El presidente salió a la cancha para defender “su” modelo

Por José Angel Di Mauro. El propio Mauricio Macri tomó la decisión de salir a poner el pecho en una coyuntura adversa. Mientras en la gestión las cosas se complican, en las cuestiones políticas el gobierno se maneja con cierta suficiencia.

Alentado por encuestas que lo muestran con una aceptable consideración popular, que los propios macristas admiten como encomiable tras haber implementado semejante ajuste -aunque prefieran usar el término sinceramiento-, el presidente Mauricio Macri decidió ponerse la campaña al hombro y emprendió un raid de entrevistas televisivas.

¿Qué campaña, si todavía falta para las legislativas y los propios oficialistas se encrespan cuando se les hablan de elecciones? “La campaña para fortalecer a su propio gobierno”, sintetizó ante este medio un hombre del entorno presidencial al ser consultado sobre el tema. Se sabe que fue el propio presidente el de la idea de conceder una serie de entrevistas, gimnasia que tiene todavía fresca de la extenuante campaña electoral del año pasado.

Se sabe también que hubo algo de “entrenamiento”, cual si se tratara de un debate -protagonizó dos el año pasado, para primera y segunda vuelta-, pero desde el propio equipo presidencial minimizan ello recordando que Macri no solo suele conceder entrevistas periódicamente, sino que también mantiene contactos casi semanales con periodistas de todos los medios, en los que no hay condicionamientos para las preguntas, salvo el pacto del off de record, que no siempre se cumple.

La decisión de salir a poner el pecho en el marco de una coyuntura por lo menos complicada, tal vez se corresponda con los trascendidos de los últimos días, según los cuales fue el Presidente el que tuvo la palabra final respecto de la magnitud del tarifazo. En esa dirección es que en los reportajes Macri reiteró la férrea defensa de su ministro más cuestionado, con el argumento de que “si la Argentina hubiera tenido un ministro como (Juan José) Aranguren, estaríamos exportando energía”. Para el Presidente, las críticas que se escuchan por estos días van en la dirección de “matar al mensajero”.

Pero cuando decimos que el Presidente “salió a la cancha” no nos referimos solamente a la serie de entrevistas concedidas. Debemos entender también así la resolución del tema AFA, que terminó encarrilándose con la constitución de un Comité Normalizador que tiene al frente precisamente a quien Macri quería para presidir la AFA. Es verdad que la satisfacción oficial no fue completa, pues la Super Liga quedó postergada, pero podría tomárselo como una concesión. En el camino los presidentes de clubes terminaron “pidiéndole” a la AFA la rescisión del contrato con el programa Fútbol Para Todos, cosa que el gobierno aceptó “con reparos”. Toda una puesta en escena: está claro que los clubes actuaron a pedido del mismísimo Presidente de la Nación, que tomó este tema también como una cuestión personal.

En privado y ante una pregunta puntual, cuando todavía la posibilidad de resultar presidente era una posibilidad bastante remota, el entonces candidato Mauricio Macri reveló a este medio que no le veía razón de ser a que el Estado financiara el fútbol; ergo, Fútbol Para Todos no tendría sobrevida en caso de ganar él. Pero cuando quedó segundo en las encuestas, el día que su candidato Rodríguez Larreta ganó el balotaje en Capital, Macri incluyó al FPT entre los íconos kirchneristas que mantendría en caso de ganar, junto a la AUH y Aerolíneas e YPF en manos del Estado. Necesitaba ir por el electorado que no le era afín y por eso transitó ese camino e hizo esas promesas. Ahora es distinto -dicen-, la conjunción de un pedido desmedido de dinero por parte de los clubes, más la convicción que va ganando terreno en la sociedad respecto de la necesidad de dirigir los recursos del Estado hacia mejores fines, y el desfile de la corrupción, donde la dirigencia del fútbol está bastante manchada, alinean los planetas para que el Estado pueda desembarazarse del tema sin culpas ni tantos reproches.

Además, otra para Macri: también desplazó de los cargos que aspiraban a Hugo Moyano y Marcelo Tinelli. Aunque sabe que eso tiene sus riesgos, lo disfruta.

Incluso hay quienes ven la mano del gobierno detrás de la elección del sucesor del “Tata” Martino en la Selección. En un primer momento sonó fuerte el nombre de Marcelo Bielsa, pero luego se fue desinflando, a expensas de nombres como los de Edgardo Bauza y Miguel Angel Russo. Como presidente de Boca, Macri en su momento pensó en sumar otro apellido con “B”, pero el Loco desechó la oferta, más por cuestiones ideológicas que deportivas. Eso, y su nula simpatía por este gobierno habrían llevado a desaconsejar desde lo más alto darle una nueva chance al DT del Mundial Corea-Japón. Russo, en cambio, ganó con Macri la última Libertadores para Boca, y Bauza no disgusta.

A menos que el jubileo de técnicos termine siendo una pantalla para que la elección final de Bielsa no parezca tan cantada como proclaman los de la Lazio que lo quieren demandar.

A estas alturas, propios y extraños advierten con sorpresa que el gobierno se está manejando mejor en el terreno político que en la gestión; exactamente al revés de lo que se preveía. Ha resuelto con suficiencia todas las batallas legislativas que planteó hasta ahora; con los gobernadores mantiene una relación armoniosa, y la relación con el sindicalismo la va llevando más o menos bien, sin que las paritarias se hayan desbocado, ni hayan lanzado un plan de lucha. El problema es la aplicación de los remedios para solucionar los problemas que ha encontrado.

Cada vez son más los que atribuyen los dramas de la economía a la excesiva cantidad de ministerios relacionados con esa área: insisten con la necesidad de que una sola figura centralice responsabilidades. En su raid mediático, el propio Macri desechó esas críticas, invocando que ya no es tiempo de “superministros”, cosa que tildó como “antigua” y puso los ejemplos de Domingo Cavallo y Axel Kicillof.

Pero es verdad que semejante cantidad de ministerios, repartida el área económica en por lo menos ocho carteras, las culpas se diluyen y tarde o temprano los reproches terminarán cayendo nada menos que sobre el Presidente de la Nación, que parece estar dispuesto al riesgo, al punto tal que hace rato dijo que si la inflación no cedía la culpa sería suya.

Tiene a favor el gobierno el desfile de la corrupción, que pese a la feria judicial no deja de dar noticias cotidianamente. En este contexto la breve aparición de la expresidenta Cristina Kirchner a través de una videoconferencia con sus seguidores del Instituto Patria, tuvo ínfima difusión. Si eso es muestra de un poder que va rápidamente apagándose, está por verse. Una buena oportunidad se dará cuando regrese a Buenos Aires, el próximo 7 de agosto, un día antes la mediación que la tendrá como protagonista junto a su demandada Margarita Stolbizer. Para uno de esos días dicen que están organizando otro acto público, esta vez no enmarcado en una citación a indagatoria.

Desde el kirchnerismo dejaron trascender que esta vez CFK se quedará un tiempo más en Buenos Aires, y tendrá una mayor actividad; quiere recorrer el Conurbano, aunque deberá limitarse a municipios que le son muy afines, como Avellaneda; también quiere conceder un reportaje a algún periodista afín, por supuesto que en C5N, pero esta vez estando ella presente en el estudio. En el gobierno no ven esos planes con preocupación, más bien los alientan pensando que en la comparación de contrastes Mauricio Macri gana frente a Cristina.

Y mientras las actividades de la expresidenta entusiasman al gobierno, en el peronismo eso genera todo lo contrario. A la búsqueda de nuevos liderazgos, el peronismo se plantea apostar sobre todo a la provincia de Buenos Aires. La semana pasada se los vio a Miguel Pichetto, Juan Abal Medina, Sergio Massa y Oscar Romero -todos ellos de diversas procedencias-, recorriendo fábricas de Tigre. La semana pasada, Pichetto y otros senadores se mostraron en un centro de capacitación y de oficios construido por una cooperativa, junto a Fernando “Chino” Navarro, del Movimiento Evita. Son señales que buscan dar en el distrito donde saben que se define la elección, más allá de lo que pueda suceder en el resto del país.

Login

Welcome! Login in to your account

Remember me Lost your password?

Lost Password