Parece difícil entender cómo una fuerza política joven pudo abatir un modelo tan bien arraigado al poder. Cambiemos es un espacio cuyas figuras políticas no gozan de una imagen verdaderamente fuerte, que rechazó el apoyo del Frente Renovador, y que trabó alianza con Lilita Carrió, a quien supo calificarse en más de una oportunidad como autodestructiva.

Todo eso conduce a elaborar dos teorías posibles: Mauricio Macri es un rebelde o se inspiró en “El caso Obama”. En general, cuando se hace referencia a la campaña del hombre que reinventó las bases del marketing político, suele hacerse foco sólo en el aspecto 2.0. Sin embargo, vale decir que lo verdaderamente revolucionario y exitoso “No fue el canal; fue el mensaje, estúpido”.

Los contenidos de los mensajes del actual presidente de EEUU y la forma de hacer política supieron apuntar al hemisferio derecho del cerebro del votante. Ciertamente, el slogan “Sí, se puede” del espacio Cambiemos no es mas que la versión local del “Yes, we can” de aquella recordada campaña que en 2008 llevó a Barack Obama a la Casa Blanca.

El tono positivo y los actos en “360 grados” le valieron al presidente electo más de una crítica y hasta el mote de predicador evangélico. Sin embargo, parece ser que esa cercanía con la gente, el estilo conciso y el lenguaje coloquial de Macri fueron mejor recepcionados que los largos discursos en cadena de Cristina.

Claro que no todo puede reducirse al marketing político, pero a esta altura de las cosas es por lo menos indiscutible el poder que tiene una buena estrategia de campaña que echa mano a las emociones y a las neurociencias.

Tanto Obama como Macri apuntaron directo a esa zona intangible y vulnerable de la humanidad que lleva al elector a las urnas mas por la promesa de un futuro armonioso que por argumentos válidos, del mismo modo que una marca deportiva induce a la compra diciéndole al consumidor “Just do it”.

Periodista y analista de medios