“¿Dónde anda Rogelio?” Es una de las preguntas que seguramente el presidente Mauricio Macri formula a la hora de ubicar al ministro. Con toda lógica, la respuesta suele ser: “En el interior del país”. Y no es que MM desconozca ese andar, sino simplemente se trata de conocer el resultado de sus gestiones.

Rogelio Frigerio recorrió la semana pasada Entre Ríos, Salta y Chaco acordando con los gobernadores de esas provincias obras públicas y convenios de futuras inversiones, un gesto que es el eje de su gestión. “Nadie puede decir que me negué a dialogar con los gobernadores”, es una de sus frases preferidas a la hora del balance. Y no solo en la Casa Rosada sino en sus respectivos distritos.

Sin lugar a dudas es el funcionario que más millas de vuelo tiene en su andar nacional con el objetivo de serenar los ánimos y fundamentalmente aceitar los números de la famosa y temida Coparticipación Federal. Un objetivo alcanzado en forma paulatina a partir de desactivar el reclamo del 15 por ciento al lograr que ese porcentaje sea recuperado en los años venideros.

En el Senado

Empero, el hombre con mayor diálogo no sólo se circunscribe a los mandatarios, sino también al Congreso de la Nación, en particular en el Senado, con los padres de la Patria, como en tiempos pasados se los mencionaban.

Siempre ingresa discretamente por Hipólito Yrigoyen para dirigirse a las oficinas de Gabriela Michetti o de Federico Pinedo, con quienes diseña la estrategia a seguir en la Cámara alta, donde los números son notoriamente adversos al oficialismo. En más de una oportunidad se reunió con el jefe de la bancada del FpV-PJ, Miguel Angel Pichetto, que oficia de mediador y nexo con los gobernadores.

Su presencia fue fundamental para empezar a tejer un acuerdo de gobernabilidad en el recinto de la Cámara alta, como informara Parlamentario en forma exclusiva en anteriores ediciones, y que tiende a plasmarse, ya bajo la atenta mirada de la Casa Rosada.

Un acuerdo que tiene un andamiaje político con el asentamiento de los gobernadores de todos los signos políticos. “Sin ellos no vamos a ningún lado”, dicen que dijo -palabra más palabra menos- Pichetto y demás partícipes del intento de coordinar la sanción de leyes.

Una tarea que recayó en Frigerio y, según fuentes oficiales, ninguno de ellos puso resistencia, sino todo lo contrario. Claro que no fue un gesto de impronta democrática, sino la búsqueda de aprovechar la situación para demandar partidas provinciales, mientras se termina de definir un reordenamiento de la Coparticipación Federal.

Acuerdos por lo menos vigentes hasta fin de año que no hacen más que confirmar la intuición de Mauricio Macri de ubicar a un economista en la cartera política, para con los números en las manos dialogar con los gobernadores y senadores, en una alianza que se hace extensiva a los intendentes, pero sin pasar por alto a los mandatarios, como el estilo impuesto en la “década ganada” por Néstor y Cristina Kirchner.

Varios senadores lo consideran un virtual senador; es más, uno de ellos fue más explícito ante Parlamentario al sostener que “Frigerio es el senador 73”. No es casual la denominación: tal es la influencia del ministro que pareciera que en rigor actúa como tal.

Mi pago querido

Frigerio no se olvida de su tierra natal: Entre Ríos, y para demostrar que no es solo nostalgia, en las legislativas nacionales de 2013 no permaneció indiferente y asumió con éxito la jefatura de campaña del dirigente rural Alfredo de Angeli, que fue consagrado como senador nacional en una provincia marcada por el bipartidismo.

Una movida electoral que especulan tiene por finalidad sentar las bases de una candidatura a gobernador, que él niega cuando se lo consulta, aunque legisladores del Pro y de la oposición del distrito sostienen que será candidato.

Frigerio debutó a los 28 años como funcionario nacional en la gestión menemista con el cargo de secretario de Programación Económica, bajo la órbita de Roque Fernández, y desde entonces nada económico le fue ajeno, ya sea en la actividad privada nacional, o en organismos internacionales y también los claustros universitarios.

Pasaron los años y en las elecciones porteñas del 2011 fue electo legislador, ocupando la presidencia de la estratégica Comisión de Presupuesto y Hacienda. Después asumió la presidencia del Banco Ciudad. Dos actividades que lo eyectaron a un ámbito de permanente consulta de Macri.

En cuanto a la actual etapa histórica el licenciado en Economía no anda con vueltas a la hora de las definiciones políticas: “Este Gobierno no está para adoptar políticas demagógicas o populistas”.