Imaginemos que sometemos a la Argentina a una resonancia magnética y luego observamos en detalle que información nos revela la misma. Los médicos se formulan algunas pocas preguntas. ¿No es cierto que existan pobres en Argentina? Observamos bien, y notamos ciertas señales que muestran que sí, que los hay. ¿No es cierto que el Indec no brinde los índices reales? Observamos y sí, afirmativamente, no reflejan los índices reales.

¿No es cierto que las reservas del Banco Central disminuyeron y la ANSES se vació? La resonancia, nos dice que sí, es cierto.

Y los médicos siguen observando la resonancia y detectan algo que no se habían preguntado, y ven que una mancha de color opaca abarca todo el cuerpo de la Argentina, y esa mancha después de observarla entre varios médicos, concluyen que no es otra cosa que el Estado nacional.

Sí, como un cáncer que se extendió por todo el cuerpo; los médicos ven que sus ramificaciones se metieron en las vidas y los bolsillos de los ciudadanos y habitantes de Argentina.

Sin perder un segundo los doctores coinciden en extirpar esa tumor maligno, pero ven que es muy fuerte, notan que lleva 12 años creciendo en el organismo y como sapo que se cocina en olla con agua fría, y se cocina sin darse cuenta, de repente nos encontramos que ya está demasiado instalado su poder y su injerencia en la vida de cada argentino.

Esto, es precisamente lo que sucede hoy en Argentina:

Tenemos un Estado que no está al servicio del ciudadano, sino que se sirve de este. Tenemos un Estado que se confunde con el Gobierno de turno y le es servil y condescendiente. Tenemos un Estado que todo lo puede, que no respeta normas, que fabrica normas para someter a los ciudadanos. Tenemos un Estado enorme, lleno de burócratas con hambre y ambición de poder.

Tenemos un Estado que presiona el bolsillo y la conciencia de cada ciudadano hasta el punto de hacer invisible la vida en Argentina, porque tiene todo el poder, porque observa, escucha, y graba, y sabe de todos, de cada uno de los argentinos, vida y obra, y asuntos muy sensibles de cada uno.

Tenemos un Estado que nos espía, nos controla y nos impone un modo de vida.

Tenemos un Estado que nos mete miedo, y que nos exige pagar impuestos para poder seguir creciendo fuerte mientras argentinos mueren de hambre, o mueren por falta de atención medica, o mueren por falta de seguridad.

Tenemos un Estado que te embarga o ejecuta si no podes pagar una deuda impositiva o multa o infracción y te deja en Pampa y la vía o lo que es peor, te mete preso.

Tenemos un Estado tan fuerte gracias a la actual administración que ya lleva 12 años construyéndolo, que nos limita las libertades individuales en nombre del interés general, que nos obligar a vivir de la manera que se le canta al funcionario de turno caprichosamente.

Tenemos un Estado, que supo crecer mientras en Argentina todo se empobrecía.

Tenemos un Estado con empleados poderosos, ricos e inamovibles.

Tenemos un Estado que se protege a si mismo, un Estado corporativo, que es indestructible, que sobrevive a los gobiernos, que se asocia al de turno y que es hoy para mi el nuevo enemigo público.

Nadie habla de esto, ni Mauricio Macri, ni Daniel Scioli, ni Sergio Massa saben que es así; y creen que el enemigo del pueblo es la narcotráfico, la trata, la inflación, el dólar, y otras yerbas, cuando en realidad el enemigo oculto, el enemigo que sólo se ve si se hace una resonancia magnética, es el Estado nacional, que en los últimos 12 años creció más que todo, como si hubiese recibido hormona de crecimiento, creció, es fuerte, es invasivo, es perverso y lo peor de todo, es que ninguno de los tres candidatos a presidente de la Nación, lo notaron.