Se vivió un día profundo el pasado 10 de diciembre después de un año intenso de campaña y sin importar a qué partido se pertenece, había un país entero esperando este día. En los resultados del pasado 22 de noviembre, el pueblo eligió un nuevo presidente, terminando así con la década K.

Lo correcto hubiese sido que Cristina terminé su mandato entregando el bastón y atributos a quien va a seguir con su cargo, pero lamentablemente el pueblo no pudo tener ese privilegio. La soberbia y la arrogancia reinaron una vez más en su mandato.

Pesé a la falta de respeto de la exmandataria para el pueblo argentino, en el Congreso se pudo vivir un clima más calmo y distendido en la Asamblea Legislativa a diferencia de las últimas sesiones, donde la tensión y la falta de cordialidad fueron moneda corriente.

Por otra parte, destaco del mensaje presidencial la invitación a aprender “el arte del acuerdo”, es un gran compromiso hacia adelante, así como también la ratificación de tener una justicia absolutamente independiente, sin injerencia del poder político. El nuevo presidente tiene un gran desafío por afrontar: terminar con el pensamiento de dos Argentinas confrontadas.

Lamento la falta de mención pero que seguramente se hará más adelante cumplir con el compromiso del 82 % móvil para nuestros jubilados, así como mejorar sustantivamente el funcionamiento del Pami y del Anses.

Desde la oposición hemos dejado un mensaje claro: jamás seremos obstruccionistas, acompañaremos las decisiones que nos parecen correctas y cuando no sea el caso, presentaremos propuestas alternativas demostrando que nos une la intención y el esfuerzo para el bienestar de los que más necesitan.

Por eso es importante que en esta nueva etapa que comienza en nuestro país todo dialogo se construya en un marco de paz y convivencia social que nos devuelva la tranquilidad y que vuelva a poner a nuestro querido país en el sitio al que nunca nos resignaremos a perder.