentinos.